Mundial de fútbol 1982: Italia conquista su tercer título en España

España se engalanó para acoger la mayor fiesta del fútbol. En los meses previos nuestro país se desvivía por dejar todo bonito para el primer y único Mundial en celebrarse aquí. Casi todos los estadios sedes de partidos fueron reformados y acondicionados para tan magna ocasión. En el Camp Nou se realizó el acto de apertura en una ceremonia muy recordada donde se quiso reivindicar la paz en el mundo. Los aficionados aún recuerda el símbolo de la paloma de la paz, formado por más de 2.000 voluntarios.

En lo futbolístico fue el Mundial de Italia, quien volvió a dejar claro que el practicismo en el fútbol es a veces más efectivo que el juego bonito, sobre todo si juega la Azzurra.

Con su triunfo los transalpinos conseguían su tercer Mundial e igualaban a la mítica Brasil que no pudo alcanzar las semifinales, tras verse encuadrada en el grupo de la muerte, junto a la propia Italia con quien cayeron por 3-2 y la hasta entonces campeona, Argentina.

Los hombres de Enzo Bearzot se impusieron a Alemania, todavía Federal, por 3-1 en una final marcada por un nombre: Paolo Rossi. El delantero italiano había conseguido esquivar una sanción de amaño y pudo llegar a tiempo para enfundarse la elástica transalpina. El ariete no arrancó bien en su cita con el gol y completó una primera fase nefasta pero a partir de ahí todo se le volvió de cara. Un triplete a Brasil en la Segunda fase, un doblete ante Polonia en las semifinales y el gol que abría la final ante Alemania, terminaron por convertirle en héroe nacional.

Todo buen aficionado aficionado al fútbol que se precie de serlo no ha olvidado la acción del portero de la selección alemana. El mítico Harald Schumacher, de tan buen recuerdo para Maceda quien le batiera dos años más tarde con un gol antológico que nos diera el pase a la final de la Eurocopa 1984, se convirtió en el villano del Mundial de España.

El meta germano cometió una escalofriante entrada sobre el francés Battiston, al que dejó "muerto" tras impactarle una patada a la altura del pecho. El silencio se hizo dueño de todos los espectadores del Alemania-Francia, pensando que el jugador galo había caído fulminado, pero ese silencio se convirtió en indignación tras ver asombrados como el colegiado no señalaba ni falta.

Ocurrió en un partido de la primera fase en el que a Alemania y Austria le valía un triunfo mínimo de los germanos para meter a ambos en la siguiente ronda. El público de El Molinón asistió indignado al encuentro en el que se cumplieron los pronósticos que vaticinaban "apaño" llegando incluso a reclamar el precio de la entrada y concentrarse ante el hotel bávaro para abuchearles. Ni qué decir tiene que en la final la gran hinchada española se convirtió en un tifossi más, en pago a tan bochornoso apaño alemán.

Pero más extraño fue el incidente protagonizado durante el Francia-Kuwait de la primera fase, cuando al término de un encuentro, con todo el pescado vendido, el Emir de Kuwait paró el partido bajando al césped de Zorrilla, para indicar al colegiado que debía anular el último tanto galo, por un supuesto pitido previo desde la grada. Lo surrealista es que el Emir bajó desde el palco, mientras la policía española le abría paso y le daba acceso al campo. Para el asombro de todos, el colegiado hizo caso al Emir y anuló el tanto francés. Ni que decir tiene que dicho trencilla fue sancionado de por vida y se le prohibió arbitrar nunca más.

La Roja llegaba a su Mundial clasificada como anfitriona y con un aparentemente grupo asequible en la primera fase. Debutó ante la desconocida Honduras en el Luis Casanova de Valencia, a la que no consiguió derrotar y cedió un triste empate con un gol de López Ufarte. En el segundo partido las cosas mejoraron y batieron a Yugoslavia (2-1) con goles de Juanito y Saura. Pero fue en el tercer partido cuando confirmaron que las cosas no funcionaban bien al caer ante Irlanda del Norte ante los 50.000 fieles que llenaban las gradas del estadio ché.

Esto condicionó su siguiente fase al verse encuadrada en un dificilísimo grupo junto a Alemania, con la que cayeron por 2-1 (gol de Zamora) y con Inglaterra con quien no pasaron del empate, y ahí acabó la participación en su Mundial.

El Pelusa llegaba a España con la vitola de ser uno de los mejores jugadores del mundo y tras su flamante fichaje por el Barcelona. Diego, quien llegaba aún con el mal recuerdo de su exclusión del Mundial de Argentina por su precocidad, dio muestras sobradas de su calidad llegando a anotar dos goles ante Hungría. Pero por entonces Maradona no era Dios, y no pudo llevar a su combinado a cotas más altas, en un equipo en clara decadencia. En la segunda fase quedaron apeados tras caer ante Brasil e Italia, de cuyo partido aún se recuerda el férreo marcaje al que el italiano Gentile le sometió, sin dejarle tocar ningún balón y rozando los límites de la legalidad.

Nació el mítico Naranjito, la mascota del Mundial, que salió elegida de entre más de 500 proyectos presentados. Una figura que paso a ser icono de todo un país y que hoy en día vuelve a estar de moda, con camiseta de la Naranja, en un estilo retro.

También se recuerda la celebración de Sandro Pertini, presidente italiano, quien a sus 86 años celebró de manera vehemente el triunfo de su selección, ante la mirada atónita de todos las personalidades en el palco, entre ellas S.M. Don Juan Carlos.

Fue el primer Mundial en el que una tanda de penaltis marcó la clasificación de un equipo, y nada menos que en una de las semifinales, en la que Alemania se colaba en la gran final tras vencer a Francia desde el punto fatídico (5-4).

El podio del Mundial lo encabezó Italia, que venció 3-1 a Alemania en la final, y Polonia, que maravilló a todos con su fútbol para acabar tercera por delante de Francia.

El máximo goleador del torneo fue Rossi, con seis goles anotados, seguido por el capitán alemán Rummenigge con cinco y Boniek, el delantero polaco con cuatro.