Mundial Qatar 2022 | Los jueves de Luis Villarejo: Gavi y Pedri conectan con la generación Z

Es el último tren de los cracks clásicos, que ven como sin hacer ruido, se van a colar críos de 18 o 19 años en el escaparate de la fama, como Gavi o Pedri, que de repente, han puesto patas arriba la selección española. Son chicos que conectan además con la juventud, con un público entusiasta, de chicos y chicas Generación Z, que se reúnen en espacios públicos para disfrutar con su selección y de otro nuevo descubrimiento, que es el streamer Luis Enrique, que “cuesta abajo y sin frenos” cuenta con viewers, antes espectadores, entre el target del paisaje juvenil.

11 millones de espectadores, 60 por ciento de cuota de pantalla, son datos de audiencia del último España – Alemania, que ha calado entre los teenagers y estudiantes españoles, con un amplio espectro de perfil juvenil, que ven en Luis Enrique un tipo sensible en Twitch, cuando por ejemplo recuerda a su hija con naturalidad en su exposición mediática.

Para mirar con neutralidad un Mundial, hay que intentar entrar y salir de la burbuja. Mirar el bosque desde arriba te da perspectiva. A veces, siente uno una especie de síndrome de Estocolmo, de Gran Hermano, si no sales de la gran carpa de la selección. Por eso, si se puede, es interesante entrar y salir, ver otras selecciones y comparar.

Qatar ‘22 es un Mundial repleto de color. Estadios llenos, ambientes nocturnos de fan zone espectaculares, un metro de lujo que vertebra la ciudad sin atascos y donde nunca hay que esperar al tren en la estación... es un Mundial cómodo para seguir. Puedes ver dos partidos en un mismo día. Con decenas de empresas españolas presentes. Ingeniería, alimentación, restauración, moda, textil, bebidas… todos los sectores representados, que con sus exportaciones ayudan a pagar las nóminas de sus empleados en España.

Y en el que sorprende que es justo en España donde se producen algunas controversias sobre su juego. En el resto de concentraciones se ha establecido el respeto absoluto y admiración a la selección española.

Los jugadores de otras selecciones flipan con la academia de Luis Enrique. El Tata Martino ha tenido que salir a ponderar a España diciendo que su fútbol, su estilo es de otro nivel, de otro mundo. En un titular ha dicho sin miedo que “es un candidatazo”. Es algo obvio, que España cuenta con un modelo de fantasía, que ejecuta sobre el rival una presión de asfixia, aprovechando las piernas de Gavi, de Pedri, de Ferran, Dani Olmo o de Morata, en la salida del balón inicial de sus contrarios. Ahí es un ciclón.

El estilo es elegante. El resultado, es fútbol, puede ser bueno, lo normal; pero un día se tuerce y puede ser adverso e irte a tu casa en un mata mata de cuartos de final con Brasil. O todo lo contrario, tumbas al Brasil de Tite y el viento en la espalda te lleva al título. Sin embargo, en un sector del entorno español, que ama el debate, a menudo infantil, le cuesta ser feliz y apostar por ese equipazo coral de Luis Enrique, que todo los seleccionadores ponen de ejemplo al mundo entero.

Llega este jueves Japón, último rival en la fase de grupos. España lo afronta con energía, con el reto de ser primero, sin freno de mano, entendiendo que ser líder de grupo es la mejor medicina para escalar y llegar a la final. Japón también vive y bien de gestionar su presión alta, de ahí que Luis Enrique apretara en el último entrenamiento previo al juego con un juego de posición más grande de lo habitual.

Veteranos expertos atrás; explosividad y juventud arriba. La receta de Luis Enrique, el entrenador a cuyo estilo mejor le viene la ley de los cinco cambios, la existencia de cinco permutas que sacan petróleo al granero inmenso y duplicado de sus demarcaciones. Nico Williams, Marcos Llorente, Balde… puro músculo para percutir hasta el final.

PD: Szczesny y Di María juegan en la Juventus. Se entrenan juntos a diario. Este miércoles se jugaron la vida con Polonia y Argentina respectivamente. El futbolista conoce fortalezas y debilidades del compañero. Leo Messi tiró un penalti. Enfrente estaba Szczesny, que le detuvo un balón de oro. Di María, posiblemente, conocía alguna grieta del día a día en la fábrica de la Juve del portero polaco. Pero el fútbol es grande, imprevisible. Y el mejor jugador del mundo también es humano. Szczesny le adivinó la intención. Sacó su mano derecha con tensión y sacó la pelota hacia el costado. Argentina y Polonia, están en octavos. Final feliz. Y se acabó el barullo.