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Los jueves de Luis Villarejo: Luis Enrique, reflexión y futuro

Luis Villarejo

Publicado 07/12/2022 a las 21:05 GMT

La historia de los Mundiales, salvo el épico de Iniesta en 2010, es implacable. Siempre acaba mal. Es excesiva la ilusión y la euforia previa de un país futbolero como España. Luego la realidad pone a todo el mundo en su sitio.

Luis Enrique en el Japón-España

Fuente de la imagen: Getty Images

Es una película que han vivido Kubala, Pepe Santamaría, Miguel Muñoz, Luis Suárez, Javier Clemente, Iñaki Sáez, José Antonio Camacho, Luis Aragonés, Julen Lopetegui… incluso todo un campeón del mundo como Vicente del Bosque tras el mustio Mundial 2014 en Brasil, donde los cracks estaban ya de retirada.
Al final, barullo. Y de una u otra forma, salvo que el seleccionador de turno tenga un apoyo sólido y firme de un presidente, es muy difícil que drible la guillotina del banquillo. El ruido se hace insoportable, las encuestas te explotan en la cara y la toma de decisiones es compleja. La fruta suele caer de madura. En este escenario, Luis Enrique llegó a Madrid con la mitad de la expedición, con 14 futbolistas, entre ellos su capitán al frente, Sergi Busquets. Buen detalle de profesional. Los que salen juntos, deben volver juntos también, con el chándal o con la chaqueta oficial de El Ganso, que dio lustre y modernidad al equipo. Felicitación a Unai Simón, David Raya, Pablo Sarabia, Balde, Laporte, Gavi, Busquets, Pau Torres, Ferran, Dani Olmo,Yeremi Pino, Pedri, Ansu Fati y Nico Williams por regresar a casa en tiempo y forma.
La comunicación, la verbal y la no verbal de los protagonistas, dejó pistas sobre la nueva era post Luis Enrique. Los gestos, los silencios, a veces son más importantes que las declaraciones directas. La atmósfera dicta que antes del Mundial, Luis Enrique claramente tenía el poder de la vara de mando. Habría firmado cuatro años más, si hubiera querido, sin problema.
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Luis Enrique

Fuente de la imagen: EFE

Sin embargo, las circunstancias cambian. Los resultados alteran las decisiones. Y cuando los desafíos no se cumplen, todo se ve con niebla. No hay la luz del primer momento del enamoramiento. La eliminación de España ante Marruecos no produjo gestos de exaltación y confianza en la dirección de la Federación. Y a veces, se lee más entre líneas que en una conferencia de prensa ad hoc. Aquí todo el mundo sabe cómo funciona la fontanería. Nadie se debe llevar a engaño.
Luis Enrique tiene experiencia. Conoce el paisaje. Lo vivió de jugador cuando vivió el calvario final de un entrenador como Javier Clemente en un plantel donde Lucho era un soldado fiel y leal. Por eso, no veo al técnico asturiano tensar la cuerda y pedir una renovación obligatoria. Si sólo ve un apoyo tibio y eso es una invitación a separar sus caminos con la RFEF, el seleccionador se echará a un costado.
En ese contexto, ¿Y ahora qué?. El equipo absoluto es el final de un proceso labrado en la selección sub 21. Más de media selección es un vivero fabricado por Luis de la Fuente, una de las opciones más serias para ser el recambio de Luis Enrique. Siempre discreto, en un segundo plano, pero con firmeza, psicología y determinación, Luis de la Fuente se ha inventado futbolistas que eran clandestinos hasta que él los descubre y enseguida los pone a disposición de la absoluta.
Hace muchos años que en el entorno de la selección se habla del disco duro. El dueño del disco duro es el dueño del fútbol español. Ahora mismo, el cerebro de esa herramienta es Luis de la Fuente. Comenzó a crecer esa ida con Del Bosque, con Fernando Hierro, con Julen Lopetegui también. Y es que ese almacenamiento de información, ese conocimiento exhaustivo de la academia del talento en España es oro puro para un seleccionador. Los técnicos hablan en sus códigos. Para ellos Gavi es un 2004, no es un chico de 18 años. Pedri es un 2002, no un imberbe de 20 años. Tienen su vocabulario. Ajeno al mundo de las tertulias.
¿Sucesión natural?
La Federación Española tendrá que ver si mantiene una línea de sucesión natural, confiando incluso en el propio Luis Enrique; si da el testigo a Luis de la Fuente, que tendría su propio sello; o si se lía la manta a la cabeza y cambia la estrategia con la llegada de perfiles de fuera de la casa como Marcelino García Toral.
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Luis de la Fuente, seleccionador español olímpico

Fuente de la imagen: EFE

Luis Enrique y por tanto la actual selección tiene un libro de estilo innegociable. Un 1-4-3- 3 claro y sin fisuras. Marcelino, en cambio, es fan del 1-4-4-2 (pongan siempre por favor el 1 delante, el del portero que también juega), con una variante de 1-4-2-3-1. Nada que ver con el sistema existente hasta la fecha. Marcelino exige automatismos, transiciones rápidas y le aburre la posesión masiva sin llegada a puerta. La decisión es inminente. Antes de acabar el Mundial, que apunta a Brasil de campeón, salvo mordisco de Argentina, la selección española tendrá claro su futuro inmediato.
PD. Más allá del módulo táctico, España ha echado de menos una virtud esencial en el fútbol de hoy en día: limpiar contrarios en el uno contra uno. En momentos cumbre, no apareció nadie. Ni desde lo extremos, ni en la segunda línea. Urge encontrar virgueros en los extremos, incluso en el último pase interior. No llegamos a Mbappé, ni a Neymar, ni a Messi, pero sí necesita España un driblador eficaz.
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