Vinnie Jones: de la Premier a malote con gracia (a veces) del cine

No sería descabellado pensar que el carácter de Vinnie Jones viene modelado de serie. Nacer en el corazón de Inglaterra, con partes del ADN galesas (de ahí que jugara con la selección de País de Gales) e irlandesas debe de ser algo que marca. También explica sus momentos de tensión con el Código Penal, con una condena por agresión tras discutir con un vecino; y otra por abofetear a un pasajero durante un vuelo, con amenazas de acabar con la vida de la tripulación (mil libras de multa más ochenta horas de trabajos para la comunidad), además de retirarle la licencia de posesión de armas de fuego, algo que sus paisanos de Hertfordshire seguro agradecieron.

Vincent Peter Jones siempre estuvo vinculado con el fútbol desde casi un crío hasta firmar su primer contrato semiprofesional con el Wealdstone F.C. de la quinta división inglesa. Hasta ese momento, la vida de Vinnie pasaba de los campos de fútbol a los andamios, donde trabajaba como peón de albañil. Había que contribuir a la causa familiar. De Inglaterra pasó a la Liga Sueca, cedido al IFK Holmsund, escaparate para que, tras su regreso a casa, fuese vendido al Wimbledon por diez mil Libras, un cambio que marcó el futuro de Vinnie como jugador ya profesional.

Jones formó parte de la irrepetible Crazy Gang (banda de locos, los Zumbados, como se prefiera), un grupo de jugadores del Wimbledon marcados por su carácter indisciplinado y por un comportamiento sobre el terreno de juego que haría las delicias a Mateu Lahoz. Lo cierto es que alcanzaron el cielo del fútbol inglés cuando ganaron la FA Cup de 1988 al entonces campeón de la Premier, el Liverpool en el viejo Wembley, con gol de Lawrie Sánchez (padre ecuatoriano, madre irlandesa). La entonces Princesa de Gales, lady Di, fue la encargadade entregar el trofeo a los ganadores, aunque no consta que los locos de Wimbledon hicieran con su realeza alguna de las suyas. Como curiosidad, éste fue el último partido que Laurie Cunningham jugó en Inglaterra antes de regresar a España para militar en el Rayo (antes, fue el primer británico en fichar por el Real Madrid), y que tuvo un trágico final al fallecer en un accidente de tráfico en España.

Un año después de este histórico triunfo, Vinnie Jones fue traspasado al Leeds United, con quien ganó el título de Segunda División viendo, atención, solo tres tarjetas amarillas en toda la temporada. Posteriormente, otro cambio de aires, de Leeds a Sheffield con los Blades, con quienes anotó dos goles. De Sheffield a Londres, para enrolarse en el Chelsea, con 7 goles y tan solo 3 amarillas durante todo el año; y de nuevo retorno a Wimbledon, para firmar otra campaña de ensueño: sextos en la Premier y semifinalistas en la FA Cup. La última parada de la carrera futbolística de Jones le condujo al Queens Park Rangers, como entrenador/jugador, retirándose a finales de 1998 con 34 años de edad.

A pesar de la moderación en el número de amonestaciones en el tramo final de su carrera deportiva, Vinnie Jones pasará a la historia del fútbol inglés como uno de los tipos más duros (podríamos utilizar otros calificativos que, por decoro, nos ahorramos) sobre el terreno de juego. Se puede decir que Michel no es el pionero en la acción de agarrar por los testículos a un rival cuando en 1991 quiso descentrar con esta impúdica acción al jugador del Valladolid, el pibe Valderrama en el Bernabéu. Cuatro años antes, en un partido entre el Wimbledon y el Newcastle, Vinnie Jones fue sorprendido agarrando los huevos (perdón por la expresión, pero ya que estamos en confianza…) de Paul Gascoigne, jugador que como es sabido no se caracterizaba precisamente por su amabilidad sobre el campo, además de una vida personal bastante complicada. Más que una marrullería, una temeridad por parte de Jones. Lo cierto es que el propio Vinnie presumía de estilo duro y contundente, presentando un video llamado, Soccer’s Hard Men (Los hombres duros del fútbol), todo un catálogo de barbaridades cometidas en un campo de fútbol por tipos como el mismo Jones, Bryan Robson, Jack Charlton o Steve McMahon, lo mejor de cada casa. La Federación sancionó a Vinnie Jones con una multa de veinte mil Libras y seis meses de suspensión, reducidos notablemente tras los recursos. Lo que perduró desde entonces fue su apodo: cerebro de mosquito. A nadie le extrañó.

Estaba claro que la carrera cinematográfica de Vinnie Jones se encaminaría hacia un tipo de personajes muy próximos al carácter del futbolista. Con Guy Ritchie comenzó su idilio en Lock, Stock and Two Smoking Barrels, de 1998, comedia sobre un atraco perfecto, con el papel de Big Cris, cobrador del corredor de apuestas, Harry ‘El hacha’ Lonsdale. Dos años más tarde, participó en una joya del cine británico: Snatch, junto a Brad Pitt o Benicio del Toro, la delirante historia del robo de un diamante en la que Vinnie Jones interpreta a Tony Dientes de Bala, un tipo duro, con más vidas que un gato al que terminan asesinando no sin un enorme esfuerzo y derroche de balas. El éxito internacional de este film catapultó la carrera de Vinnie, con un total de 109 apariciones en cintas, algunas también notables como Johnny Was, X-men: la decisión final, haciendo de Cain Marko/Juggernaut , malote de la Hermandad de Mutantes; o The Midnight Train, peli de terror en la que interpreta al carnicero y asesino en serie Mahogany. Vamos, que Vinnie está tan encasillado en este tipo de papeles que, incluso en películas infantiles de dibujos animados, como Madagascar, 3, pone la voz a Freddie The Dog, el gran danés de los perros pendencieros del Circo Zaragoza. Niquelado.

Esta es la más que interesante vida de Vinnie Jones, contada en primera persona por él mismo en una más que recomendable autobiografía titulada, Vinnie, ¿confesiones de un chico malo?, en la que en el primer capítulo se pregunta a sí mismo si es un Diablo o un Ángel. Seguramente, es simplemente Vinnie.