¿Qué le falta al fútbol femenino en España para que sea un deporte de masas?

La Primera Iberdrola puede presumir de contar con el récord de mayor asistencia a un partido entre clubes en todo el mundo, el que protagonizaron Atlético y Barça en el Wanda Metropolitano hace apenas un año. Aquel día el estadio registró 60.739 espectadores, algo impensable tiempo atrás. Sin embargo, una jornada después la realidad nos dio de bruces. Al Cerro del Espino acudieron poco más de 600 personas para ver al Atlético-Betis, lo que viene siendo el público habitual tanto en Majadahonda como ahora en Alcalá de Henares. ¿Qué hacer para llegar a más gente? ¿Cómo convertir el fútbol femenino en un deporte de masas?

Estadios. Es hora de dar el salto. Abandonar las ciudades deportivas y jugar en estadios de fútbol, con gradas de verdad, sin barandillas o sentados en hormigón. Dejar esa parte amateur se antoja prioritaria para crecer. Igual de importante es facilitar comunicación y transporte al recinto. Para el público general no es tan fácil acudir a Alcalá o San Sebastián de los Reyes.

Promoción. Al hilo del anterior, cuidar al aficionado resulta vital. Y en ese sentido las redes sociales de muchos equipos, así como carteles publicitarios en barrios y ciudades, deben ser canales de información de cualquier tipo de evento, sobre todo para los partidos. Cuando el Rayo abrió Vallecas para el partido contra el Barça, la difusión del club fue mínima. Tampoco hay que ponerse trabas y buscar mejores horarios para las competiciones: no puede ser que coincidan en hora los cuartos de final de Copa del Rey con la Final Four de la Supercopa femenina. Es pegarse un tiro en el pie.

Imagen. En eso, como en casi todo, el mejor ejemplo es el Barça. Redes sociales impecables, con contenido exclusivo, vídeos de entrevistas y resúmenes de los partidos, información al instante… cuidar el más mínimo detalle, desde el césped (no puede volver a verse lo sucedido en Huelva) hasta los canales digitales (hay clubes que en ocasiones ni dan las alineaciones antes de un partido). En esto, los medios también deben contribuir, tanto en la realización (evitar enfocar gradas vacías o desfasarse con los nombres en los onces) como en los comentarios.

Inversión. Por supuesto, nada se logra sin recursos económicos. El Barça ha formado un equipazo a golpe de talonario y nadie es capaz de vencerle. Con los mínimos presupuestos que se barajan en fútbol femenino, y teniendo en cuenta que hasta 12 de los 16 equipos de la Primera Iberdrola cuentan con el amparo de clubes de primer nivel, es lógico exigir un esfuerzo. Un torneo más nivelado hacia arriba lo hace más fuerte, y evita situaciones como el 1-10 de la final de Supercopa o que un gigante como el Valencia se encuentre en puestos de descenso.

Arbitraje. La tardía llegada de las mujeres al arbitraje ha provocado que su desarrollo no sea el adecuado. Vemos en cada jornada errores graves que dañan la imagen de la competición y del fútbol femenino español. Si el VAR se ha convertido en imprescindible en todos los torneos masculinos, en la Primera Iberdrola sería la perfecta solución, por mucha inversión que suponga. Otra opción pasa por mejorar la formación de las árbitras, o incluso que tanto hombres como mujeres puedan dirigir partidos femeninos. ¿Por qué no?

Apoyo. El fútbol femenino necesita una institución que vele al cien por cien por sus derechos, que cumple lo que promete y que invierta en las futbolistas. La Liga ha trabajado duro en los últimos años y tiene gran parte de culpa del crecimiento reciente. Ahora la RFEF ha querido dar un paso más, apropiándose del campeonato liguero y ofreciendo dinero, acuerdos televisivos y un modelo similar al de los grandes países europeos. De momento, y pese a la consecución del convenio colectivo (lo que ha costado) la gestión ha dejado bastante que desear. Sin ir más lejos, el problema con las televisiones persiste, pese a que Rubiales advirtió que todos los partidos serían retransmitidos. A veces, encuentros de Barça o Atlético son imposibles de ver salvo en el campo.

Ejemplos. Si el deporte femenino está lleno de heroínas que inspiran a las más pequeñas a lograr sus sueños, las futbolistas deben ser el eje central, sobre todo en un país donde el fútbol pasa por ser el deporte rey. Ser accesibles, aparecer en los medios, mostrar cercanía y valores… y sobre todo, demostrar que ser mujer y triunfar en el fútbol puede ir de la mano. Cada vez son más las niñas que quieren dedicarse a esto, y son precisamente las que hoy son sus ídolos quienes han asegurado un futuro prometedor luchando por un convenio justo. Las instituciones educativas deben también aportar su granito de arena, y parece que poco a poco lo están haciendo.

Éxito. Es fácil decirlo, pero no hay forma más directa hacia el estrellato que levantar trofeos, batir récords, lograr gestar imposibles. Triunfar, como ha hecho Estados Unidos a base de conquistar cuatro de los siete mundiales o el Lyon ganando las cuatro últimas Champions. Que el Barça haya jugado una final de la máxima competición europea o que España sea capaz de rivalizar con el gigante estadounidense son pequeños logros, pero el primer paso para alcanzar grandes objetivos. Mimbres hay.