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La huelga femenina, una revolución para abandonar por fin el amateurismo

David Orenes

Actualizado 23/10/2019 a las 17:15 GMT

Ya es oficial. Después de más de un año de negociaciones, las jugadoras de la Primera División femenina han decidido convocar huelga por falta de acuerdo para la firma de un convenio colectivo.

Convenio colectivo

Fuente de la imagen: Twitter

La amenaza, latente en la última reunión (la decimoctava), no era un farol y la decisión tomada poco tiene que ver con una pataleta. El hartazgo es evidente y con mucha razón, por mucho que algunos lo vean ‘excesivo’. Exponemos aquí los motivos que han llevado a este conflicto de nunca acabar.
4 de octubre de 2018. Tras varios años reclamando unas condiciones laborales mínimas, las futbolistas deciden dar un paso al frente. Con ayuda de AFE (Asociación de Futbolistas españoles/as) y el resto de sindicatos (Futbolistas ON y UGT) se reunieron con la patronal (la Asociación de clubes de fútbol femenino, constituida desde 2015 por medio de La Liga) en la sede del Consejo Superior de Deportes para negociar la creación de un convenio colectivo.

¿En qué consiste un convenio colectivo?

Se trata de un acuerdo entre trabajador y empresa en cuestión que regula una serie de condiciones de trabajo, y que en este caso sería aplicable a todos los clubes de Primera por igual. Jornada laboral, horarios, descanso, vacaciones, prevención de riesgos laborales, retribuciones salariales, reconocimientos médicos específicos, derechos de explotación, prevención de acoso laboral, protección de la maternidad o régimen disciplinario son algunas de las cuestiones que se han tratado a lo largo de los últimos 13 meses.

La parcialidad, el quid de la cuestión

Tras 18 reuniones infructuosas en este periodo, con leves acercamientos en diferentes posturas, la negociación se ha estancado definitivamente. ¿La razón? El asunto de la parcialidad. Para quien no lo entienda: una jornada laboral con 100% de parcialidad implica una cotización del 100% cada día trabajado. Es decir, de 340 días trabajados cotizan los 340. Con un 50% de parcialidad, en cambio, solo cotiza la mitad: 170 días. Mientras que la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino les ofrece una jornada mínima de 20 horas semanales (50%) y 16.000 euros brutos al año, las futbolistas exigen una parcialidad del 75 por ciento, 30 horas en la suma de la semana. "Somos futbolistas el cien por cien de nuestro tiempo", reiteró en varias ocasiones Ainhoa Tirapu, portera del Athletic y vicepresidenta del Comité de Fútbol Femenino de AFE. Así pues, el rechazo a esta propuesta va más allá del factor económico, pues salpica directamente al paro o la jubilación.
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Ainhoa Tirapu, durante la reunión de AFE

Fuente de la imagen: Twitter

La ACFF no acepta estas condiciones ya que considera que son salarios que no pueden ser asumidos para muchos clubes. "El impacto presupuestario que supondría para los clubes la propuesta de los sindicatos es de 1.600.000€. En un ejercicio de responsabilidad, la ACFF no puede aceptar un convenio con estas cifras por ser inasumibles”, explicaron a través de un comunicado. Carol Miranda, ex técnica del Valencia CF, también se posicionó a favor de la ACFF a través de redes sociales: "Los clubes quieren lo mejor para sus jugadoras, si no dan más es que no pueden. Creo que las jugadoras no están mal, preguntemos en otros deportes o sectores. Si no pensamos con coherencia, la gente que nos apoya se apartará. Y nos volveremos a quedar solas”.

A la huelga

La reunión de este martes 22 de octubre entre las jugadoras (casi 200, representando a los 16 clubes de Primera Iberdrola) y los sindicatos llevaron a la conclusión de la convocatoria de huelga, decisión que recibió el 93% de los votos. Dicha huelga se llevará a cabo en la séptima u octava jornada si no hay acuerdo previo.
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Ada Hegerberg, Lyon vs Barcelona, Champions League final

Fuente de la imagen: Getty Images

Esta medida se toma con la certeza de saber lo que se están jugando, no solo para ellas, sino para las futuras futbolistas. La profesionalización del fútbol femenino español ha ganado enteros en los últimos años gracias al esfuerzo de diferentes clubes, al patrocinio de empresas de primer nivel (caso de Iberdrola) y, sobre todo, a los éxitos cosechados por las propias jugadoras, ya sea en categorías inferiores de la Selección (con medallas en prácticamente todos los Europeos y Mundiales) como a nivel de clubes, donde se han batido récords de asistencia y audiencias, así como alcanzar la mismísima final de Champions.

¿Profesional o amateur?

Esta situación de esplendor contrasta con las quejas por el arbitraje cada jornada. Con el estado del césped en determinados partidos. Con la falta de comunicación y promoción de los clubes. Con la guerra de las televisiones y la vergüenza de no poder ver en directo a los dos mejores equipos de la Liga (problema que se acabaría con este convenio, pues los clubes dejarían de negociar sus derechos de forma individual). Es la cara B del fútbol femenino español, un lastre con el amateurismo como sello del que todavía no puede escapar.
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Deplorable estado del césped del Sporting de Huelva

Fuente de la imagen: Twitter

Ser profesional cada día no solo implica jugar y entrenar. "Somos futbolistas el 100% de nuestro tiempo”. Los viajes, la falta de vida social, compaginar deporte y estudios, evitar actividades arriesgadas, cuidar el cuerpo y la dieta, acudir a eventos… el grado de profesionalismo es elevadísimo en comparación a lo que reciben. Ceder en la parcialidad es aceptar que cada semana hacen media jornada laboral, y eso sí que sería no ser profesional. "Creemos que es el momento del fútbol femenino y tenemos que luchar por nuestras compañeras”, dice Ainhoa Tirapu. A luchar se ha dicho.
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