Sergio Ramos, con sevillanas maneras

Sergio Ramos y Cris, como llama el sevillano a Cristiano Ronaldo, no son amigos íntimos. Han convivido mucho juntos y celebrado muchos títulos, pero su complicidad ha nacido más del interés común que de la empatía natural que brotaba entre ambos. El éxito de ambos reside en su inabarcable ambición. En los dos aflora un gen ganador que les ha convertido probablemente en los dos estajanovistas más mediáticos del fútbol actual. Y eso les hace entender como un desafío a todos los que cuestionan su liderazgo directa o indirectamente.

A Sergio, como a Cristiano, el fútbol le abrió una posibilidad de convertirse en mucho más que un futbolista, en una celebridad. De demostrarse a sí mismo que no tenía límites y al mundo que nada era imposible para él. Salió de Camas rumbo a la cantera el Sevilla, donde llegó siendo un chaval con su melena al viento para enrolarse en una defensa que se afeitaba con navaja. Pero Sergio se adaptó a ese perfil áspero de pierna dura demostrando que su edad no era un impedimento para plantar cara a quien fuera. Fuerte en el juego dividido, desde el principio no escondió que tenía el ego de un delantero. Disparaba faltas, subía a rematar, se animaba a subir por la banda derecha como si de un lateral brasileño se tratase...

Después se fue al Real Madrid, donde ha forjado su leyenda a golpe de goles y de lo que los uruguayos consideran un arte, la llamada patada de ablande. Que no es otra cosa que marcar el listón de las tarjetas en los partidos a base de marcar el territorio al delantero rival. No es futbolista que se arrugue, aunque a veces su sangre caliente le juegue malas pasadas. Más allá de sus excentricidades, muchas de las cuales ilustran la serie de Netflix sobre el camero y su clan, Ramos ha protagonizado alguno de los momentos cumbres en el fútbol español de los últimos tiempos. Más allá del gol de Lisboa, que terminó de auparle al Olimpo blanco, Sergio es uno de los coleccionistas de trofeos más destacados de nuestro fútbol.

El defensa no solo ha logrado el récord de internacionalidades, con 168. Además forma parte de las leyendas de la selección junto a Casillas, que ha vestido la camiseta de la selección 16 años, los 15 de Ricardo Zamora y Luis Suárez, y él mismo junto a Gento con 14 años al servicio de la Roja. Y si en el madridismo coronó la Champions con el gol en el descuento ante el Atlético, con la selección Sergio puso el colofón al nacimiento del tiqui-taca. El 13 de octubre de 2007 en Aarhus (Dinamarca), con Luis Aragonés en el banquillo, España ganó 1-3 y Ramos marcó un gol histórico que definió un estilo de juego. 28 toques finalizados con un sutil golpeo de Ramos para superar la salida del meta danés y deslumbrar al mundo con un juego que conquistaría Europa y el mundo.

Ramos ha sabido adaptarse a todos los entornos. Fue duro entre los duros en aquel Sevilla, ha sido el más gallo en un vestuario de estrellas como el del Real Madrid, es el defensa más goleador, el capitán de una selección a la que llegó como lateral derecho y de la que saldrá como uno de los centrales más grandes de la historia. Hoy disfruta de esta selección junto a su querido Jesusito Navas, tutelando a dos cachorros béticos como Ceballos y Fabián, acordándose de sus queridos Antonio Puerta y Reyes... Y, sobre todo, riéndose de Janeiro. Sergio y sus sevillanas maneras...