Esto sí es otra dimensión: España consuma por fin su nueva realidad en el fútbol femenino

Si a una jugadora de la Selección española femenina de fútbol le preguntas por un sueño, muy probablemente se asemeje a lo vivido esta noche en el Metropolitano. Ni siquiera con la conquista del Mundial hace dos años se rompieron tantas cadenas y se derribaron tantos muros.

España ha ganado la Nations League de la forma más espectacular posible. Sin su mejor jugadora y actual Balón de Oro, Aitana Bonmatí, que se rompió el peroné solo dos días antes de la final. Una baja crucial en el campo y fuera de él, con toda la carga psicológica que conlleva para el grupo. Le ha ganado ¡3-0! a Alemania. ¡A Alemania! Una selección con un palmarés legendario, que a España siempre se le había atragantado (nunca le había ganado en 90 minutos) y que sembró de dudas a las nuestras en la ida, viviendo la peor primera parte de este equipo que se recuerda.

Hoy las de Sonia Bermúdez han jugado una final brillante, con una primera mitad donde solo ha faltado el gol (numerosas ocasiones claras) y una segunda con tres golazos apabullantes. Dos de Claudia Pina, una jugadora que estuvo dos años sin ir con la Selección después del conflicto de las 15, un despropósito que le llevó a perderse el Mundial. El otro ha sido de una Vicky López que ha tenido, a su 19 años, la responsabilidad de suplir a Aitana en una final, en un gran estadio a rebosar, ante una de las mejores del mundo. Y se ha inventado tal zapatazo que todavía tiemblan las redes de la portería.

Pero lo mejor ha estado en la grada: hoy, la Selección española ha vivido su partido con más asistencia como local en su historia, más de 55.000 personas (superando en más de 20.000 el récord anterior, en La Cartuja ante Francia el año pasado). Por primera vez, la Selección ha disfrutado de un ambiente único en casa, similar al que envidiaban en Wembley o en los estadios de Suiza, Australia o Países Bajos durante los grandes torneos internacionales. Ni siquiera la hora (un martes, día laboral, a las 18:30) evitó una fiesta absoluta en el Metropolitano, estadio elegido con gran acierto (no en vano, fue durante años el escenario del partido con más afluencia a nivel de clubes, el que disputaron Atlético y Barça ante 60.739 personas en 2019).

Es una grandísima noticia: primero, porque España ya sabe que puede atraer a masas y masas de gente. Segundo, porque el fútbol femenino ha congregado hoy a público de todo tipo, de todas las edades, de seguidores acérrimos a personas que jamás habían visto un partido de fútbol de mujeres. Muchos de ellos repetirán, o les contarán a otros lo que han visto, lo que han vivido. Y otros habrán alucinado en la tele y habrán pensado: "el próximo no me lo pierdo".

Y tercero, porque esta generación, la que ha ganado tres grandes títulos en los dos últimos años, merecía vivir una noche así. Ganar, levantar un trofeo y celebrarlo bajo un rugido eterno, con miles de banderas rojigualdas ondeando.

Por primera vez, la Selección española femenina de fútbol es correspondida. Tiene todo lo que se merecía. Tiene tranquilidad, tiene profesionalismo. Sin Rubiales, sin Vilda, sin Tomé, con una Sonia Bermúdez que ha reinstaurado la paz. Una paz en la que es posible ver a Jenni Hermoso o Mapi León de nuevo en la Selección. O a Vero Boquete pisando Las Rozas. Tiene un estadio lleno a su altura, atrás quedaron Almendralejo o Butarque. Tiene al Rey presidiendo en el palco, y botando después en el césped con las jugadoras, a las que antes solo habían acompañado la Reina o sus hijas. España tiene el respeto internacional, si es que no lo tenía ya. Se acabó lo de amedrentarse ante nadie. Adiós al miedo, al conformismo, al empequeñecimiento o al victimismo. 3-0 a Alemania, no lo olvidarán nunca.

Y sí, España tiene afición. Si un martes puede meter 55.000 personas en un estadio, ¿qué podrá hacer un fin de semana, o un día que no pongan un Barça-Atlético adelantado el mismo día, o en horario de prime time? Si antes parecía imposible, hoy se sueña con más fuerza que nunca con albergar un gran torneo de selecciones. Ese y no otro debe ser el siguiente paso de esta Federación.

Este 2 de diciembre es un día grande para el fútbol femenino español. Porque el mayor éxito no es levantar un trofeo, es que una niña con la camiseta de Alexia vaya al Metropolitano con su padre a ver a la mejor selección del planeta. Y sea la envidia de todo el colegio.