BATE Borísov, el equipo que puso a Bielorrusia en el mapa antes de la pandemia

Ahora que todos los ojos del fútbol mundial se posan sobre Bielorrusia, uno de los cuatro países que han decidido no frenar en seco su actividad futbolística y el único en Europa, empiezan a resultar reconocibles nombres como los del Dinamo de Brest, el vigente campeón, el Shakhter Soligorsk o BATE Borísov. Este fin de semana ha sido precisamente el primer triunfo del BATE en la Vysshaya Liga, que va por su tercera jornada, la gran noticia del fútbol local, ya que la gran potencia nacional durante los últimos años había tenido un inicio irregular con varios tropiezos.

El BATE ha comenzado este año un proceso de reconstrucción en el que se ha puesto al frente de la nave amarilla a Kirill Alshevskiy, entrenador del filial el año anterior. Varios veteranos del club como el exbarcelonista Aleksander Hleb, que anunció recientemente su retirada, o el lateral de ascendencia peruana Alexei Ríos dejaron paso a savia nueva para intentar recuperar lo antes posible el trono nacional. El Dinamo de Brest puso fin en 2019 a una tiranía de 13 años consecutivos en los que Bielorrusia sólo conoció un campeón, el poderoso BATE que Viktor Goncharenko diseñó para asentarse de forma recurrente como un miembro reconocible de las fases de grupos de la Champions League.

Goncharenko, hoy entrenador del CSKA de Moscú, llegó al banquillo de Borísov en 2007, avanzó desde las categorías inferiores poco a poco después de romperse los ligamentos de la rodilla a los 25 años y tuvo un éxito inmediato al levantar la primera de sus cinco ligas consecutivas (siete en total en aquel momento) entre 2008 y 2013, cuando dio el salto al fútbol ruso.

Bordachev, Shitov, Baga, Nekhaychik o Volodzko empezaron entonces a ser nombres comunes que aparecían en el radar de los aficionados de grandes potencias como Real Madrid, Barcelona o Juventus, equipos que se cruzaron en las fases de grupos de la Champions de forma recurrente con el BATE, teniendo que afrontar incómodos desplazamientos a Borísov en pleno otoño europeo. Este roce permanente empezó a hacer crecer el fútbol bielorruso, que incluso llegó a alcanzar el tercer puesto del Europeo Sub-21 de 2011, torneo en el que la España de De Gea, Thiago o Mata la derrotó en la prórroga. Aquella gesta le permitió a Bielorrusia jugar por primera vez en los JJ. OO. de Londres.

Seis jugadores del BATE formaron parte de aquella histórica selección, y aún hoy se mantienen varios de aquellos jóvenes como la columna vertebral del BATE actual, como el central Filipenko, los centrocampistas Drahun y Baha o el atacante Skavysh. Filipenko fue uno de los jugadores que más cartel ha tenido a nivel continental, lo que incluso le valió un fichaje por el Málaga que no terminó de triunfar en La Rosaleda. Una oscura noche copera ante el Levante y su falta de adaptación a España lo lastraron durante todo su periodo como malaguista (sólo jugó 11 partidos) y finalmente se marchó rumbo al Maccabi de Tel-Aviv israelí para terminar volviendo a casa, donde es toda una institución.

Tras la salida de Viktor Goncharenko en 2013 llegó Aleksandr Yermakovich en una clara apuesta continuista, y los resultados siguieron sin resentirse. Entre 2013 y 2018, con su guardia pretoriana sobre el césped y una media inglesa casi impoluta, el BATE seguía frecuentando la Champions, hasta que en la 2016/17 empezó a haber signos de agotamiento en las fases previas y la Europa League empezó a ser su hábitat frecuente. Allí ha seguido recibiendo entre septiembre y diciembre a varios ilustres de la aristocracia europea como Chelsea o Arsenal, que tenían que bajar al barro y sumergirse en la densa niebla otoñal de Borísov para avanzar en el purgatorio de lo que en su momento era la Copa de la UEFA.

La pérdida de competitividad del BATE, único representante del fútbol bielorruso en la Champions y en la Europa League hasta que se le unió el Dinamo de Minsk en 2014, hizo que en la presente temporada tuviera que comenzar su periplo para acceder a la Champions desde la primera ronda, lo que implicaba cuatro eliminatorias si quería acceder a la fase de grupos. Por primera vez desde que en 2007 el Villarreal le impidió meterse en la fase de grupos de la Copa de la UEFA, el BATE no ha tenido ninguna fase de grupos que disputar. Aleksey Baga fue el sucesor de Goncharenko y Yermakovich, pero la generación dorada del BATE cada vez daba más síntomas de agotamiento, lo que le dio el título al Dinamo de Brest.

En este nuevo año, el BATE ha recurrido a Kirill Alshevsky, conocedor de primera mano de las inferiores de la selección bielorrusa, para empezar a articular el cambio de guardia. La súbita atención que ha recibido la liga bielorrusa ha pillado al BATE en plena reforma, quizás en el momento más inoportuno para mostrarse al mundo después de haber sido el más digno representante de la exrepública soviética en Europa durante casi tres lustros.