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Jiménez y Cabrera-Bello empiezan con buen pie

Eurosport
PorEurosport

Actualizado 18/07/2013 a las 20:53 GMT

Comenzar el Open Británico con 'birdie' en los tres primeros hoyos, que es lo que hizo Miguel Ángel Jiménez, es como marcar tres golazos a Brasil, en Maracaná y en el primer cuarto de hora, pero Muirfield y el golf no es balompié aunque el malagueño de 49 años pusiera su primera piedra de un edificio que podría ser histórico.

Miguel Ángel Jiménez

Fuente de la imagen: EFE

El campo escocés de Muirfield, pegado al Mar del Norte, podría asemejarse, no obstante, a Maracaná, de no ser porque su hierba amarillea, como dormida en terreno yermo; algunas de ellas alcanzan la altura de las rodillas lejos de calle y el viento posee invitación de por vida. Esto es el Open Británico, y solo un genio en España, Severiano Ballesteros, fue capaz de ganarlo y por tres veces.
Veinticinco años desde la última victoria de 'Seve' (1988) dos españoles han comenzado muy derechos el British, el torneo más longevo del universo. Uno de ellos es el susodicho Jiménez, de 49 años, y el otro el grancanario Rafael Cabrera-Bello, con 20 años menos que el andaluz, de vientre plano y cuerpo moldeado en el gimnasio.
Cabrera firmó una tarjeta de 67 golpes (4 abajo) que él mismo se encargó de plastificar y tuitear una vez que pasó el control. Este canario que adora lo que en su tierra cae solo en la cumbre del Teide (adora el esquí) es segundo empatado con Mark O'Meara (56 años) y a un golpe del primer líder, el estadounidense Zach Johnson. Jiménez, quien se rompió la tibia esquiando en diciembre en Granada, selló 69 (-3) y figura en la cuarta plaza compartida.
Aunque es pronto para afirmarlo, Jiménez -que ya es el campeón de más edad de la historia del Tour europeo- podría también ser el más veterano en ganar el Open Británico en su décima comparecencia. El récord se mantiene en poder del viejo Tom Morris desde 1867. Ganó su último Open con 46 años y en una época en la que ni siquiera había luz eléctrica en calles y casas. Quien sí demostró tener luces fue Cabrera-Bello, pues tras su formidable vuelta puso pie en tierra: "Esto no ha hecho más que empezar y es muy pronto para pensar en ganar".
Después, el grancanario, en un alarde de deportividad en su segundo Open Británico, elogió el trabajo del veterano Jiménez, del que dice haber aprendido una barbaridad. "Lo que más admiro de Miguel, y lo que intento imitar, es que siempre que llega a un torneo hace todo lo necesario para sentirse cómodo. Se fuma sus puros, se bebe su vino y procura disfrutar a tope de esa semana. Por eso llega al 'tee' del 1 bien preparado para rendir al máximo", comenta Cabrera-Bello.
Tampoco le fue mal por esa vía del sentimiento de comodidad consigo mismo a Tiger Woods, el mejor golfista del planeta, quien viajó a Escocia junto a Lindsay Vonn -novios oficiales- y dejó unos 69 golpes interesantes para su futuro en este torneo que ya ha conquistado en tres ocasiones. La lección de comodidad y la diversión antes que el resultado a ultranza sigue suspendida, en cambio, para el norirlandés Rory McIlroy, de 24 años y segundo mejor jugador del mundo.
McIlroy fue un desastre también el jueves de Muirfield, en un nuevo renglón de un año mediocre. Necesitó 79 golpes para concluir (8 sobre el par). En el colmo de la desesperación, McIlroy llegó a enviar un 'putt' desde el 'green' a un 'bunker', rebasando el hoyo como un meteoro.
Esos mismos 79 golpes los repitió Nick Faldo el día que cumplía 56 años, solo que los suyos son excusables. No solo por su edad, sino porque el ganador de tres Jarras de Clarete -dos de ellas en Muirfield- no compite desde el Open de 2010 por su labor de comentarista televisivo. Un puesto de trabajo demasiado prematuro para McIlroy, el primer fiasco en el yermo Muirfield.
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