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La "proeza" del hockey, un oro a base de "compromiso y trabajo"

PorEFE

Publicado 12/07/2017 a las 10:28 GMT

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Fuente de la imagen: EFE

Madrid, 12 jul (EFE).- El 7 de agosto de 1992 el estadio de hockey de Tarrasa celebró entusiasmado el primer oro olímpico de un equipo español. Hasta la fecha el único de una selección femenina, que escondió horas y horas de trabajo de un grupo de chicas comprometidas al cien por cien para firmar la proeza.
El segundo gol de España (2-1), en la prórroga frente a Alemania, coreado por unas 8.000 personas que hacían la ola una y otra vez sin dejar de animar con banderas españolas a la selección forma desde entonces parte de la historia de nuestro deporte y es una clara demostración de la máxima "querer es poder".
Aquel grupo, apodadas "las chicas de oro", quisieron hacer algo grande y lo decidieron un año antes, en 1991, cuando su seleccionador, el gallego José Brasa, les preguntó qué querían hacer en los Juegos, en los que el hockey femenino español debutaba como país anfitrión.
Antes de darlas tiempo para responder les mostró tres escenarios posibles. La primera opción era llegar, desfilar y pasarlo muy bien, la segunda ir a por el quinto puesto y la tercera pelear por las semifinales y optar a medalla, con "un trabajo inhumano".
Así lo escribió en una pizarra el propio técnico, que detalló en voz alta todo lo que habría que entrenar, antes de dejar a sus pupilas solas para que decidieran.
"Éramos casi treinta y todas queríamos llegar al máximo", recuerda Mercedes Coghen, exjugadora del Club de Campo de Madrid, capitana de aquella selección y vicepresidenta de la Federación Española de Hockey (RFEF), que conserva numerosos álbumes de fotos de aquellos Juegos.
La decisión de buscar medalla implicó una preparación muy larga, con concentraciones donde se trabajó el aspecto físico, el psicológico y mil y un detalles que pueden resolver un resultado.
También fue una preparación innovadora, gracias a la imaginación y las ocurrencias de Brasa. Las porteras se ejercitaran con una especie de cortina delante para mejorar su anticipación y adivinar la trayectoria de la bola en los penaltis; las jugadoras hicieron frente a las bolas que les lanzaba máquinas a gran velocidad y sus sticks estaban personalizados según las necesidades de cada una.
Holanda, Alemania, Bélgica, Rusia o Cuba fueron países donde se concentraron y vivieron experiencias de lo más diverso, como en tierras rusas, donde cambiaban su pintauñas por plátanos, en Cuba, donde jugaron contra la sub'21 masculina, y en Holanda, en Papendal, donde se encontraron con el Barcelona de Johan Cruyff,
"Nosotras hacíamos como tres sesiones de entrenamiento al día, y ellos hacían menos y jugaban unas pachanguitas. Luego jugábamos a las cartas con ellos por la noche y nos decían que si estábamos locas porque nos preguntaban qué cuánto cobrábamos y les decíamos que unas 2.000 pesetas. No lo entendían. Lo pasábamos muy bien, pero era un contraste enorme entre un deporte muy profesional y otro completamente amateur", relata Coghen.
La capitana española, que después encabezó la candidatura de Madrid a los Juegos de 2016 que perdió la votación final ante Río, recuerda las numerosas veces que hicieron y deshicieron maletas el año previo a Barcelona'92, tiempo en el que jugaron con las selecciones que iban a ser sus rivales allí.
"Una vez que estuvimos como 140 días fuera. El equipo estaba comprometido al cien por cien, hubo muchas que no llegaron pero estuvieron. Sin ellas no habríamos llegado a este resultado. Al final había una combinación muy buena de gente joven y madura. Era un equipo con carácter, talento y gente muy trabajadora", destaca.
Uno de los "momentos de máxima emoción", según cuenta, fue la llegada a la Villa Olímpica, porque allí "todo era novedad, era muy bonita y llegabas a competir para lo que tanto habías entrenado, peleando por un objetivo tan concreto y tan inmenso"
Coghen rememora lo "difícil" que fue llegar a la final para un equipo que debutó el 27 de julio con un empate (2-2) con Alemania, después de "un partido horroroso en el que todo salía mal", aunque dos días después se impuso a Canadá (2-1) y en el tercer encuentro superó (1-0) a Australia, que defendía el título olímpico.
El gol de Silvia Manrique, de penalti córner a los 4 minutos, y la capacidad de sujetar esa mínima ventaja metieron en semifinales a la selección, que dio el paso de gigante y la campanada.
El 4 de agosto, contra Corea, y después del desgaste de una prórroga aseguraron la medalla, en un partido en el que a los 9 minutos se pusieron con ventaja -por un gol de Natalia Dorado-, pero pero solo la conservaron durante 10.
Las coreanas, que habían ganado a España 7-0 en el último Mundial, empataron de penalti córner en el 29 y hasta el 98, en otro penalti córner, Mari Carmen Barea no resolvió la incógnita.
"Hay quien dice que fue más alegría que la de la final, porque ya habíamos conseguido una medalla. Fue increíble vivir allí la ola y todas las pancartas de apoyo. Al acabar el partido me puse a recoger todos los palos que las demás habían dejado tirados en el campo de la emoción", comenta Coghen, que en la víspera de la final contra Alemania dice que durmió mejor que nunca.
Según narra, su charla antes del partido fue superpositiva y también antes recuerda el detalle que tuvo el señor Salvatella, del CD Tarrassa, quien le entregó una foto de ella de pequeña en la que acompañaba a su padre, mientras él entregaba un premio. "Tu padre desde ahí arriba te está diciendo algo, así que ya te puedes aplicar", señala emocionada.
El partido empezó con el ambientazo de nuevo en las gradas, algunos cambios tácticos decididos por Brasa y otra prórroga obligada, después del 1-0 de Mari Carmen Barea (m.8) y el 1-1 de Hetschel (m.12), ambos de penalti córner.
"El gol de la victoria lo he visto muy pocas veces, quería llevármelo en el recuerdo y decía no lo voy a ver, pero hace tres o cuatro años en el Club de Campo lo pusieron y me llamaba la atención lo distinto que lo veía. Ahora sí que tengo ganas de ver la final entera", asegura.
Coghen dice que llegaron relajadas a la final, porque el objetivo ya estaba cumplido, y que el gol de la victoria que marcó Eli Maragall (m.83) habría entrado en cualquier caso, porque "era una jugada ensayadísima y si no lo hubiera metido ella lo habría metido Natalia Dorado, que se tiró detrás para rematar la bola".
"Medir lo que conseguimos lo hemos hecho con el tiempo, según maduras. He seguido relacionada con el deporte, mis hijas juegan y veo lo difícil que es lo que hicimos nosotras, que llegamos con nula experiencia. La mujer española ha tardado en llegar al deporte porque empezó más tarde, pero el camino lo está haciendo muy deprisa. Nosotras, unas chicas normales, llegamos a ser medalla de oro olímpica. Fuimos pioneras y fue una proeza", defiende.
España estuvo representada en Barcelona'92 por Mercedes Coghen, Mariví González Laguillo, Sonia Barrio,Natalia Dorado, Anna Maiques, Elis Maragall, Mª Isabel Martínez de Murguía, Nuria Olivés, Virginia Ramírez, Mª Ángeles Rodríguez, Silvia Manrique, Teresa Motos, Maider Tellería, Mª Carmen Barea Cobos, Nagore Gabellanes Marieta y Celia Corres.
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