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Maratón

Blog De la Calle: La liebre se merendó a los leones

Fermín de la Calle

Actualizado 15/06/2017 a las 17:40 GMT

Lazarus cumplió con su cometido, llevando en tiempo el maratón al kilómetro 36. Pero se encontró con fuerzas y le esperaba la Abadia de Mont de Saint Michel...

Lazarus Too

Fuente de la imagen: Eurosport

La bahía del Mont Saint Michel fue testigo el pasado fin de semana de un curioso hecho que ha pasado inadvertido fuera de Francia. Se disputaba la edición número 20 de su maratón, una carrera que va ganando popularidad con el paso de los años. Especialmente llamativo resulta para los atletas keniatas, que han ganado 14 de las 20 ediciones de esta competición.
El día amaneció con un calor pesado que favorecía a los africanos, que se lanzaron a desafiar las carreteras del departamento de Cancale buscando consagrarse en la meta de Mont Saint Michel. Considerado uno de los 10 maratones más bellos del mundo, el Maratón de la bahía del Mont Saint Michel fue creado en 1998 por un grupo de amigos en el Club de Leones de Saint-Malo, con la finalidad de compatibilizar la práctica de deporte con el disfrute de la belleza de la bahía y la llegada al pie de la Abadía de Mont-Saint Michel. Un maratón que cuenta con la peculiaridad de visualizar la línea de meta desde cualquier punto de la carrera. Al ser una edición tan significada como la 20, y en su afán de aumentar el nivel y mejorar el status de la prueba, la organización había concretado con diversos atletas que hiciesen las labores de liebres para asegurar un buen ritmo de carrera.
Uno de los atletas designados era el keniata Lazarus Too. Un corredor con un récord discreto que trataría de llevar al pelotón de favoritos hasta el kilómetro 36 con un buen ritmo, abriendo luego el camino a las hostilidades entre los candidatos a la victoria final. Pasados los diez kilómetros ya se había formado un grupo a la espalda de Lazarus en el que militaban Bernard Talam, Wilson Kipkoech y Stephano Gwandu. Too imprimía un ritmo vivo que agradecían los organizadores, pese al bochorno reinante.
Al keniata se le veía cómodo en la cabeza. Abstraído, sin duda, de la batalla táctica que se libraba a su espalda, lo que no sabían sus perseguidores es que en la cabeza, o mejor dicho, en las piernas de Lazarus, comenzaba a fraguarse un motín. Pasada la mitad de carrera se encontraba cómodo y cuando llegó el temido ‘Muro’, más allá de los 30 kilómetros, mantuvo su brioso correr sin síntoma alguno de fatiga. Todo estaba listo para que Lazarus se echase a un lado cuando la carrera entró en su recta final. Sin embargo, la liebre decidió alterar el plan: “Me pidieron llevar la carrera hasta el kilómetro 36 a buen ritmo y yo cumplí. Pero al llegar a la distancia convenida ​​me sentí realmente en forma, por lo que decidí continuar mi esfuerzo a la línea”.
Too se vio con fuerzas para alcanzar la Abadía de Saint Michel a buen tiempo, más allá de las opciones de disputar el triunfo. Pero contra todo pronóstico el keniata en lugar de pagar el esfuerzo subió el ritmo y entró en solitario en la meta ante el asombro generalizado. Completó los 42.195 metros en un tiempo de 2h13’51''. Un ritmo de 18,91 kilómetros por hora, promedio que le convertía en el mejor tiempo desde que Olivier Nsimba paró el crono en la meta en 2h08’55’’ en 2004. Por detrás de Lazarus entraron Stephano Gwandu (2h15'25'') y Wilson Kipkoech (2h15'31'') completaron el podio, mientras que en la categoría femenina se impuso la etíope Medina Deme (2h45’09'') por delante de las francesas Arlette Pichot (03h01'01'') y Hélène Perdriel (3h15’38'').
En la meta surgió el inevitable debate. ¿Fue ética la maniobra del keniata o debía haberse retirado en el kilómetro 36 tras cumplir su cometido como liebre? Algunos le acusaron de oportunista. Desde la organización se advirtió que Too había cumplido su cometido y que “la decisión de seguir era estrictamente personal”. Y el corredor se limitó a declarar: “Tenía la victoria en sus piernas y no la quería desperdiciar”. Lazarus hizo caso a su corazón y decidió aparcar por un día su rol de liebre para convertirse en león y saborear las mieles del éxito. ¿Hizo bien? ¿Qué piensan ustedes?
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