Rossi volvió a reinar.

'Il Dotore' firmó en 2008 una de sus mejores temporadas de los últimos años, no se bajó del podio, a excepción del GP de Holanda, desde la segunda carrera del año en Jerez hasta el final de temporada. Precisamente fue en el mítico circuito de Assen, la catedral del motociclismo para muchos y lugar de inicio de La Vuelta Ciclista a España 2009, el italiano cometió el único error de la temporada al caerse en los primeros minutos de la prueba, pese al traspié no se amilanó y tras recuperar su moto, regresó a la pista para acabar undécimo, lo que a la postre le sirvió para ser el único piloto de la cilindrada que puntuó en todas las carreras.

Rossi protagonizó una temporada de lujo: nueve victorias y, cinco segundos puestos y dos terceros le valieron el título mundial mucho antes de que concluyese la competición. Precisamente logró su octavo título en Motegi, en el mismo escenario en el que en 2007 se coronó campeón su rival, el australiano Casey Stoner.

Por su parte, el campeón destronado se tuvo que conformar con la segunda plaza del campeonato. Stoner luchó hasta el final con el español Dani Pedrosa por esa posición y evitó que repiese como subcampeón del mundo.

Daniel Pedrosa debía haber sido uno de los claros aspirantes al título mundial de MotoGP pero se volvió a quedar en eso, en aspirante. Sus opciones al título mundial se le fueron al barcelonés cuando en el circuito alemán de Sachsenring lideraba la prueba con suficiencia bajo una lluvia torrencial, se cayó y dejó las posiciones de podios para los que fueron sus verdugos de la temporada, Stoner y Rossi.

En lo que sí se convirtió Dani Pedrosa en el protagonista fue en provocar la última gran revolución de la cilindrada. Sus críticas al rendimiento de los neumáticos Michelin supuseron un cisma insalvable con el fabricante francés, quien perdió a mitad de temporada a una de sus principales figuras y, lo que acabó siendo peor, provocó una sucesión en cadena de acontecimientos que forzó la decisión final de un suministrador único para los siguientes tres años: Bridgestone.

El mallorquín Jorge Lorenzo tenía que ser protagonista de la temporada y lo consiguió a todos los niveles: comenzó muy fuerte la campaña y se subió al podio en las tres primeras carreras, con sendas poles y victoria en Portugal, pero su ambición le hicieron cometer un grave error en China, donde se fracturó los dos tobillos. Pese al percance acabó cuarto la carrera de Shanghai.

Dicho esfuerzo le hizo pagar un precio muy alto y, salvo por el nuevo podio en Le Mans, el piloto español se hundió en una racha de incertidumbre de la que no salió hasta San Marino, tras el periplo estival.

El italiano Marco Simoncelli ganó para Gilera su primer título mundial en muchos años a pesar de los esfuerzos de Álvaro Bautista por evitarlo y por el hecho de ser él el primer aspirante a suceder a Jorge Lorenzo, pero sus numeroso fallos en España, China, Francia e Italia pesaron como una losa durante el resto de la temporada, en la que no se bajó del podio en ningún momento. En cuanto al piloto de Dos Aguas, su irregularidad durante toda la temporada y una grave caída en Japón, en la que tuvo múltiplex fracturas de vértebras, impideron que pudiese estar luchando por heredar el trono de Lorenzo.

Muy pocos eran los que contaban con el francés Mike di Meglio en el octavo de litro y al final se llevó el que se coronó, a pesar de los esfuerzos del defensor del título, el húngaro Gabor Talmacsi, que no superó la falta de fiabilidad de su Aprilia RSA, y del italiano Simone Corsi, quien comenzó muy fuerte pero luego fue incapaz de superar el bache de rendimiento en que cayó.