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Juegos Olímpicos 2018 PyeongChang: Un milagro llamado Javier Fernández

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PorEurosport

Actualizado 16/02/2018 a las 09:22 GMT

El patinaje sobre hielo en España hace tiempo que ha abandonado su estadio de deporte olvidado. De deporte en la sombra y marginal. Javier Fernández lo ha sacado de su anonimato para convertirlo en una de las banderas del deporte nacional en estos Juegos Olímpicos de Pyeongchang 2018 que arrancan el 9 de febrero.

Javier Fernández

Fuente de la imagen: Eurosport

El surgimiento de una estrella
A sus 26 años, Javier Fernández es uno de los mejores patinadores sobre hielo del mundo. Un pequeño milagro nacido en un país donde el hielo y el frío viven casi escondidos y donde llegar a soñar con ser campeón del mundo de patinaje artístico es algo más que una mera quimera. Aunque los milagros pueden ocurrir todos los días y Javier Fernández es una buena prueba de ello.
Madrileño de un barrio humilde y obrero, Javier Fernández se da de bruces con su pasión a los cuatro años. Ocurrió el día que acompañó a su hermana Laura a la escuela de patinaje Diamonds, donde impartía clases Maricarmen Fernández, pionera de este deporte en España y madre de la comentarista de Eurosport Marta Senra. Una de las pocas personas que conoce de primera mano el nacimiento del fenómeno. “Le recuerdo bien. Venía de vez en cuando acompañando a su hermana. Era muy nervioso. Un auténtico bicho. Se ponía los patines y hacía sus pinitos, pero en aquella época todavía no patinaba y nadie podía imaginar en lo que se convertiría aquel niño”, explica Senra. El siguiente acercamiento al patinaje en la vida de Javier Fernández llegó con el cierre de la escuela Diamonds. Su hermana Laura tuvo que trasladarse al Club de Igloo de Majadahonda, en el que ya sí dio sus primeros pasos en un deporte que apenas tenía por aquel entonces 2.000 licencias en todo el país. El fútbol en España roza el millón de ellas y el baloncesto las 500.000 licencias. Aunque quizá el milagro fue engendrado dos décadas antes, en los años 60, cuando sus padres, Enriqueta y Antonio, iban a patinar alguna tarde a la pista de hielo de la antigua ciudad deportiva del Real Madrid. “Junto a la pista de hielo de Boadilla era la única que había en Madrid, así que los pocos que patinaban en la ciudad acudían allí. Enrique y Antonio solían frecuentar esas instalaciones y sin duda fue allí donde surgió su pasión por este deporte. Desde allí se lo inculcaron a sus hijos. Enrique y Antonia han sido fundamentales en el éxito de Javier. Sin ellos no hubiera sido posible”, asegura Senra.
A los ocho años, Javier Fernández, como muchos niños, repartía su tiempo libre entre sus disciplinas deportivas favoritas: el fútbol, el tenis y el patinaje artístico. Pero ya era muy evidente que era un niño superdotado con unos patines en los pies. Y también su hermana, que recibió una tentadora oferta del club de Jaca. Laura hizo las maletas y se marchó con su madre al pirineo aragonés; mientras Javier y su padre se quedaron en Madrid. La familia se embarcaba así en una aventura tan poco convencional como arriesgada, y en un país sin ninguna tradición en el patinaje artístico y donde las ayudas brillaban por su ausencia. Más de uno los tildó de locos en aquel momento. La marcha de Laura, una de las por entonces jóvenes promesas del patinaje artístico español, sentó mal en el club madrileño. Pasado un tiempo, el pequeño de la familia y su padre también hicieron las maletas con destino a Jaca. “Aquello nos pareció un poco locura. Fue todo demasiado rápido, pero en Jaca les ofrecieron mejores condiciones y una atención más personalizada, aunque a la postre no se cumplieron las expectativas y decidieron volver a Madrid algo defraudados”, explica Senra, para añadir que “también hay que entender que en aquella época Laura era la estrella de la familia y Javier todavía era un actor secundario que iba tras los pasos de su hermana”.
La experiencia no resultó tan satisfactoria como esperaban. Tras dos años la falta de apoyo y las lógicas dudas ante un futuro lleno de incertidumbre les hizo dudar. Retornaron a Madrid y Javier Fernández abandonó el patinaje durante un tiempo. Todo pudo haber acabado ahí. En un intento fallido. En una proeza inacabada, pero la providencia y otro milagro se cruzaron en su camino. El expatinador ruso, entrenador y coreógrafo Nicolai Morozov le vio en un campamento de verano en Andorra. Y no lo dudó. Ofreció a Javier Fernández irse con él a entrenar a Estados Unidos. Aunque todos los gastos tenían que correr de su cuenta. “Morozov es un entrenador renombrado y reconocido en todo el mundo. Él le dio su primera gran oportunidad. Estuvieron juntos cerca de dos temporadas y le aportó muchas cosas a nivel técnico, pero quizá no tanto a nivel deportivo y personal de cara a la alta competición, aunque lo que es innegable es que trabajar con él le dio mucha visualización internacional y esto le sirvió de mucho”.
Una vez más su familia tuvo que hacer acopio de voluntad y fe ciega en sus posibilidades. Enriqueta y Antonio vieron partir a su hijo hacia New Jersey. Sin hablar inglés, sin una sola ayuda estatal y corriendo con todos los gatos. Fueron años difíciles, donde la soledad se convirtió en su compañera de viaje y el río Hudson, junto al que vivía, en su imperturbable compañero de habitación. Bajo las directrices de Nicolai Morozov fue puliendo sus virtudes, fue mejorando día a día, pero siempre a la sombra de los otros patinadores del técnico ruso. Patinadores con más apoyo técnico y económico. Su lucha fue una lucha desde la desigualdad que le hizo más fuerte. Tuvo que dejar New Jersey para seguir a su entrenador a Moscú y Letonia, donde siguió entrenando bajo su supervisión. En los Juegos Olímpicos de Invierno de Vancouver 2010 alcanzó la decimocuarta posición y muchos empezaron a vislumbrar un auténtico diamante en bruto por pulir. Lo mejor estaba por llegar.
El primero que lo vio claro fue Brian Orser, dos veces medallista olímpico y padre deportivo del campeón español. Dejó de deambular junto a Nicolai Morozov para instalarse en Toronto junto a él. El siguiente milagro en la vida de Javier Fernández lo obró la estabilidad y un entorno mucho más apacible y familiar. El patinador español era extremadamente talentoso, pero estaba un poco fuera de control. Algo desorientado. Desde la tranquilidad dio rienda suelta a todo lo que tenía dentro. Dejó de ser una alternativa para ser una realidad. Y llegaron los resultados. En 2013 conquistó su primer campeonato de Europa. Llegarían otros cinco, a los que sumaría dos campeonatos del Mundo. “Fue la Federación Española la que les puso en contacto. Javier había roto con Morozov y llegó en el momento perfecto. Orser lo cambió todo. Le dio confianza y supo sacar lo mejor de él. Durante todos estos años ha sido un padre para él, algo que reconoce su propia madre. Tienen una gran relación personal y creo que eso ha permitido a Javier relajarse y encontrar un estilo muy natural y desenfadado, un escenario donde se siente cómodo. Es ahí donde ha encontrado sus mejores resultados”, analiza Senra.
Javier Fernández ha evolucionado en muchos sentidos trabajando junto a Brian Orser, pero sin duda una de las razones capitales es la competitividad que se ha generado entre él y el japonés Yuzuru Hanyu. Ambos entrenan bajo la supervisión del expatinador canadiense y ambos están considerados por todos como los dos grandes candidatos a la medalla de oro en estos Juegos Olímpicos de Pyeongchang 2018. Su rivalidad choca con su antagonismo tanto dentro como fuera de la pista. Todo lo que rodea a Yuzuru Hanyu es misterioso y enigmático. El patinador japonés viaja bajo un pequeño séquito de incondicionales: su madre, un guardaespaldas y una especie de guía espiritual que crea cierto recelo entre sus competidores. Yuzuru Hanyu es extremadamente tímido y practica un aislamiento total en busca de la concentración necesaria para sacar lo mejor de sí mismo. Su rival es diametralmente opuesto. “Javier ya entrenaba con Orser cuando la Federación Japonesa le propuso que se hiciera cargo de Hanyu. Esto en el mundo del patinaje masculino no es muy común, pero a Javier le pareció bien. Lo asumió con mucha naturalidad. Es cierto que por aquel entonces Hanyu no era la estrella que es a día de hoy. Era apenas una promesa. Hoy se respetan y se admiran, pero tienen dos maneras de entender la competición diametralmente opuestas. Javier es mucho más abierto y espontáneo”.
Javier Fernández posee la virtud de naturalizar todo aquello que hace, obviando la presión competitiva a la que está constantemente sometido. Firma autógrafos en plena competición, se muestra siempre sonriente y afable con sus seguidores y es muy activo en las redes sociales, donde comparte muchos momentos de su vida privada e incluso sentimental. Una de las personas que más ha influido en su carrera es la excampeona del mundo Miki Ando. La expatinadora japonesa es un auténtico ídolo de masas en Japón. País al que Javier acude con cierta asiduidad. A ella también se la ha podido ver a menudo por España. “Miki Ando es un mito dentro del deporte en Japón. Para mí, ella ha sido todos estos años una gran ayuda para Javier. Le ha dado estabilidad y le ha aportado su experiencia. En un deporte tan exigente como este tener una persona que comprenda a lo que te enfrentas y que te entienda es fundamental”, analiza Senra, para añadir que “el caso de Javier es uno de esos que aparece cada 100 años. Desde que está Javier se le da más visibilidad al nuestro deporte en España. No podemos decir que tengamos muchos más medios que hace ocho años, pero sí que hay una mayor valoración. Creo que si Javier fuera de capaz de conseguir el resultado que busca en los JJ.OO. podría poner un broche de oro a su carrera deportiva. Pese a tener 26 años, lleva cerca de una década en la alta competición y este es un deporte que desgasta mucho. Todo lo que ha conseguido es histórico para el patinaje internacional y para el español. Es un regalo contar con él para todos los españoles que amamos este deporte”.
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Javier Fernández

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La evolución artística del fenómeno: En busca de la perfección
La parte artística en el patinaje es casi tan importante como la técnica. No solo se trata de ser frío y ser capaz de clavar triples y cuádruples combinándolos con los distintos tipos de saltos, sino de poder transmitir una emoción al público y a los jueces a través de la música, la caracterización y la gesticulación. Son ya más de diez años los que lleva Javier Fernández en el panorama internacional y siempre con la mente puesta en progresar, en no estancarse, en evolucionar y llevar el patinaje al espectro más amplio. Y qué mejor que la combinación de esa caracterización de sus personajes y la música para acercar al gran público un deporte que en España hasta la llegada de 'SuperJavi' era prácticamente desconocido. Cosa distinta en Japón, Rusia, los países del norte de Europa o Norteamérica donde los niños sueñan con que les regalen unos patines tanto o más que con que les regalen balones, raquetas o cualquier otro material deportivo.
Variedad de programas en la última década: En esa evolución Javier Fernández ha repetido pocas veces programas de un año para otro. Si en sus comienzos en el panorama internacional buscaba más la complicidad del público utilizando bandas sonoras legendarias del cine como las del Padrino o La Misión, lo cierto es que ha sido capaz de variar su repertorio y alternar música de películas más recientes como Matrix o Piratas del Caribe con otras más clásicas como las melodías de Verdi o la de El Barbero de Sevilla. Colgarse la ansiada medalla en los Juegos Olímpicos de PyeongChang de 2018 (que podrás disfrutar en Eurosport y Eurosport Player) es tan importante para Javier como haber conseguido un sextete histórico en el Campeonato de Europa o intentar un triplete en los Mundiales que tendrán lugar en marzo. Y SuperJavi lo tiene claro: Chaplin y Don Quijote serán sus personajes para intentar completar un palmarés de ensueño.
Sus programas favoritos: Javier Fernández reconoce que son varios sus programas favoritos entre los que destaca ‘Piratas del Caribe’ por ser uno de los primeros que interpretó cuando empezó a ser conocido, pero añade que también le gusta ‘Charles Chaplin’ y ‘I love Paris’ que es una de sus actuaciones que más ve en vídeo y más le gusta. Tampoco se olvida de ‘Frank Sinatra’, ‘Black Betty’ o ‘Flamenco’.
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Javier Fernández

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Chaplin, un personaje que nunca pasa de moda para conquistarlo: Si con Chaplin ya se atrevió en sus programas largos de la temporada 2013, intercalando varios pasajes de la obra del mítico actor y director, en estos últimos meses ha recuperado la magia de uno de los iconos del cine para con sus Tiempos Modernos intentar batir a cuanto rival se le ponga por delante en el programa corto. El propio Javi nunca ha escondido su predilección por uno de los personajes más fantásticos de la historia, pionero del cine mudo y la sátira de sus películas donde siempre encerraba un mensaje de crítica hacia la situación del mundo y su evolución. No oculta que una de las razones para interpretar a Charles Chaplin en su programa corto es el hecho de mostrar un Chaplin diferente e incluso poder cambiar un poco el estilo del mítico artista para no hacer lo mismo que en el pasado. Es decir, coger la misma música del actor, pero con un programa algo diferente.
El hombre la Mancha, alguien para acercar la cultura española al mundo: Es el programa largo donde Javi va a poner toda la carne en el asador. Se meterá en la piel de Don Quijote en un paralelismo con lo que ha sido su vida donde en palabras del propio patinador “ha tenido que combatir muchas veces con luchas internas”. Pero no solo por esa similitud del personaje de Cervantes sino precisamente por ser la obra por excelencia del castellano y de lo relativo a la cultura española, es el elegido por Javier Fernández para seguir acercando al espectador español el patinaje a través de un guiño a nuestra historia. SuperJavi confiesa que “me gusta interpretarlo y esa es la idea principal para los JJ.OO. de PyeongChang, conectar cosas de mi propio país porque habrá mucha gente viendo la televisión (recuerda que podrás seguirlo en Eurosport y Eurosport Player). Se ve reflejado en el personaje de Don Quijote en el sentido de que “ha tenido que luchar por sí mismo y a veces no ha sido fácil”. Reconoce que “es una historia tan increíble, algo rara pero alucinante” y mantiene que “de las luchas internas en su mente (cosas que no son reales, aunque sí lo crea) puedes sacar algo de ello: todo el mundo tiene sus propias luchas, lo mismo que yo. Es un personaje interesante para ver, leer e interpretar”.
Un programa perfecto para completar un palmarés perfecto: Javier Fernández y su equipo no dejan nada al azar y tienen perfectamente trazado su plan para conquistar el oro en PyeongChang. Afirma que su estrategia es “un programa limpio, una buena coreografía y mucho carisma”. No le preocupa que sus rivales intenten el más difícil todavía asegurando que “si ellos creen que deben arriesgar más, por mi perfecto, así habrá más posibilidades de fallo” y analiza que “ahora es más común ver lesiones porque sabemos el momento en el que estamos y la gente cada vez quiere más”. Su programa libre incluye tres cuádruples (un toe loop y dos salchow) y siete triples (un toe loop, dos axel, un loop, un lutz, un flip y un salchow) y tiene claro que si lo ejecuta sin errores saldrá ganador. Antes habrá de completar un buen programa corto con dos saltos cuádruples (un toeloop y un salchow).
El lado más divertido y natural de Javier Fernández fuera de la pista de hielo
Autores: Álvaro Ferreres, Cristian Maxedo y Óscar Furones.
Agradecimientos a Marta Senra y Alberto González por su colaboración.
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