Entrevista Eurosport, Sara Hurtado: "Estar en el Mundial es indescriptible"

Siento una tremenda emoción por poder volver a competir en un evento así. Mucha ilusión, gratitud y aprecio por poder estar allí. Solo por estar ya es una sensación indescriptible. Luego competir y presentar nuestros programas a todo el mundo ya son palabras mayores. Pero después del año que hemos pasado todos con el destrozo para todos los sectores, el hecho de poder seguir ejerciendo tu oficio es un privilegio y somos personas muy afortunadas. El Mundial, en sí, es la competición más importante, y más aún en estas circunstancias.

Nuestra manera de preparar la prueba de selección se basó en ponerle todas las ganas del mundo. Empezamos a subir carga de entrenamientos y vimos que mi hombro respondía. Pensamos en ese momento que podríamos llegar en condiciones a esta prueba y no nos lo pensamos. Fue un mes y medio de trabajo intensivo ante esa oportunidad y quisimos aprovecharla al máximo, que no fuera por nuestra energía ni motivación el quedarnos a medias. Ha sido una prueba de fuego para nosotros, porque es muy positivo el experimentar momentos difíciles que te aportan aprendizajes complejos. Fue también una manera extraña de luchar por esa plaza en cuanto al modo vídeo, telemático, sin público… Pero ahora mismo poco hay que se pueda decir que sea normal. Tiramos de resiliencia y nos adaptamos a lo que venga.

Para mí es como tener a mi hermano al otro lado con su voz y comentarios. Es especial que Javier siga involucrado en el patinaje, aunque de una nueva forma. Creo que es capaz de hacer todo lo que se proponga porque Javier y patinaje van de la mano y creo que destaca y sobresale en cualquier ámbito de este deporte.

Pensar en ese periodo es extraño porque lo asocio a que ha pasado casi que en otra vida, como se podría decir, pero es una situación que aún no ha terminado. Da vértigo pensar que hace un año empezaba mi cuarta semana de aislamiento. En Rusia no se aplicaba en ese entonces el confinamiento total, pero sí aislamiento a quienes viniesen de fuera de lugares con gran incidencia. No salí hasta mediados de junio, por lo que para mí la pandemia supuso mucha soledad, introspección y tiempo para poner las cosas en orden. Fue el momento de abrir los ojos y apreciar las pequeñas cosas que dábamos y damos por hecho. Espero que todo esto no se nos olvide y que de verdad lo que hemos aprendido no caiga en saco roto. Sabemos ser solidarios y tenemos que ayudarnos. Hay que ser generosos, tolerantes y remar todos en la misma dirección en lugar de resaltar todo lo que nos diferencia.

Ha sido difícil adaptarnos porque ninguno de nosotros habíamos estado tanto tiempo fuera del hielo. Desde los ocho años, cuando empecé a patinar, jamás pasé tanto tiempo lejos de las pistas de hielo ni sin mis patines. Hemos tenido que hacer virguerías y tirar de mucha imaginación en casa. Desde toallas para simular ejercicios hasta tirar de vídeos, videollamadas para la parte psicológica y construir esa parte emocional tan necesaria para luego competir.

Lo primero que pienso es en una nueva experiencia olímpica preciosa. Viendo cómo están todos los compañeros con Tokio y las diferencias que veremos en comparación a los Juegos que imaginábamos, Pekín, aun pareciendo que queda mucho tiempo, en el fondo está a la vuelta de la esquina. Sin duda es una meta por la que trabajar y luchar, así como disfrutar del camino. Para un deportista es lo más importante. La experiencia olímpica es lo más grande que existe también por ese camino de cuatro años trabajando para llegar a ese momento. Llevas la mochila cargada de buenos y malos momentos, facilidades y dificultades, pero cuando llegan esas dos semanas es el momento de disfrutar y recoger lo que has sembrado. Por eso pienso que Pekín será un momento irrepetible. Kiril y yo llevaremos ya mucho tiempo como equipo y tendremos la experiencia y madurez para trasladar al hielo. Lo viviremos como el regalo deportivo que es.