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Dortmund-Schalke, el post del postpartido: Sin almas, pero con alma

Iván Castelló

Actualizado 16/05/2020 a las 17:50 GMT

Sin almas, pero con alma. En silencio, pero de manera bien ruidosa por la expectación generada, el fútbol, que todo lo puede, volvió por una puerta grande quitándose la mascarilla.

Esultanza a distanza: i giocatori del Borussia Dortmund si mantengono a distanza e non s'accalcano su Haaland dopo la rete del momentaneo 1-0, Getty Images

Fuente de la imagen: Getty Images

Fue en forma de jornada 26 sin público de la Bundesliga, una de las grandes competiciones del mundo elevada a la enésima potencia por el simbolismo que supuso regresar pese al coronavirus. La auténtica manifestación de la ‘nueva normalidad’.
El ‘coitus interruptus’ del deporte rey acontecido el pasado mes de marzo, a la par que la humanidad se enfrentaba a la pandemia a cara descubierta (nunca mejor dicho por lo que pasó al comienzo) dejando al balompié en el lógico rincón de lo secundario, se reanudó para alcanzar el paroxismo buscado de que la vida como ansiamos vivirla empieza a ser posible. Otra vez. Con la bandera del me caigo y me levanto. Que es mucho entre tanto horror.
"El fútbol, la cosa más importante de las cosas menos importantes" (dicho popularizado por Arrigo Sacchi), regresó en Alemania para aparcar (por inapropiada en el actual contexto) otra frase legendaria, la de Bill Shankly: “El fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso”.

Experiencia notable

La experiencia germana fue notable, con cinco partidos a la vez (primer gol del ‘nuevo fútbol’ para esa bestia llamada Haaland con el que los ojeadores del fútbol español se han estrellado de manera sonrojante). Aunque para el sobresaliente, para la excelencia, faltó el espectador ‘in situ’, el que lo vive, el que paga feliz su abono. Ese sin cuya presencia la pelota rueda, es cierto, pero sin la fina capa añadida de las emociones.
Porque daba pena en el Dortmund-Schalke ver vacío el Muro Amarillo (mítico fondo de a pie del Westfalenstadion), aunque más triste sería ver las UCI de nuevo repletas. Porque daba pena no escuchar el aliento de las dos aficiones (que en Alemania los visitantes viajan masivamente) aunque más espantoso sería oír los quejidos en masa de infectados. Y porque daba pena que los goleadores no fueran abrazados aunque más daría contagiar por un acto reflejo a desterrar.
Estas fueron las nuevas reglas exigidas para, al menos, tener un pedazo de fussball que llevarse al paladar. El fútbol, al revés que la frase de Unamuno al bando nacional, ha vuelto: Venceréis y convenceréis.
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