Blog De la Calle: El Rugby Mutante de los orcos ingleses

Era más cómodo odiar a INGLATERRA. Su mal disimulada arrogancia y su cartesiano rugby de orcos. Aquello de "pudiendo pegar un cabezazo, para qué dar un pase". Incluso la llegada de Eddie Jones, procaz y pragmático, animaba a alimentar esa desafección por el XV de la Rosa. Pero seamos justos, Inglaterra es un equipo superlativo que mejora cada día. Incorpora nuevos recursos, implementa variables nuevas de juego y ejecuta todo ello con una naturalidad desalentadora. Practica un Rugby Mutante que se adecúa a cada situación para tomar la mejor decisión siempre.

Son los más duros abajo, los más rápidos arriba, los más listos siempre. Y lo hace, en apariencia, sin un jugador estelar. Digo en apariencia, porque escrutando las estadísticas y analizando minuciosamente los partidos, uno no puede por menos que rendirse a jugadores como Owen Farrell, Joe Launchbury o Maro Itoje. Inglaterra no despliega su rugby con exuberancia porque este equipo tiene más que ver con los Sex Pistols que con los Beatles. No regala una sonrisa, ni se ahorra un golpe. La elección como capitán de Dylan Hartley, el bronco talonador neozelandés de Northampton, no es casual. Vende esa rudeza calculada como imagen de marca.

Jones ha ido cincelando un equipo poliédrico. Un equipo del que se podría destacar su dominio en el breakdown, el más que correcto desempeña en las fases estáticas, la madurez de Owen Farrell o la versatilidad de sus alas con la verticalidad de May, la velocidad de Watson o la explosividad de Nowell, quien sería un centro de rango si midiera un palmo más. Pero lo más destacado de Inglaterra es su interpretación del juego, su toma de decisiones, su lectura de los partidos. Siempre elige bien. Es difícil ganar a un equipo que no se equivoca. A un equipo que lleva cada jugada al límite. Da igual el jugador, Jones ha sido capaz de interiorzar en cada uno su idea de juego, que tiene más que ver con una interpretación atómica del juego en la delantero y un concepto más orgánico en los medios. Ha incidido con minuciosidad en las skills y los detalles específicos de cada posición, desde los agarres al trabajo con balón. Y el resultado es una Inglaterra diseñada para plantar cara a la excelencia, a los mismísimos All Blacks.

IRLANDA sigue siendo un equipo hercúleo, pero aún no ha sido capaz de generar más juego en sus centros. Más magia. Sexton vive de su pie y Murray es un 9 de primer nivel con una buena patada a la caja y una magnífica lectura del juego. No le cuesta asumir protagonismo a la hora de ganar la línea de ventaja, pero no tiene un medio en la bisagra que genere desequilibrio a su alrededor. Sus centros tienen más músculo que creatividad. Aki y Henshaw son smash players. Echan en falta un Fofana, un O'Driscoll, por qué no decirlo. Ese défcit la convierte en un equipo previsible, con un caudal de juego industrial y una apariencia metálica, pero atrás es más peligroso por fuera que por dentro. Pinta bien Stockdale, veremos qué suma Larmour. El drop de Sexton desde 42 metros, tras 42 fases de sus compañeros, retrata perfectamente a esta Irlanda. Necesita incrementar la masa gris de su rugby. Inglaterra les obligará a pensar en la jornada final en la que se jugarán el título.

FRANCIA sigue instalada en el lado oscuro. Era muy sintomático ver a Laporte, presidente de la FFR, vestido con el abrigo y el gorro de los técnicos de su selección rodeado de gente con traje y corbata. Brunel es Sancho Panza. Y Laporte no esconde su propuesta rugbística antidiluviana. Salir a no perder y aprovechar los errores de los rivales. Acumular kilos delante, convertir los partidos en batallas, acumular toneladas de músculo en los rucks y patadas a la caja como si no hubiera mañana para salir de campo. El problema llega cuando no juega en campo rival. Escocia le aculó en la puerta de su 22 y le clavó cinco golpes. Indisciplinada em defensa y mezquina en ataque, Francia es un zombie que deambula por el campo. Los fogonazos de Thomas le dan algo de brillo, mientras Vakatawa va camino de convertirse en otro Bastareaud. Ha perdido todo la lírica y el rugby que tenía.

GALES, probablemente, es la selección más interesante en este inicio. Está tratando de maridar su metálico juego de delantera con el divertido espíritu Scarlets detrás. Tiene lesiones importantes, lo que ha llevado a Gatland a dar la alternativa a gente joven como Patchell o Evans. Incluso Navidi o Moriarty podrían incluirse en este restyling en el que andan. Escocia fue un rival perfecto para su sobrio tigh five y la velocidad atrás de los dragones. Aprovecharon cada error y reventaron a los caledonios. Ante Inglaterra les tocó vivir la otra cara de la moneda. Sus escaso errores fueron aprovechados por los de la Rosa. Interesante evolución que merece la pena seguir de cerca.

ESCOCIA tiene un grave problema. Tiene un plan A. Y no hay plan B. O llevan el partido a su escenario o es muy complicado que lo saquen adelante. Sin balón no son peligrosos. Necesitan partidos abiertos con muchos puntos. Gales les arrasó en los puntos de encuentro, ensució sus rucks y ralentizó las salidas de balón a sus tres cuartos, sin profundidad. Y Escocia sin balón y sin espacio se desmorona. En la tercera jornada se miden a Inglaterra. Jones asfixiará a los escoceses como hizo con los galeses. Les robará la pelota, montará una empalizada y a esperar. Tienen la melé muy disminuida por las lesiones y su tercera es correcta, sin más. Jonny Gray es el jugador franquicia delante. Y algo le pasa a Finn Russell, que últimamente elige mal siempre. En ataque y en defensa. Towsend necesita diversificar su propuesta. Por su bien.

¿ITALIA? Mejor ni hablamos de ello. Sin placajes no hay paraíso.