Historias Eurosport, Gales-Inglaterra: Siglos de odio, toneladas de rugby

No fue hasta 1955 cuando se reconoció a Cardiff como capital y mucho más allá, en 1999, cuando se creó la Asamblea Nacional de Gales para despachar sus asuntos internos bajo la dirección de su Primer Ministro.

Gales siempre ha sido considerado territorio inhóspito para unos ingleses que han llegado a desarrollar la Cambrophobia, que viene siendo el rechazo a todo lo que tenga que ver con Gales. Un desapego que incluso destila el nombre inglés del país, Wales, procedente del anglosajón Walas o Wealas, el país de los 'welsh', los "forasteros". Una animadversión que ha convertido su rivalidad deportiva en mucho más que una enemistad vecinal al uso.

El rugby pasa por ser uno de los rasgos identitarios de los galeses, la disciplina que les ha dado visibilidad en todos los rincones del mundo y que además han sabido convertir en bastión de resistencia ante la histórica arrogancia de los ingleses. Gales nunca se ha sentido inferior a sus aristocráticos vecinos con una pelota oval en las manos porque sencillamente no lo ha sido. De hecho, la historia habla incluso de una superioridad de la nación celta. Allá por 1905, durante la primera visita de los All Blacks a Europa, los galeses fueron los únicos capaces de derrotar a los gigantes neozelandeses, mientras que los de la rosa aún tardarían aún 31 años en ganar un partido a los kiwis.

Especialmente significativa fue la etapa que comenzó en la segunda mitad de los 60, con una Inglaterra subyugada al talento de aquellos patilludos que vestían de rojo y corrían endiabladamente pasándose la pelota de mano en mano. Entre 1963 y 1991 Gales no perdió en Cardiff ningún partido ante el odiado XV de la rosa. Circunstancia que enalteció el orgullo de los dragones, que no solo ganaban como selección a los ingleses. Además veían como los London Welsh, una colonia de galeses afincados en la capital inglesa, deslumbraban con su juego a la mano derrotando a todos los clubes ingleses que encontraban en su camino.

En aquel equipo jugaba John Peter Rhys Williams, el deslumbrante JPR. El doctor Williams, campeón júnior de Wimbledon, se hizo muy popular en el rugby por sus patillas, hasta el punto de convertirse en el zaguero más emblemático de la historia de este deporte. JPR Williams puede presumir, cosa que hace con relativa frecuencia, de haber jugado once veces con Inglaterra y no haber perdido nunca. De hecho, entre 1969 y 1979 solo faltó a un partido con Gales, el que les medía a los ingleses en el 74, único triunfo de los de la rosa en la década. JPR se retiró en el 80, evitándose el mal trago del Grand Slam inglés, pero aún se dio el gusto de descolgar las botas para ganar a sus vecinos una última ocasión en el 81, antes de dedicarse de lleno a su trabajo como cirujano. Algo que no le impidió seguir jugando al rugby en clubes modestos como Bridgend o Tondu hasta más allá de los 50 años.

JPR fue uno de los jugadores que presenció en directo la histórica arenga que Phil Bennet dedicó a sus compañeros el 5 de marzo de 1977 en el estadio de Arms Park, segundos antes de saltar al campo para medirse a los ingleses:

Huelga decir que Gales ganó a Inglaterra aquel partido (14-9) con ensayos del propio JPR y de otra luminaria del rugby galés, el inimitables Gareth Edwards. Los dragones conquistaron con ello la Triple Corona por segunda temporada consecutiva y por 14ª vez en el global, igualando así el récord de Inglaterra. Con la llegada de los 80 regresó la igualdad en esta encarnizada lucha entre ingleses y galeses, que arrancó la década con un duelo especialmente recordado por el violento desempeño de ambos equipos. El 16 de marzo de 1980 ambos se midieron en el partido más salvaje de la historia del rugby británico. Duelo que se perdonó JPR, al haber colgado las botas.

Desde entonces galeses e ingleses no han escondido sus fobias, que han plasmado incluso en canciones como la que compuso Kelly Jones, cantante galés de The Stereophonics, quien compuso un tema que hoy es banda sonora en los estadios de Gales: ‘As long as we beat the English’. La pieza fue encargada para una pieza publicitaria de BBC Sport Wales antes de un encuentro en Wembley en 1999. Sin embargo, el tema ha sido adoptado por el rugby, deporte en el que los galeses han logrado sacudirse la condescendencia con la que los ingleses les tratan desde hace siglos.

Los tiempos han cambiado y la globalización del rugby ha extendido esta enemistad a otros confines del planeta. Un buen ejemplo de ello es la casa de los Vunipola, donde el padre animará a Gales mientras sus hijos juegan para Inglaterra. Los hermanos Vunipola, nacidos en Nueva Zelanda y Australia e hijos de un tongano, juegan con Inglaterra pese a haberse criado en Gales cuando su padre Fea'o militaba en el entrañable Pontypridd entre 1999 y 2001. Mako y Billy comenzaron a jugar al rugby para equipos galeses como Wattstown Juniors, en Ynyshir, o el equipo del distrito de Pontypool Sub-11. Mako, que por entonces tenía diez años, apareció sin botas el primer partido y el entrenador le tuvo que prestar las suyas porque no encontraban ningunas de su número. En aquellos años compartieron casa con otro chico de origen polinesio que ha terminado siendo internacional galés: su primo Toby Faletau. "Durante la Copa del Mundo de 1999 nuestros padres coincidieron jugando juntos con Tonga y todos vivíamos juntos. Después volvimos a coincidir otra vez en Gales porque los dos acabaron sus años jugando allí. Debido a que era una comunidad pequeña, nos acercamos mucho y luego descubrimos que nuestras madres eran familia ".

En contra de lo que se piensa, no fue el rugby el que llevó a los Vunipola a cruzar la frontera. Fue Jesse, su madre, que era ministro de la iglesia metodista, la ue tomó la iniciativa de mudarse a Bristol. Después toda la familia se unió a ella y los hermanos terminaron jugando en las categorías inferiores de Inglaterra por motivos de residencia. Su padre trató de evitar sin éxito que se dedicasen al rugby profesionalmente. Y posteriormente, cuando entendió que había perdido la batalla, les pidió que jugasen con Gales "por lealtad al país que nos abrió las puertas de Europa y Gran Bretaña". Pero ya era demasiado tarde. Para Mako, "Gales es parte de nuestra sangre, como lo es Inglaterra. Siempre es un partido especial para nosotros". Desafortunadamente ni Mako, con una lesión de rodilla, ni Faletau, con el brazo roto, podrán jugar. Si lo hará Billy.

Esta vez tampoco estará en el campo el lenguaraz Joe Marler, que hace un par de años le dedicó un piropo a Samson Lee al llamarle "Gipsy Boy", lo que le costó una fuerte multa. Pero sí estarán algunos ingleses que vieron como en 2015 los galeses les echaban de su Mundial en la fase de grupos tras una victoria llena de suspense (25-28). Una de las afrentas más recordadas en la historia del odio oval que se profesan ambas selecciones. "Este triunfo justifica la invención de la Copa del Mundo de rugby", recordaba con la habitual socarronería galesa un cronista al otro lado del puente sobre el río Severn aquel 26 de septiembre. Levanten su pinta y afinen el oído, hay galeses en la sala.