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Joséphine Pagnier, la nueva estrella de los saltos franceses

José Luis Corral

Publicado 03/12/2023 a las 14:46 GMT

Con apenas 21 años, esta joven saltadora de Pontarlier vuelve a colocar al país vecino en la órbita mundial de un deporte en el que casi nunca ha sido protagonista. Por primera vez en la historia de la Copa del Mundo de Saltos de Esquí, masculina o femenina, Francia se siente líder.

Inolvidable fin de semana de Joséphine Pagnier en Lillehammer en la inauguración de la Copa del Mundo 2023-2024

Fuente de la imagen: Imago

Difícilmente olvidará Joséphine Pagnier este fin de semana (2 y 3 de Diciembre de 2023) que ha vivido y ha disfrutado en los trampolines olímpicos de Lillehammer. En la jornada del sábado con la que se daba por iniciada la Copa del Mundo 2023-24, la francesa se apuntó el segundo podio de su carrera con un segundo puesto en el HS98 por detrás de la japonesa Yuki Ito. No contenta con su nuevo récord personal, y, tras demostrar una probada solvencia durante sus dos primeros vuelos de la nueva campaña, Pagnier daba un otro paso adelante (un pequeño paso para ella, uno enorme para Francia) y lograba en el trampolín grande HS140 su primera victoria en la Copa del Mundo. Y, por añadidura, la saltadora gala pasaba a liderar la clasificación general, algo impensable hasta entonces para Francia, un país que seguía añorando aquellos maravillosos años que le dejó en los 90 Nicolas Dessum, actual entrenador del equipo femenino.
Todo esto, dicho así de pronto y sin avisar, puede parecer nimio. Otro dato más. Otra estrella rutilante pero fugaz en el firmamento invernal. Ni mucho menos. Francia ha descubierto que hay luz al final del túnel en este deporte, al menos entre las mujeres. Creyó descubrirla al comienzo de la pasada década, cuando una pequeña saltadora, Coline Mattel, ganó un Mundial junior, empezó a dar que hablar en la Copa Continental y a punto estuvo de sorprender en la Copa del Mundo. Su meteórico ascenso no tuvo continuidad por el problemático trasvase (sobre todo para las chicas) de la adolescencia a una etapa física más propia de la madurez. Francia volvió a quedarse sin referencia alguna, hasta que llegó Pagnier..
Joséphine, hija del ex saltador Joël Pagnier, que ahora se encarga de cuidar el estadio Côte Feuillée de Chaux-Neuve de sus cinco trampolines, dio en su jardín sus primeros saltos con apenas siete años. Después de practicar esquí de fondo, le cogió el gusto por esa sensación de plenitud que representa este vuelo controlado que dura poco más de cinco segundos.
En enero de 2020, con 17 años, Joséphine tuvo la oportunidad de participar en los Juegos Olímpicos de la Juventud Lausana 2020 en el estadio Lamy-Chapuis de Prémanon, donde ganó dos medallas: plata individual por detrás de la rusa Shpyneva y bronce por equipos. Terminaba esa temporada ganando la Copa Continental, la segunda división de este deporte, precediendo a muchas de las chicas a las que hoy sigue superando al más alto nivel. Aquél ya fue el primer aviso.
Joséphine Pagnier
Entrenada por su padre y tras codearse con algunas figuras locales como Fabrice Guy o Sylvain Guillaume, debutó en la Copa del Mundo en diciembre de 2018 en casa, en Prémanon. Apenas dos años más tarde acababa segunda en el Mundial juvenil de Lahti. Era el segundo aviso.
Hace dos temporadas, en Febrero de 2022, se subía por primera vez a un podio, en el eléctrico y super técnico trampolín de Hinzenbach, donde fue tercera. Después de ese tercer aviso, y, tras una campaña más que irregular el año pasado, Pagnier ha despegado con fuerza este curso. Saltadora de un físico envidiable y una coordinación magnífica, la francesa lo tiene todo para abrillantar aun más una Copa del Mundo que desde hace varios años no tiene, por suerte, una dominadora incontestable.
Su victoria en el Lysgardsbakken de Lillehammer es otro peldaño más para Joséphine, el dorsal amarillo que lucirá la semana dentro de quince días en otro trampolín mítico como Engelberg, es más que un sueño. Es la demostración de que un país, un equipo modesto como el francés, puede acabar tocando el cielo a poco que se tenga fe y ganas de apostar por un deporte como este. Hace casi 30 años que al otro lado de los Pirineos dejó de creerse en dogmas como este. Al menos, unos cuantos kilómetros más allá están empezando a recoger los jugosos dividendos de su iinversión. Ay, el dinero.
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