Previa del campeonato del mundo de snooker 2024

El campeonato del mundo snooker 2024 es, como sabemos bien porque no se habla de otra cosa, el del asalto al Grand Slam por parte del Cohete, la oportunidad única en su carrera de conseguir los tres torneos de la Triple Corona en una misma temporada, al tiempo que completa el trío de ocho títulos en cada uno de ellos y supera, para colmo, los siete trofeos de la pastorcilla griega de Stephen Hendry. Los ronnistas, que son (somos) legión, no aceptarán otro guion, y ello nos aboca a todos a una agitación suprema. Los antirronnistas, que son (somos) también unos cuantos, tirarán para el otro lado con una fuerza comparable.

Porque uno nunca sabe cuál será el último. Uno nunca sabe cuál será su último mundial de snooker.

Las maldiciones sólo afectan a los supersticiosos, y Luca no tiene pinta de serlo. Él más bien pasa de todo, como buen campeón de los laxos. Si el año pasado ganó el campeonato del mundo sin practicar, viajando a su país en mitad del torneo y alternando hasta altas horas de la madrugada, por qué no va a acabar con la maldición del Crucible, aquella que lastra las prestaciones de los campeones del mundo primerizos. Brecel ha hecho una temporada más extraña que mala, aunque sin duda decepcionante. Ha fluido en ocasiones, ha sentido la presión de la expectativa generada y se ha dejado llevar sin que nada le importase un pimiento. Porque Luca va por libre. También ha trabajado para recuperar su nivel, y asegura estar cerca. Quién sabe. El cuadro parece muy, muy bueno para él.

David Gilbert, su primer rival, lleva dos años horribles, pasándolo fatal en todos los sentidos. Ha superado las clasificatorias sin convencer a nadie, y menos a él mismo, a pesar de haber obtenido dos victorias bastante cómodas. Sin embargo, son ya seis participaciones consecutivas en el Crucible, posee mucha experiencia, fue semifinalista en 2019 y, por qué no, si algo hace clic en su cabeza, si de repente su largo y precioso gesto técnico empieza a funcionar en las bolas desde el otro lado de la mesa, si se relaja y además sucede que Brecel no está muy fino… si por lo que sea ocurre eso que podría ocurrir, el granjero furioso se convierte en un jugador maravilloso.

El lechero, Robert Milkins, apura seguramente sus tiempos como top-16 con una participación más en el Crucible. Discreta temporada (números ni siquiera de top-32), pero aún capaz de darle un susto a cualquiera en una buena sesión. El año pasado, remontada desde 2-7 contra Joe Perry, cambiando la suela entre sesiones, en aquel partido suspendido por los activistas climáticos del polvo naranja. Perdió en octavos de final con Si Jiahui. 48 años, 2 títulos de ránking… cuando ya se creía acabado. Uno de los top-16 más vulnerables, sobre el papel.

Pero Pang Junxu es un rival asequible, hoy por hoy. El chico que nació sabiendo no ha terminado de puntuar alto en las clasificatorias, y sin embargo repite presencia en el Crucible un año después de su debut contra Ronnie O’Sullivan.

Bonito choque de estilos. Ganará el que imponga su ritmo: si el partido es fluido y abierto, Milkins; si el partido es táctico, Pang.

Este año hay que tener muy en cuenta a Ali Carter en el campeonato del mundo. De todos los jugadores de la mitad superior del cuadro, sólo el norirlandés Mark Allen presenta mejores números que él en la presente temporada. Eso le convierte en un firme candidato a alcanzar su tercera final en el Crucible, la que sería ya su quinta final de la Triple Corona (tres de las cuatro anteriores perdidas frente a Ronnie O’Sullivan). El exnúmero 2 de la clasificación mundial no ha levantado ningún trofeo esta temporada, pero ha sido uno de los profesionales más sólidos del curso. Está en un buen momento, su nivel medio es muy alto y tiene cuentas pendientes en Sheffield.

Nadie quería en el sorteo a Stephen Maguire, por lo que pueda pasar. Porque Stephen es una bestia dormida y regresa al Crucible con cosas que demostrar, tras haberse perdido el año pasado el torneo por primera vez en dos décadas. Vigésima participación en el Crucible. Dos semifinales en el pasado. Ganador de un Campeonato del Reino Unido. Exnúmero dos mundial, como el propio Carter. Brazo poderoso donde los haya.

Es el mejor partido de la parte superior del cuadro.

Pese a haber ganado allá por el mes de julio el primer torneo de ránking de esta temporada (el campeonato de Liga), los números de Shaun Murphy son muy mediocres. Cuando mejor parecía estar, perdió el rumbo en la práctica entrenando a la vez con tres o cuatro tacos distintos, llevando al menos dos de ellos a los partidos e incluso cambiando de taco en pleno encuentro en una ocasión. Si hace doce meses era un firme candidato al título, en este 2024 no contamos mucho con él. Sin embargo, el señor Murphy fue campeón del mundo en 2005, siendo un chaval, ha disputado tres finales más en el Crucible y es conocido como “el Mago” por algún que otro motivo que no se nos debe olvidar. El mágico Shaun, eso sí, no gana en el Crucible desde su memorable remontada en la semifinal de 2021 contra Kyren Wilson. El año pasado perdió en el ’decider’ el partido del karma contra Si Jiahui.

De algún modo, Shaun sabía que le iba a tocar en suerte un jugador chino, aunque al menos no es Si Jiahui de nuevo. Bueno, Lyu Haotian puede ser incluso peor: el más dotado de todos los jóvenes chinos en el apartado técnico, quizá el de mayor potencial absoluto. Poco a poco, Lyu ha ido progresando en el circuito, recuperando el rumbo extraviado, haciendo las cosas bien sin generar ruido. Y ahora ya es top-32, y según el día te parece que ya está aquí y que lo puede romper en breve. Otras veces piensas que no, que le falla el carácter y debe seguir cociéndose a fuego lento.

Es una delicia verlos a ambos. Para amantes del snooker estético.

Son tiempos duros para el señor del lado oscuro. Aunque Mark Selby siempre acabe encontrando el camino hacia la luz, los últimos meses de su vida (y de su ejercicio profesional) son poco menos que una pesadilla. El tipo más cabezota del circuito atraviesa una época de insólita fragilidad emocional, hasta el punto de haber amenazado públicamente con su retirada si no juega bien en primera ronda contra su alumno aventajado, Joe O’Connor, natural de Leicester como él y compañero habitual de prácticas. Hace doce meses, Mark planteó mal la final contra Brecel. Este 2024 no parece el año de Selby, pero hablamos de una leyenda, de uno de los mejores jugadores de snooker de todos los tiempos. Y la mitad superior del cuadro es mucho menos dura que la inferior. El torturador suele crecer con el torneo.

Joe O’Connor, “little Selby”, es el único debutante de esta edición en el Crucible. Aunque no lo dijo expresamente, con toda probabilidad le ha tocado en suerte el único rival que no deseaba, entre otras razones porque nunca ha podido con él. La última vez, hace poco, Mark le ganó en toda una final, la del campeonato de Liga, y evitó el que hubiera sido su primer título profesional. O’Connor llega a Sheffield en su octavo intento, sin nada que perder, con la testarudez heredada de Selby y con la sensación de estar preparado para dejar huella.

Temporada también muy mala la de Kyren Wilson, con experimentos fallidos (guante) y apenas una semifinal de ránking que echarse a la buchaca. “El guerrero” es uno de los mejores jugadores Crucible de la última década, si bien en las dos últimas ediciones no logró pasar de octavos. Finalista en 2020, otras dos veces semifinalista… Ha bajado en solidez, pero a su mejor nivel sigue siendo un impresionante constructor de ‘breaks’. Y no olvidemos que su producción de centenas en este curso es extrañamente altísima, lo que para nada concuerda con los pobres resultados obtenidos. Hay algo raro en las prestaciones de Kyren, una divergencia difícil de explicar. Quizá las piezas encajen por fin en el Crucible, donde siempre ofreció su mejor versión.

Dominic Dale se halla en un momento completamente opuesto. Su caso es todo un clásico del snooker: jugador profesional que se siente feliz en su vida personal porque le va fenomenal con una nueva pareja y empieza a jugar como nunca. Regresa al Crucible una década después de su recordada derrota en el ‘decider’ de los cuartos de final de 2014 contra Barry Hawkins. Tiene 52 años. No contaba con esta décima participación en el teatro de los sueños. Él andaba centrado en su labor como comentarista de Eurosport para Reino Unido. No te preocupes, Dom, no te vamos a mover la silla.

Se va a hablar mucho del viejo John estos días. Si pierde contra Jamie Jones, caerá fuera del top-16 por primera vez en 29 años (la mayor racha de la historia), y es posible incluso que cuelgue el taco. El mago de Wishaw lo ha intentado todo en los últimos tiempos, pero una mezcla de absurda falta de confianza en sí mismo y lógica degradación física parece estar poniendo fin a la trayectoria profesional de una de las más grandes leyendas de este juego. Cuatro títulos, ocho finales en el Crucible. Por perseverancia, por amor al snooker, John Higgins merece un último instante de gloria.

Gloria deportiva la que ha vivido en las clasificatorias el guerrero galés, Jamie Jones, gracias a una fabulosa remontada desde el 5-8 abajo contra Neil Robertson. La monumental campanada de las previas nos deja sin el australiano (menudo bombazo habría sido un John Higgins vs Neil Robertson en primera ronda), pero Jamie se merece todo el respeto. Ha demostrado muchas veces que el formato largo le va mejor. En 2012, en su debut en el Crucible, fue cuartofinalista. Sabe lo que debe hacer (finiquitar a John) y no le importaría convertirse en el villano de la película.

El John Higgins vs Jamie Jones será el último partido de la primera ronda. Comenzará el miércoles por la noche. La legión de aficionados del señor Higgins podrá disfrutar con calma hasta entonces del torneo.

Tres títulos esta temporada, algunas derrotas sorprendentes y otras victorias impactantes. Mark Allen alcanza el Crucible como favorito número uno en la mitad superior del cuadro. Con su semifinal del año pasado, se demostró que es capaz de gestionar la exigencia máxima del torneo. La reciente transformación de su snooker, evolucionado en plena efervescencia ganadora en un jugador lento y a ratos conservador, lo convierte en un aspirante más completo que nunca si acierta a la hora de mezclar estilos. Las matemáticas dicen que Mark sería número uno del ránking a final de temporada… si no existiera el campeonato del mundo. El revólver apunta con su cañón corto a la lejana diana de la final en el Crucible, los días 5 y 6 de mayo.

Robbie Williams, talentoso zurdo, jugador infravalorado porque siempre ha rendido por debajo de sus posibilidades, regresa al Crucible ocho años después. Concurrió en el teatro de los sueños en tres ediciones consecutivas, entre 2014 y 2016, cuando él mismo se sentía el peor jugador del cuadro. Este año lo es. Es decir, Robbie es el jugador con ránking más bajo (cuadragesimoquinto) de un torneo de calidad extrema, en el que sólo faltan cinco de los 32 primeros de la clasificación mundial.

Como curiosidad, Mark y Robbie siempre se han dejado a cero (un rosco del uno al otro, o viceversa) cuando se han enfrentado. Tres veces el norirlandés al inglés, una en el sentido opuesto.

Partido explosivo, el mejor sin duda de la primera ronda.

Judd ha ganado cinco torneos esta temporada, ha acumulado muchos más puntos de ránking que nadie y nos ha demostrado en numerosas ocasiones que es capaz de levantar trofeos jugando bien, regular y mal. Este Trump 3.0, un Trump no necesariamente bueno, es quizá el jugador más completo que jamás se haya visto. Hablamos de una máquina de ganar, de un trabajador incansable y de un campeón voraz. ¿Por qué entonces hay algo en Judd que no nos convence en las últimas semanas? En sus escasas derrotas recientes ha dejado malas sensaciones. Judd Trump pierde cuando se siente agotado, vacío. Y el Crucible agota las pilas de quien no llega a Sheffield a tope de energías.

Parece imposible que Hossein Vafaei pase desapercibido en las grandes citas. Él tampoco lo quiere. El iraní prefiere ser el centro de atención, que le pongan a jugar el primer día contra el mejor jugador de la temporada (en puntos de ránking), mirarlo a los ojos y desafiarlo, transmitirle el mensaje de que está convencido de poder ganarle. Un año después de su tormentoso campeonato del mundo 2023 (el de su fastuosa actuación contra Ding, el de su combate público de boxeo contra Ronnie y su derrota por KO técnico), el hombre milagro del snooker persa seguirá contándonos su peculiar historia.

El ganador de este partido debería llegar muy, muy lejos en el torneo.

Ausente en las tres últimas ediciones, Tom Ford llega al Crucible apenas por quinta vez en su ya larga carrera profesional, por primera como top-16. Tras haber jugado dos finales de ránking en el año natural 2023, este anotador fluido, de gesto mohíno pero exquisito control de blanca, se encuentra en el mejor momento de su trayectoria, dispuesto a ganar por fin un partido en el cuadro final del campeonato del mundo. Tom es el pitufo gruñón del circuito, siempre negativo, nunca positivo, un cabeza de serie vulnerable pero con cualidades indiscutibles.

Su enfrentamiento con Ricky Walden es de los más impredecibles de la primera ronda. Se conocen de sobra, se respetan. Ambos saben que la historia podría ser la opuesta, que Ricky podría ser el top-16 y Tom el ‘qualifier’, que el ránking de uno y otro no influye en un partido como este. Walden fue semifinalista (y casi finalista) en 2013, y fue también el perdedor del ‘decider’ del año pasado en primera ronda contra Luca Brecel, el posterior campeón del mundo. Las lesiones han quedado atrás, más o menos.

Tom es ligeramente favorito, pero ganará el que haya dormido mejor.

Preparémonos para un partido que puede ser caviar puro o bocadillo de tornillos. En las mañanas del sábado y del domingo del primer fin de semana, será mejor no quitarse el pijama. Este Zhang Anda vs Jak Jones se nos presenta como un maravilloso duelo de pesados con enormes posibilidades de hacerlo bien en el mundial, a pesar de la dureza de esta parte del cuadro.

Zang Anda es el top-16 inesperado, la gran revelación de la temporada. Después de un porrón de años con perfil bajo dentro del circuito profesional, Superratón ha asaltado la élite dispuesto a quedarse mucho tiempo. Campeón de los pesados, meticuloso, infalible a partir de un excelso control de bola blanca, Zhang es un competidor además indescifrable para los rivales por su gesto impasible y su nula comunicación no verbal. Te desespera con sus rutinas lentas. Cuando se encuentra en acción de tiro, a menudo piensas que la imagen se ha quedado congelada. Algún día un oponente se levantará y le preguntará si se encuentra bien, si quizá la espalda le ha crujido y se ha quedado encasquillado mientras limaba o si por arte de brujería alguien lo ha convertido en un muñeco de cera. Es cierto que ha perdido un punto de precisión en los últimos meses, pero continúa siendo un jugador temible, y puede deconstruir en el Crucible a todo aquel que no esté dispuesto a remangarse para ganarle. Ya saben, amigos: no olviden supervitaminarse y mineralizarse antes de ver sus partidos.

El ritmo lento de Zhang no será problema alguno para Jak Jones. El temible barbudo posee armas similares, y ya demostró su fabuloso potencial para el Crucible en su memorable torneo de debut del año pasado, cuando se cargó a Barry Hawkins (en las previas), a Ali Carter y a Neil Robertson, y peleó casi hasta la última mesa de su duelo de cuartos de final contra un Mark Allen casi tan agotado como él mismo.

El hijo del minero ha vuelto a ganar un torneo de ránking, el que reunía a los doce mejores jugadores de la temporada, cuando ni él mismo lo esperaba. Es su costumbre. Pero esta vez no lo ha hecho jugando regular, sino limpiando una mesa asombrosa en el ‘decider’ de su primer partido y después apabullando, arrollando, destruyendo a los tres mejores jugadores del mundo. Ha cumplido 49 años. Tras batir a Ronnie O’Sullivan en esa final del Tour Championship, el Cohete dijo a pie de mesa que Mark Williams sería aún hoy el mejor jugador del mundo si se dedicase más al snooker y menos al golf. “No ha estado mal lo de hoy para un jugador a tiempo parcial”, respondió Willo con la sorna acostumbrada.

El sorteo nos regala un cruce precioso, que perfectamente podría depararnos el partido más bonito de la primera ronda. Si Jiahui, semifinalista (y casi finalista) el año pasado, ha estado virtualmente fuera del torneo. En su primer choque clasificatorio, su rival (el Tintín belga Ben Mertens) llegó a meterle bola de partido. El sideral Si se repuso, le levantó un snooker, le forzó el ‘decider’ y le ganó. Después, en su última ronda previa, encadenó diez mesas consecutivas (¡diez!) para aplastar a su talentosísimo compatriota Wu Yize, cuando este le había ganado de forma impecable las cuatro primeras. Son las cosas de Si Jiahui.

Se me antoja un mal rival para el galés, una posible sorpresa. Los dos querrán fluir, se darán oportunidades, harán cosas hermosas, crearán tiros imposibles, se machacarán mutuamente.

Es posible que Ding Junhui no esté en el mejor momento de su carrera, pero ha mejorado mucho de un tiempo a esta parte. Sin la presión de antaño, con una legión de pupilos chinos voluntariosamente dispuestos a portar su estandarte, Ding Junhui se siente más liberado y en consecuencia es mucho más peligroso. Jugando un snooker de siete sobre diez (y parece claro que Ding va a jugar al menos a ese nivel), puede ser campeón del mundo.

Le ha tocado el más feo… o el más guapo, según se mire. Porque mira que es guapo, y majo, y buen tío Jack Lisowski. Mira que juega bien al snooker, cuando no piensa ni mucho ni poco, cuando piensa lo justo para ver el tiro correcto y jugarlo sin demasiados nervios. El campeón esperado cayó fuera del top-16, pero se le ha visto relajado y confiado en las previas, sin la presión que atenaza a otros, la presión que tantas veces le ha atenazado a él mismo. El caso es que Jack ha jugado bastante bien, y llega al Crucible dispuesto a reventar la parte inferior del cuadro.

Este Ding vs Lisowski es un partido precioso entre campeones del mundo que aún no lo han sido, pero sueñan razonablemente con serlo. En el pasado, el profesor chino siempre venció fácil al inglés.

Doble ganador de torneos de ránking en una temporada que no empezó demasiado bien para él (con dudas técnicas y graves bloqueos mentales), Gary Wilson ha alcanzado de repente un nivel que sólo se le recordaba en el campeonato del mundo de 2019. Entonces, se cargó entre otros a Mark Selby y llegó a semifinales. Su nivel medio es altísimo. Y altísimo quiere decir que aspira sin duda al título. Gary no conoce el miedo. Su descaro es la mayor de sus muchas virtudes en la mesa.

Ay, Stuart. Cómo ha peleado en las clasificatorias para volver a estar aquí, por decimocuarto año consecutivo. El campeón del mundo de 2015 parecía literalmente terminado para la élite. No había ganado ningún partido de ránking en el año natural 2024, y estaba contra las cuerdas en su primera ronda de clasificación. Remontó como un jabato contra Stuart Carrington, se repuso a varias situaciones críticas contra Louis Heathcote… y tenemos a Bingham en el cuadro. El amante del paño verde sigue siendo muy, muy capaz.

No hay registro de partidos entre ellos fuera del campeonato de Liga. Pues hala, a medirse en el Crucible.

Barry se perdió la cita con el Crucible en 2023 por primera vez tras 17 años jugando casi siempre a su mejor nivel en el teatro de los sueños. Regresa con ganas y sin miedo, porque ya tiene una edad y las oportunidades pronto empezarán a escasear. Es el amigo de todos, y todos esperan un abrazo de Barry y que Barry meta unas cuantas bolas y después pierda como siempre y se marche a casa entre palmaditas en la espalda. Sobre todo, porque su rival proyectado en octavos de final debería ser el Cohete. Yo no me fiaría si fuese a jugar en esta edición del campeonato del mundo con Barry Hawkins.

Menudo drama de última ronda clasificatoria jugó Ryan Day contra Scott Donaldson. Tras desperdiciar una ventaja de 7-2, “Dinamita Day” perdió varias veces el partido, pero su rival no supo ganarlo. La proverbial tendencia de Ryan a la pifia es muy compatible con el borrón y cuenta nueva. Tres veces cuartofinalista, quizá no vaya a llegar muy lejos, pero quizá dé algún que otro susto.

Como ya se ha contado por activa y por pasiva todo lo que se puede contar de Ronnie O’Sullivan y de su asalto al triple ocho, como un servidor ya lo hizo aquí, centrémonos en su partido, en esas dos sesiones de su primera ronda contra Jackson Page: el miércoles, día 25, a las 15h30 y el jueves, 26, a las 14h00.

Ronnie lo tiene todo en su sitio. Llega más fuerte que nunca, sin la explosividad de antaño pero con más sabiduría que el diablo. Es improbable que Jackson le pueda hacer cosquillas. Es muy difícil que el diamante en bruto del snooker galés haga la de 2022 contra Barry Hawkins, en el partido de su consagración, y tumbe a este rival a mamporros, con su brazo portentoso capaz de poner en pie al Crucible. Page, ahijado deportivo de Mark Williams, tiene sólo 22 años. Visita por segunda vez el lugar en el que todo sucede. Hace unas pocas semanas tenía la tarjeta perdida, pero alcanzó una inesperada semifinal en China y las cosas vuelven a estar donde debían. Los dioses del snooker le reservan días de gloria. Pero, de momento, los dioses del snooker están del lado del Cohete.

Y, bueno, esto es todo. En este artículo no hay pronósticos expresos. Esta previa no está pensada para eso. Ha sido concebida más bien como una pequeña guía. Pretende servir, picadito para su consulta, el contexto mínimo imprescindible, el que todos necesitaremos para degustar como es debido las verdaderas historias del Crucible en este 2024.

Disfrutadla. Disfrutadlo.