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Nitto ATP Finals 2022 | El análisis de Fernando Gómez: El Masters; con M de maldito

Fernando Gómez

Actualizado 15/11/2022 a las 17:01 GMT

Rafael Nadal cayó derrotado frente a Auger-Aliassime en el segundo partido de la liguilla del grupo verde de las Nitto ATP Finals, lo que deja al borde de la eliminación al balear y confirma su maleficio en la Copa de Maestros. De esta manera, Nadal sigue sin ser capaz de levantar las ATP Finals, algo que se está conviertiendo en una maldición para el tenis español desde hace décadas.

Spain's Rafael Nadal reacts during his round-robin match against Canada's Felix Auger-Aliassime on November 15, 2022 at the ATP Finals tennis tournament in Turin.

Fuente de la imagen: Getty Images

Comenzamos este artículo con la mención de extenistas españoles que no estarán de acuerdo con el encabezamiento o que no hayan experimentado dicha sensación. En primer lugar, citamos a Manuel Orantes y a nuestro compañero Álex Corretja. Para el primero, su victoria en el Masters de 1976 en Houston supuso el segundo éxito más importante de su carrera, solo por detrás de la conquista el año anterior del US Open en la primera de las tres ediciones en las que se jugó sobre tierra batida. Para Corretja, la victoria en la final de 1998 en Hannover, con remontada de dos sets incluida, ante Carlos Moyà, significó la cima en la jerarquía de sus logros más importantes, donde también figuran la histórica y primera Copa Davis para España en 2000, las dos finales disputadas en Roland Garros o la medalla de bronce olímpica en Sídney 2000, asociado con Albert Costa. Es posible que tampoco nos compren el argumento David Marrero y Fernando Verdasco, vencedores del Masters en la modalidad de doble en 2013, ni Marcel Granollers y Marc López, que lo conquistaron el año anterior, o tampoco Juan Gisbert, quien, unido a Orantes, fueron los primeros españoles en proclamarse ¨Maestros¨ en 1975, en la que fue solo segunda edición en la competición por parejas.
En el tenis femenino también encontraríamos la discrepancia del dúo formado por la balear Nuria Llagostera y la murciana María José Martínez, que pasan por ser la única pareja enteramente española que ha conquistado el evento. En la final de Doha 2009 pudieron con la zimbabuense Cara Black y la estadounidense Liezel Huber, después de deshacerse en semifinales de Venus y Serena Williams. El Masters, en la modalidad de parejas y equipos, es el torneo más importante que faltará para siempre en el palmarés de las hermanas estadounidenses. Virginia Ruano también guarda al menos un único gran recuerdo del torneo de fin de curso. Nos referimos al triunfo que logró en 2003 en Los Ángeles junto con Paola Suárez. No obstante, aquí lo que llama la atención es que pese al gran nivel prolongado en el tiempo que desarrolló la pareja integrada por la madrileña y la argentina solo pudieran pisar una final. Por lo menos, salieron victoriosas frente a la belga Kim Clijsters y la japonesa Ai Sugiyama. Insisto, solo una final para Ruano y Suárez. Nos quedaría incluir en la relación a los dos números 1 individuales que ha tenido el tenis femenino español, Arantxa Sánchez Vicario (bicampeona del torneo en 1992 y en 1995, respectivamente, con las checas Helena Sukova y Jana Novotna, fallecida en 2017), y Garbiñe Muguruza. Nos llevamos a Arantxa y a Garbiñe al siguiente párrafo para comenzar a desarrollar el argumento en el que está basado el título de este artículo.
Nos hacemos eco de la mala relación histórica que han tenido el Masters y los españoles que han llegado a alcanzar el ático individual de la WTA y la ATP. La primera de tod@s fue Arantxa Sánchez, el 6 de febrero de 1995, que tiene el honor de haber sido también la primera de la lista mundial de dobles, justo la semana siguiente del 13 de febrero de aquel año. Es probable que los dos títulos de pareja y su única presencia en una final individual, que perdió con la alemana Steffi Graf en 1993 en cuatro sets (6-1 6-4 3-6 y 6-1), le lleven a descartar la idea de un torneo maldito, pero seguro que no se encuentra entre sus preferidos para alguien que acumuló cuatro campeonatos individuales de Grand Slam (en ocho finales disputadas en los cuatro escenarios), seis en dobles damas y otros cuatro en dobles mixto, protagonismo en las cinco Copas Federación (actual Copa Billie Jean King) logradas por España, cuatro medallas olímpicas y dos triunfos en la desaparecida Copa Hopman. Con Muguruza nuestro argumento encuentra todavía más resistencia. La vasca nacida en Caracas llegó a la cima clasificatoria mundial el 11 de septiembre de 2017 y es la única de todos los españoles que ha sido capaz de proclamarse campeona de las WTA Finals. Fue en 2021, en la pista al aire libre de Guadalajara, México, cuando, después de deshacerse en semifinales de su compatriota Paula Badosa doblegó en el partido de la definición a la estonia Anett Kontaveit (6-3 y 7-5). De acuerdo. Muguruza añadió este título a su podio de mayores éxitos en el que figuran Roland Garros 2016 y Wimbledon 2017. Ahí terminó su última etapa gloriosa para dar paso al que ha sido su peor año profesional desde que llegó a la élite. Empezó la temporada en 2022 como número 3 mundial y ya con la competición concluida tiene 55 rivales por delante después de solo haber ganado 12 partidos (3 en sus 4 visitas a los torneos del Grand Slam) en todo el curso. Son 12 victorias por 17 derrotas. Habrá quien piense que ha sufrido la maldición de ganadora del Masters, tal y como comentaban algunos periodistas y aficionados con respecto a lo que le ocurría el año siguiente al campeón mundial de ciclismo en ruta.
Donde la discusión a nuestro argumento resulta menos sostenible es con los números 1 masculinos. El primero, es decir el segundo español tras Arantxa, fue Carlos Moyà. El balear colocó su nombre en lo más alto del ranking ATP en las dos últimas semanas completas de marzo de 1999. El año siguiente a cuando acarició el título de Maestro como se expuso al principio de estas líneas. Sobre la moqueta de Hannover, Moyà comenzó el tercer set consciente de que solo necesitaba media hora o tres cuartos de hora más de continuar al nivel que había demostrado para poner el colofón a una gran temporada. Al otro lado tenía a su amigo Corretja, que le había apartado de la final al ganador de las dos anteriores ediciones del evento en la ciudad alemana, el estadounidense Pete Sampras, que volvería a proclamarse vencedor en 1999. Moyà, que ese año ya había derrotado sin entregar un solo set a Álex en los cuartos de final de Montecarlo, la final de Roland Garros y los octavos de final del US Open, dominaba por un doble 6-3. No podía imaginar que cedería los tres siguientes parciales por 7-5 6-3 y 7-5. Maldición para él. La amistad entre Carlos y Álex sufrió después de aquel duelo por la reacción fría del primero en la felicitación, que poco tuvo que ver con la del segundo en la final de París menos de seis meses antes, y por el comportamiento de los acompañantes de ambos tenistas. El paso del tiempo deja esta cuestión en una anécdota sin mayor trascendencia. La siguiente primera raqueta española mundial tuvo como nombre Juan Carlos Ferrero. El de Ontinyent permaneció en la cima las ocho semanas siguientes a su subcampeonato en el US Open el 7 de septiembre de 2003. El año anterior también se quedó con la miel en los labios en el último gran partido de competición individual del curso. Había perdido los dos primeros parciales de la final del Masters en Shanghái ante uno de sus grandes rivales del momento, el australiano Lleyton Hewitt, por un doble 7-5, pero supo encontrar el camino de la reacción. Tanto que se apuntó los dos siguientes con contundentes marcadores de 6-2, con lo que entró en el definitivo como favorito para llevarse una victoria que nunca llegó, pues solo sumó 4 juegos. Torneo maldito para Ferrero. Ni Moya ni Ferrero pisaron más finales de la Copa de Maestros.
Hubo que esperar hasta el 18 de agosto de 2008 para volver a ver a un español comandando la tropa masculina del tenis profesional. Rafael Nadal. Desde que ganó el US Open en 2010 lleva buscando una victoria en las ATP Finals para unirse al exjugador que tiene el más potente palmarés de la historia del tenis de hombres. El estadounidense Andre Agassi es el único que acumula títulos en los cuatro torneos del Grand Slam, ha ganado el Masters, el oro olímpico individual y la Copa Davis con su país. Nadal se clasificó para disputar las finales de 2010 y 2013, pero en ambas encontró a rivales a los que no podía alcanzar en su mejor versión en el juego en pista cubierta. El suizo Roger Federer, en 3 sets, y el serbio Novak Djokovic, en solo dos, le quitaron su ilusión. La final se juega al mejor de tres mangas desde la edición de 2008. El manacorense no ha vuelto a disputar ninguna final. Cuando más cerca estuvo fue en 2019. En semifinales sirvió para derrotar a Daniil Medvedev, pero perdió el encuentro y el ruso se proclamó vencedor el día siguiente al imponerse al austríaco Dominic Thiem, que también perdió dos finales sin título. Incluso ambas en tres sets. Es cierto que Nadal en toda su carrera solo ha conquistado en pista rápida bajo techo el torneo de Madrid de 2005, que el Master nunca se ha jugado en tierra batida y que suele llegar muy lejos de su mejor estado de forma a esas alturas del año. A ello se puede añadir que, aunque lleva 18 cursos seguidos clasificándose para disputar el torneo, las lesiones le han impedido jugar en 7 ocasiones. Sus números en el Masters no dejan de sorprender. Ha ganado 20 partidos y ha perdido 18. Masters: maldito para Nadal. Y el último número 1 español es el adolescente Carlos Alcaraz. El murciano de El Palmar divisa desde lo más alto todos los nombres del tenis profesional masculino desde el 12 de septiembre pasado, desde la primera mañana que se despertó como campeón del US Open. El de Turín 2022 era el primer Masters para el que se había clasificado, pero no ha podido disputarlo por el desgarro muscular que le impedirá competir en lo que queda de curso. ¿Ha empezado a conocer la maldición? Al menos, desde su perspectiva, la derrota del griego Stefanos Tsitsipas con Djokovic y la eliminación virtual de Nadal le permitirán terminar el año como número 1 ATP.
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