Blog Murciego: Alcaraz va dos pasos por delante

El periodismo deportivo es como ir a pescar. Puedes ir con anzuelos gourmet, pensando que será una buena tarde, hasta que te plantas en la orilla y te das cuenta que por allí no pasa nadie, ni una triste sardina. Otros días, sin tu esperarlo –ni siquiera desearlo–, los peces te están esperando antes incluso de montar tu caña. La derrota de Carlos Alcaraz en el Masters 1000 de Montecarlo supuso un buen reflejo de esta situación, aunque cambiando el mar por Twitter y los peces por pirañas. Un grupito de haters aguardaba en la sombra para recordarnos a la prensa todo el mal que habíamos hecho, prácticamente culpándonos de que el murciano hubiera sido derrotado 7-6, 6-7 y 6-3 ante Sebastian Korda en su primer partido de la gira de arcilla europea. A ver, santos no somos, pero reconozco que más de uno me lo dejó en bandeja para sacar el aguijón y desahogarme ante tanto frustrado. Sobre todo para aquellos con las escamas finas.

Eso os pasa por haberlo endiosado”. “A la próxima volvéis a compararlo con Rafa Nadal”. “Vais a destrozarle la carrera”. “Lo habéis colocado en un lugar que no le corresponde”. “A ver si de una vez aprendéis la lección”. Podría seguir exponiendo todos los ataques recibidos durante la tarde de ayer, pero sería dar vueltas en círculos. Lo que está claro es que había una lista importante de amargados esperando este tropiezo, deseando ver a Carlos tropezar para atacar a los que venimos contando su crecimiento desde 2019. El error está en los que piensan que hablar mucho de Alcaraz significa empujarle hacia un abismo mediático que no podrá soportar. ¡Pero cómo no vamos a hablar de él! ¿A cuántos jugadores de 18 años han visto hacer los números de este chico? Nos sobran dedos de la mano para contarlos. Por supuesto que hay hablar de Carlitos, aplaudir cada victoria y soñar a lo grande, porque hay base para hacerlo. Lo que no se le puede es matar por perder un partido, mucho menos disparar a los medios de comunicación, quienes hemos tratado su irrupción con más cautela que nunca.

Recuerden los casos de Carlos Boluda, Nicola Kuhn o el mismo Jaume Munar. Ahí sí que pisamos el acelerador más de la cuenta, incluso antes de que cualquiera de ellos demostrara tener el nivel para toserle a los profesionales. Con Alcaraz, quien ya ha demostrado pertenecer a la élite, hemos ido siempre con el freno de mano. Nadie pronosticó que ganaría partidos en todos los Grand Slams de 2021, pero lo hizo. Ni que llegaría a segunda semana del US Open, pero lo hizo. Ni que conquistaría en Río su primer ATP 500, pero lo hizo. Ni que sería el primer español en levantar el Masters 1000 de Miami, pero lo hizo. Ni que sería #11 del mundo antes de cumplir los 19, pero lo hizo. Quitando a algún prestigioso entrenador con ganas de ser noticia, a nadie se le ha escuchado decir que va a ganar Roland Garros, que va a ser el Nº1 o que está en disposición de batir los registros de precocidad más vetustos. ¿Acaso no lo pensamos? Todos y cada uno de nosotros, el secreto está en no decirlo.

Es el propio Alcaraz el que nos está guiando en su viaje, el que nos deja en evidencia cada semana, quien nos hacer siempre quedamos cortos por muy alto que apuntemos. El que apostó por terminar la temporada 2022 dentro de los quince mejores del mundo y destrozó su propia meta en apenas tres meses de competición. Con otros jugadores la dinámica fue en la dirección inversa, era la prensa la que construía el edificio para luego ver cómo el jugador se quedaban a varios palmos del techo. Con Carlos es distinto, tiene estrella, solo así se puede explicar todo los números que lleva ya grabados en su ficha. Aunque quizá lo más importante, lo que falló en aventuras anteriores, sea el entono que le acompaña. Un equipo de trabajo que sabe perfectamente el sendero hasta la gloria y, todavía más importante, cómo sortear los posibles peligros que vayan surgiendo. Ayer, después de un mal día en la oficina donde no pudo desplegar su mejor versión, el murciano llegó a rueda de prensa con la tranquilidad de quien conoce perfectamente cada etapa del proceso.

Nunca es fácil acostumbrarse a jugar sobre tierra batida, el primer partido siempre es duro, mucho más cuando juegas contra un jugador como Sebastian. Estoy un poco decepcionado conmigo mismo, tuve muchas oportunidades de estar arriba en el partido, incluso de ganar, pero a veces estas derrotas son buenas de vivir. No estoy pensando en la expectativa que la gente tiene sobre mí, solo me concentro en mis cosas, hay que seguir jugando para ir acumulando experiencias. Esto forma parte de nuestro trabajo, tienes que aceptar las derrotas lo mejor que puedas. Solo es una derrota, no es la muerte, la próxima semana habrá una nueva oportunidad de mejorar, nada más”.

Una respuesta magistral, nada más. No es que estas derrotas sean necesarias, es que son normales en un deporte donde se pierda cada semana. También es normal que la prensa se emocione, de eso se trata esta profesión, pero debemos recorrer este ascenso de la mano con el aficionado, ya que ninguna de las dos partes queremos que nada falle. Es imposible no pensar con lo más grande, pero dejemos que Alcaraz vaya siempre dos pasos por delante, no queramos correr más que él. Aquí seguiremos disfrutando de su tenis, alucinando con sus triunfos y contando una realidad que no se puede esconder más tiempo. Este chico es buenísimo, va a ser todavía mejor, posiblemente acabe siendo el líder del vestuario, y no pasa nada por pensarlo. Habrá incluso quien se atreva a decirlo en voz alta, pero se expone a que las redes sociales lo devoren por ser coherente con la lógica y la historia. El tiempo pondrá a cada uno en su lugar.