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Blog Murciego: La semana de Fognini

Fernando Murciego

Publicado 12/04/2024 a las 08:34 GMT

Aunque todavía sigue activo –al límite del top100 y de los 37 años–, el mundo del tenis es consciente de que Fabio Fognini ya no volverá a tener una experiencia tan mágica como la vivida hace cinco temporadas en el Masters 1000 de Montecarlo. El torneo donde todo su talento se pusieron de acuerdo para cruzar la última puerta.

Fabio Fognini, con el trofeo de ganador en Monte-Carlo

Fuente de la imagen: Getty Images

Fabio Fognini sonríe al tomar asiento, sabe que la película que va a presenciar le va a gustar. La ATP le ha preparado una pequeña sala de proyecciones y en la pantalla aparecen las imágenes del Masters 1000 de Montecarlo 2019, allí donde el italiano dejó su huella para la eternidad, levantando el título más importante de su carrera. La fecha donde confirmó que siempre tuvo todos los ingredientes para lograrlo, aunque no siempre bien cocinados. A veces le faltó paciencia, otras le sobró desidia, aunque la mayoría de las veces tuvo la mala suerte de encontrarse con un rival más preparado. Nada de esto sucedió a mediados de aquel mes de abril, donde los planetas se alinearon para dejarle cosechar después de tanta tormenta.
Dicen que ganar un título siempre es maravilloso, pero no me digan no es mucho más especial cuando llega de manera inesperada. Porque seamos honestos, ¿quién esperaba a esas alturas ver al de San Remo conquistando tal excelsa recompensa? En Grand Slams, descartado. En Masters 1000, depende de la superficie. Pero es que sobre tierra batida, donde mejor porcentaje de éxito tenía Fabio, su temporada 2019 había empezado con un balance de 0-4: derrotado en primera ronda de Córdoba, Buenos Aires, Río y Marrakech. Desde el momento en que el Nº18 del ranking ATP puso los pies en El Principado, lo más normal hubiera sido verle abandonar aquel lugar por la vía rápida. Y más cuando en su debut, lo primero que hizo fue perder el primer set con Andrey Rublev.
Fue todo un truco, un espejismo, una maniobra de despiste. Fabio nos hizo pensar que la función iba por aquí, para luego sacar el conejo de la chistera desde la otra punta de la sala. Andrey Rublev, Alexander Zverev y Borna Coric sufrieron su talento sobre la arcilla monegasca, hasta que el sábado llegó el momento de la verdad: Rafa Nadal, once veces campeón, le esperaba en semifinales. Vale que ya le había vencido en tres ocasiones, vale que no venía el balear en un ritmo meteórico, pero nadie, absolutamente nadie, hubiera sonreído al toparse con este monstruo a las puertas de una final tan importante. Aunque sabemos lo mucho que le ponen a Fognini este tipo de retos.
Estar en una final de Masters 1000 y ser el favorito fue algo extraño, pero venía de ganar a Nadal en semifinales
El italiano destacó en ese reportaje cinco año después, subrayando que aquel triunfo contundente ante el español ( 6-4, 6-2) cambió por completo el paradigma del torneo. Pasó de ser la presa a ser el cazador, citándose en la última ronda con un inexperto Dusan Lajovic que, por si faltaba picante, estaba trabajando con José Perlas, ex entrenador de Fabio. “No fue fácil pero, con todo el respeto para Dusan, era una situación que no suele pasar muchas veces. Recuerdo todas las emociones, todos los amigos que estuvieron allí, además de mi familia, por supuesto. Simplemente salté a la pista con la intención de hacer mi juego, de mover la pelota. Ahí está el resultado”, valora con la tranquilidad de haber cerrado el capítulo a lo grande, subiéndose a ese tren que tan solo pasa una vez.
Nunca dudamos de las capacidades de este díscolo talento, es más, sin ellas habría sido imposible verle molestando a los de arriba en tantas ocasiones. Pero sí en diez años de carrera tu techo son unas cuartos de final de Roland Garros y dos semifinales de Masters 1000, quizá es que te falte la determinación para llevar a tu vitrina una recompensa mayor. En 2019, en su undécima visita a Montecarlo, el que representaba su 81º participación en un evento de esta categoría, Fabio Fognini encontró el oremus con 31 años, aunque su mente no le embaucó en ningún momento. ‘¿Empieza aquí una nueva era para ti?’, le preguntaron los periodistas tras vencer a Dusan Lajovic en la final por 6-3, 6-4.
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Fabio Fognini, tras eliminar a Rafa Nadal y alcanzar la final en el Masters 1.000 de Monte Carlo

Fuente de la imagen: Getty Images

"La verdad es que no", saltó sin pensarlo. “Quiero decir, estoy feliz porque acabo de ganar un torneo y mañana tendré mi mejor ranking, estaré más cerca que nunca del top10. Sin embargo, la felicidad que me invade es porque he ganado un torneo que siempre fue uno de los grandes objetivos en mi carrera. Todo el mundo sueña con ganar un gran torneo, en ATP lo más grande son los Masters 1000, por encima solo están los Grand Slams. No hay nada más que decir, es momento de disfrutar con la familia y los amigos esta noche”, apuntó el de San Remo, quien se bajaría días después del torneo de Barcelona.
Fognini, al que siempre se le había señalado por no gozar de una gran conquista, reprimía nuestras expectativas con un toque de humanidad, anestesiando para siempre nuestra voracidad competitiva. “Más allá del título, estoy feliz porque lo tengo todo en mi vida. Por supuesto, me da mucha felicidad haber hecho bien mi trabajo, creo que he jugado muy bien y he ganado un gran torneo, tengo que estar feliz, pero en mi vida tengo muchas otras cosas: tengo salud, un bebé precioso, una esposa increíble, los dos están conmigo todo el tiempo, así que no tengo motivos para no ser feliz”, articuló ante la prensa. Incluso en la semana más importante de su carrera, esa en la que te sale todo, esa que parece un sueño, Fabio siguió siendo el mismo de siempre. Un jugador impresionante con unas prioridades inalterables.
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