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Blog Murciego: Más jugadores como De Miñaur

Fernando Murciego

Actualizado 14/08/2023 a las 12:14 GMT

El australiano alcanzó en Toronto su primera final de Masters 1000, aunque no lo pudo celebrar con un título. Su discurso tras ceder ante Jannik Sinner subraya una vez más el mérito que tiene estar ahí, salir en la foto finish, creer en el proceso y no en el resultado. Pura inspiración para los que vienen por detrás.

Alex de Minaur

Fuente de la imagen: Getty Images

Hoy seguramente tendría que estar hablando del primer título de Masters 1000 de Jannik Sinner. O quizá del segundo WTA 1000 de Jessica Pegula. Incluso de la terrible organización que se ha dado en Montréal entre los horarios y la lluvia, lo que obligó a Liudmilla Samsonova a llegar bajo mínimos a la final y caer con estrépito en 49 minutos de reloj. Tres buenos temas que sonarán con fuerza en la parrilla del lunes, sin duda. Y sin embargo, de lo que de verdad me apetece conversar es sobre Alex De Miñaur y su última rueda de prensa, anoche, en Toronto. ¿Por qué? Para empezar, porque el chaval me cae estupendamente, aunque no lograra rematar la faena en Canadá en un duelo donde Sinner marcó las diferencias. Horas después, también las marcaría el australiano con el micrófono delante, dejando en el aire un mensaje que merece la pena analizar y que pone de manifiesto la dificultad que tiene llegar a la élite del tenis.
La historia de Alex la conocemos. Un chico nacido en Sydney pero criado en Alicante, de madre española y padre uruguayo, pegado toda su vida a Adolfo Gutiérrez, entrenador al que le debe todo y que le sigue guiando cada semana. Una persona familiar, cercana, de fuertes valores y máxima lealtad por los suyos. Alguien de fuertes convicciones, como cuando decidió defender la bandera oceánica antes que la española, devolviendo así la confianza que Tennis Australia había depositado en él desde un primer momento. Dolió perder a un jugador como Alex, pero la realidad es que nunca llegó a estar cerca de jugar por España, aunque lo sintamos como nuestro. Su proyección era evidente, su calidad, su evolución en la pirámide del tenis, hasta que pisó el top20 y ahí llegaron los obstáculos. Ha jugado catorce finales y ha ganado siete, siendo el Open de Acapulco su mayor conquista. Contra el top10 tiene un balance de 13-35, aunque esta semana no le tembló el pulso para tumbar a Fritz y Medvedev. En Grand Slams solo superó en una ocasión los octavos de final, en el US Open 2020. A priori estamos ante una ficha que muchos firmarían con los ojos cerrados, ¿se pueden creer que hay gente que le ve como un perdedor?
Es fácil hablar, comentar y opinar absolutamente de todo. Pero es curioso cómo el más osado siempre resulta ser el que menos idea tiene. Le pasa a De Miñaur –Nº12 del mundo este lunes– y le pasa a muchos otros jugadores, que tienen que aguantar el desconocimiento y la estupidez de las redes sociales, a veces incluso de los ‘expertos’. El australiano es el primero en reconocer que lleva tres temporadas estancado en la clasificación, maniatado a un top20 del que no logra promocionar. ¡Bendito estancamiento! ¿Qué pensará el que está #86 del mundo sobre esta ‘crisis’ de Alex? La cuestión es que en ese tiempo nunca dio un paso atrás, nunca congeló su evolución, jamás rebajó sus prestaciones dentro del tour. Se convirtió en un tenista regular y, en muchas ocasiones, predecible, pero nada que el tiempo y el trabajo no resuelvan. El pasado mes de febrero, de repente, su primer ATP 500. Ahora, su primera final de Masters 1000. Quieto, lo que se dice quieto, no está.
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Alex De Minaur, Toronto 2023

Fuente de la imagen: Getty Images

Otra cosa muy diferente es la comparación. De Miñaur, a no ser que la ciencia juegue sus cartas en tiempo récord, jamás tendrá la altura de Matteo Berrettini. Ni tendrá la derecha de Taylor Fritz. Ni el servicio de Nick Kyrgios. ¿Tendrá peor carrera que ellos? Lo veremos con el tiempo, pero deberá construir su éxito en base a otras habilidades. Mientras tanto, es normal cruzarse con el típico especialista que ataca a este perfil de jugador, subrayando sus debilidades, restando mérito a sus logros, incluso atreviéndose a limitar sus capacidades, pronosticando cuál será su futuro en la competición. Hablando en plata, tonterías de este calibre tocan bastante los cojones, sobre todo si eres de los que llegas una hora antes que el resto y te marchas una hora después. Esto es lo que ha llevado a Alex a convivir con un cierto aroma de revancha, a salir a la pista con el deseo de reivindicarse ante todos aquellos que dudan de su talento, que no dan valor a lo que lleva haciendo en sus ocho temporadas como profesional. Anoche, en Canadá, el título hubiera servido para callar más de una boca, pero las fortalezas de Sinner pesaron más en la balanza. Eso no quitó para que luego el australiano dejara un mensaje potente sobre la mesa.
Quizá el mundo del tenis no esté entusiasmado con lo que puedo ofrecer sobre la cancha, así es como describiría lo que siento. Mucha gente no se da cuenta de lo difícil que es llegar a la posición en la que estoy ahora, la cantidad de horas y de trabajo que he invertido en ello. Ustedes, los periodistas, ven probablemente el día a día, saben que no tengo un servicio masivo con el que obtener puntos gratis, o la facilidad para hacer tiros ganadores desde cualquier lado de la pista. Soy el tipo de persona que tiene que trabajar por cada punto, debo encontrar soluciones, mirar a mi rival y tratar de explotar sus debilidades. Muchas personas no aprecian lo que se necesita para estar donde estoy ahora, pero ahí está la belleza de todo esto, en saber que voy a esforzarme hasta la última gota de mi cuerpo para alcanzar mi mejor nivel. El día que me retire seré muy feliz, sentado en mi sofá, mirando mi carrera y diciendo: ¿Sabes qué? Logré grandes cosas solamente con trabajo duro y determinación”.
Como diría un buen amigo, este párrafo está para ponerlo en las escuelas, para levantarse y aplaudir hasta el agotamiento. Pura cultura del esfuerzo, el ideal de huir de las comparaciones –aunque tan difícil sea a veces– y centrarte únicamente en ti, en tu dedicación diaria y tu evolución como deportista. ¿Cómo creen que hizo David Ferrer? ¿Le imaginan volviéndose loco por no tener el revés de Djokovic o la derecha de Nadal? Pues consiguió ganar a ambos y, por cierto, más de una vez. Este es el espejo donde debemos mirarnos todos, en la gente que deposita en sus proyectos el 101% de sus esfuerzos, los únicos que podrán descansar tranquilos el día de mañana, sin recriminarse nada y la conciencia en paz. Ojalá más tipos como Alex, porque con esa mentalidad tienen el éxito asegurado.
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de Minaur, Acalpulco

Fuente de la imagen: Getty Images

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