Abandonan al Señor

Quizás la prosa cervantina se vea un poco fuera de lugar en una web de deportes como esta. Pero lo cierto es que señores, fieles escuderos y gigantescos molinos de viento nos vienen al pelo para resumir un intenso año de tenis español. ¿Que no se lo creen

Eurosport

Fuente de la imagen: Eurosport

Si les digo que en Rafa Nadal recae el papel de noble hidalgo de las pistas y que sus fieles escuderos no son otros que los doce jugadores españoles que han terminado la temporada dentro del Top 100, cifra sólo superada por nuestros vecinos galos que han conseguido colocar la nada despreciable cantidad de catorce lanceros en la centena de cabeza, las cosas les empiezan a encajar, ¿no? Pues por ese camino vamos a seguir así que no pierdan ustedes la senda.
Como ya sucediera en El Quijote, este año los Ferrer, Robredo, Moyà y compañía no se han dejado intimidar por temerarios gigantes en forma de 'Federers', pistas rápidas y potentes servicios y han sabido imponer su ley allá por donde el circuito caballeresco les ha llevado. Más que nunca los Sancho Panza han agarrado con fuerza las empuñaduras de sus lanzas para convertirse por méritos propios en caballeros del más noble rango.
Y es que este año Rafa Nadal ha estado mejor acompañado que nunca e incluso ha llegado a ceder el protagonismo a sus naturales escuderos en algunos compases de la temporada. Un año de bonanza fertilizado con los seis títulos del mallorquín y aderezado con los tres logrados por David Ferrer, los dos de Tommy Robredo y los obtenidos por Carlos Moyà y Nico Almagro. Buena cosecha que no pudo por más que tener como premio la presencia de tres de los nuestros en la gran cita final del circuito que tuvo lugar una vez más en Shanghai.
Especial mención merece la cruzada llevada a cabo por el tenista de Jávea David Ferrer. El alicantino pertrechado de escudo y raqueta y a lomos de un rocín incansable ha conseguido colocarse en un meritorio quinto lugar en el árbol genealógico de los caballeros, la mejor clasificación de su carrera. Exhibiendo garra, lucha y una fuerza mental trabajada a golpe de entrenamiento, Ferrer ha dejado a un lado su título de escudero segundón para dar el golpe sobre la mesa que su tenis necesitaba.
Desde principio de año, ya con el título de Auckland en su poder, Don David de Jávea, como debemos llamarle a partir de ahora, creció paso a paso destronando y derrocando reinados y trofeos como los de Bastad en el mes de julio y Tokio en el de octubre. Pero si en algún momento consiguió cautivar a su Dulcinea particular fue durante su cita con el US Open y con la Copa Masters. Durante su primera cruzada allende los mares, Ferrer consiguió caminar hasta las semifinales, en las que caería con Djokovic, habiendo conseguido dejar atrás hasta el que ese momento había sido su 'Señor'. Rafa Nadal sucumbió en cuatro mangas para entregar además de la victoria, el beneplácito a la independencia del primero de sus 'satélites'.
A pesar de que siempre se ha dicho que segundas partes nunca fueron buenas, podemos decir que en noviembre vivimos la excepción que confirma esta regla. Este capítulo victorioso vivió su continuación a su paso por Shanghai. Ya con el premio en el bolsillo, Ferrer se resistía a poner el punto y final a una temporada que le había proporcionado tantos éxitos. El Señor de Jávea quiso ratificar que lo vivido durante el año no había sido producto de la casualidad y para ello no se le ocurrió hazaña mayor que lanzar el guante al sumo Rey de reyes. En la gran final del tenis mundial y tras haber ganado la partida a los números dos y tres de la clasificación, el recién independizado escudero y aventajado pupilo del Duque de Piles lo intentó ante Roger Federer.
Si bien en esta ocasión Ferrer se quedó a la espera del saquito con la recompensa en monedas de oro, el premio inmaterial, ese que se guarda en la mente no en el bolsillo, ya tenía un lugar de privilegio en la cabeza del protagonista y del resto de habitantes del poblado tenístico que ya nunca olvidarán ni menospreciarán el juego de potencia y desgaste.
Un peldaño por detrás de David Ferrer se sitúa el Conde de Hostalric, Tommy Robredo. Este año la campaña del caballero del condado catalán tenía como objetivo la difícil tarea de conseguir la consolidación dentro de la élite porque ya se sabe que en muchos casos lo difícil no es llegar sino permanecer. Y aunque Robredo se quedó a las puertas de acceder por méritos propios a la última cita del año, y viajó sólo como reserva a las chinas orientales, su objetivo de cerrar la temporada entre los diez primeros caballeros se cumplió de sobra.
Además, Tommy añadió dos nuevas muescas en la empuñadura de su lanza, una en Sopot allá por el caluroso mes de julio, y otra en tierras galas tras alzar la corona que le permitía demostrar que las llanuras de Metz habían sido conquistadas en la empresa propuesta en el mes de octubre. Quizás las mayores alegrías del año fueron recogidas por él y por su fiel compañero de batallas Pepo Clavet durante su caminar por las zonas más arcillosas del mapa y los mayores problemas llegaran a la hora de afrontar la lucha con los molinos apostados sobre la hierba y sobre las pistas y suelos más resbaladizos, pero el Vizconde de Olot supo imponer su calidad en los momentos más complicados de la larga cruzada para regresar a sus tierras victorioso y con la sensación del trabajo cumplido.
Lo de Carlos Moyà no ha sido sólo cuestión de independencia. A su emancipación del Señor Nadal, que le tuvo como referente de infancia, hay que unir un resurgimiento o una segunda juventud. Cuando los más atrevidos osaban incluso hablar de retirada, el mallorquín dejó en la estacada a sus críticos para enfundarse de nuevo el traje de caballero que tan bien le sienta y tan bien luce cuando quiere. Y se ve que este año ha querido.
En su camino ha derrotado a fantasmas y no ha permitido que los achaques mermaran sus ganas renovadas. Y por si alguien seguía acunando dudas sobre su capacidad de caminar en solitario como ya hiciera antaño en épocas de mayor esplendor, ha llevado hasta la veintena el número de títulos que campean en su palmarés tras su paso por las tierras croatas de Umag. Además, su presencia en los cuartos de final de dos de los Grand Slams, Roland Garros y U.S. Open, unidas a las semifinales de Bastad y del Masters Series de Hamburgo, y a las finales de Sydney y Acapulco a principio de temporada terminaron por poner el broche de oro a un nuevo capítulo de las hazañas del ingenioso hidalgo y noble Moyà. ¡Y lo mejor de todo es que su autor amenaza con nuevas ediciones!
Aunque en nuestro pequeño relato de caballerías destaquemos de forma especial las aventuras de estos tres Sancho Panzas con algo más que aspiraciones a Don Quijotes, queremos hacerles también un sitio en nuestro epílogo a la otra parte de la pléyade que no renuncia a seguir luchando por su definitiva independencia.
Así, podemos congratularnos de que, por ejemplo Ferrero, desde la zona levantina, y con su presencia en la final de Costa Do Sauipe, Almagro, desde las tierras pimentoneras, y con su victoria en Valencia, o Verdasco y Feliciano, desde la meseta central, y con su participación en la final de San Petersburgo y en las semis de Stuttgart respectivamente, hayan presentado también su colaboración puntual y activa para engrandecer la rebelión de los escuderos que aunque no han conseguido obtener una recompensa tan sonora, sí han contribuido a hacer un poco más grande la leyenda de los nobles hispanos más allá de nuestras fronteras.
Y si bien no podemos pedirles más a nuestros caballeros ya sean nobles, fieles, escuderos o señores, esperemos que en las campañas venideras, además de mostrar sus cualidades de forma individual, la unión les permita hacer la fuerza para recuperar el Reino de la Davis. Unos terrenos que se nos han resistido a su paso por cuartos, pero que sin duda alguna volverán a formar parte de las conquistas españolas.
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