Deportes populares
Todos los deportes
Mostrar todo

En el interior de Roger

Fernando Murciego

Actualizado 11/01/2021 a las 16:34 GMT

Que el suizo no estaría en el Open de Australia 2021 era algo que ya teníamos claro, aunque claro parecíamos tener también el motivo. Las últimas informaciones acerca de la postura de Federer lo cambian todo, y no hablamos solamente de un torneo. Cambian por completo el final de su carrera.

Switzerland's Roger Federer reacts after a point against Australia's John Millman during their men's singles match on day five of the Australian Open tennis tournament in Melbourne on January 24, 2020

Fuente de la imagen: Getty Images

Hace un par de semanas, cuando Roger Federer anunciaba en sus redes sociales que no viajaría a Australia para disputar el primer Grand Slam de la temporada, la noticia caía como un jarro de agua fría entre todos los aficionados del mundo de la raqueta. Su ausencia provocaba de nuevo las dudas de todos aquellos que llegamos a pensar que su rehabilitación no iba por buen camino. Aunque la norma diga que no news, good news, en esta ocasión hubiéramos pagado por conocer el estado de salud detallado del helvético para no arrastrar tanto miedo y especulación. Finalmente se cumplieron los peores pronósticos, o eso es lo que pensábamos. Todos coincidimos en que una doble operación de rodilla con casi 40 años es un obstáculo que puede volverse casi definitivo, pero puede haber barreras todavía más altas para poner el punto y final a una carrera.
El fuego lo prendió André Sá, ex jugador brasileño de dobles, compartiendo públicamente una conversación que tuvo con Roger acerca de toda la normativa que se daría en Australia respecto a las medidas de seguridad anti-COVID. Unas medidas que al suizo le empujaron a desentenderse por completo del torneo cuando supo que su familia tendría que hacer cuarentena en la habitación del hotel durante 14 días. Esta fue su reacción: “La excepción para salir de la habitación es solo para jugadores. Yo puedo salir, entrenar y volver, pero mi familia no podría. Finalmente, Mirka no aprobó la idea. La segunda opción era que viniera solo, pero eso implicaba estar al menos cinco semanas lejos de la familia y los niños. Amigo, tengo 39 años, cuatro hijos, y 20 Grand Slams. Ya no estoy a tiempo para estar lejos de mi familia durante cinco semanas”.
Ya con todas las cartas sobre la mesa y el desconcierto pululando en el ambiente, hay personas que todavía se preguntan: ¿estamos ante una buena o una mala noticia? Vayamos por partes. Si esas palabras implican una recuperación completa de la rodilla de Federer, cumpliendo así los plazos marcados, entonces estamos ante una noticia fantástica. Por otro lado, si después de una temporada entera sin competir, un año en casa confinado con su familia, acelerando la recuperación para llegar a tiempo a Melbourne y apurando para afrontar una de sus últimas opciones reales de ganar un Grand Slam, todo el plan se viene abajo porque Mirka no lo aprueba, lo siento chicos pero tenemos un problema. Voy a huir de esa realidad que muchos piensan, donde la mujer de Roger ejerce de sargento y GPS de su trayectoria. Voy a pensar que ha sido Federer el que ha optado por no viajar a Australia, el que no ha querido ‘abandonar’ a su familia durante cinco semanas, sacrificando así uno de los eventos más importantes del calendario.
Quiero ponerme en su piel, aunque el único objetivo que quiero cumplir es no emitir juicios de valor, nadie tiene la verdad para definir lo que está bien o lo que está mal, ya que cada persona es completamente libre de elegir, de pensar y de sentir lo que crea conveniente. En este caso, solo compartiré mi percepción del asunto. Que Roger es una persona familiar lo sabemos, así lo lleva demostrando casi una década con su mujer y sus hijos compartiendo vuelos y torneos. Sin embargo, esas palabras que reveló André Sá tienen letra pequeña, dejan entrever un descenso de motivación, quizá un recorte de ilusión, un paso al lado que puede haber sido provocado por cientos de motivos. Quizá físicamente ya no se vea listo, puede que el 2020 le haya confirmado que vivir sin tenis no era tan horrible como él pensaba, o simplemente puede que ya esté más que satisfecho con sus éxitos, quizá vea que ya no es momento de sacrificar nada en lo personal para escribir una nueva epopeya en lo profesional. Las tres serían totalmente respetables, entendibles y, al mismo tiempo, dolorosas. Federer, que cumplirá 40 años el próximo mes de agosto, se perderá el Open de Australia por primera vez en 22 temporadas. Un lugar que conquisto en 2018 por última vez, donde el año pasado llegó a semifinales, donde todavía había esperanzas de verle reinar por séptima ocasión.
A estas alturas de la película, el propio Federer conoce perfectamente dónde sí, dónde no y dónde tal vez. Si todavía sueña con ganar un Grand Slam, si aún siente la adrenalina de la competición, si en su interior hay una mínima planificación del 2021 en busca de los torneos donde puede hacer daño, toda excusa que no sea una lesión para no viajar a Melbourne se nos clava como una flecha en el intestino. E insisto, seguirá siendo respetable, y no por ser Roger. Tan respetable como preocupante. Nadie iba a poner en duda su calidad como padre por alejarse de su familia durante cinco semanas, pero los aficionados que le llevan esperando más de un año puede que sí sientan el vacío este próximo mes. Porque las lesiones son malas, pero se curan, más tarde o más temprano. Pero si no hay hambre, si no hay motivación, si no hay fuego en los ojos, el partido no es que esté perdido. Es que ni se juega. Solamente en el interior de Federer se encuentra la respuesta correcta, la auténtica razón de esta decisión. Mientras tanto, nos tocará seguir esperando su vuelta, aunque lo que de verdad esperamos es que no se haya olvidado de todos nosotros.
Únete a Más de 3 millones de usuarios en la app
Mantente al día con las últimas noticias, resultados y deportes en directo
Descargar
Compartir este artículo
Anuncio
Anuncio