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Blog Murciego: Casper Ruud, el triunfo del bien

Fernando Murciego

Publicado 24/04/2024 a las 08:14 GMT

Da igual si no viste el torneo. O si dejaste de verlo con la derrota de Nadal. Incluso si ibas con Tsitsipas en la final, también te meto dentro de este grupo. Todo el mundo, hasta los que no saben ubicar Noruega en un mapa, se alegraron del triunfo de Casper Ruud este domingo en el Conde de Godó.

Casper Ruud, vainqueur du tournoi ATP 500 de Barcelone

Fuente de la imagen: Getty Images

El deporte puede llegar a ser un poco cruel en ocasiones. No importa que te vaya bien, que seas millonario y que estés acostumbrado a llegar a rondas finales: basta con perder un partido por semana para que el público empiece a verte con otros ojos. Si esa derrota se produce en una final, entonces prepárate para descubrir que a veces es mejor caer en primera ronda que quedarte a un suspiro del título. Esta maldición le ha perseguido a Casper Ruud durante los tres últimos años, un competidor fabuloso al que le faltó ese ingrediente secreto para conquistar un gran trofeo. Los ATP 250 los controla, nadie lo discute, el problema llegaba con el aumento de categoría. Su balance de finales en las alturas empezaba a ser preocupante, hasta que el Conde de Godó 2024 apareció para hacer justicia.
Lo sé, la palabra justicia no existe en el deporte de alta competición, pero era obvio que el destino se estaba cebando con el noruego en las últimas rondas de los torneos más célebres del circuito. A sus 25 años ya nadie duda de su talento, su regularidad en el top10 habla por sí sola, además de su evolución en pistas rápidas, algo que le sirvió para quitarse de encima otra etiqueta, la de ‘terrícola’. Faltaba por corregir cierta opinión pública que le señalaba por no dar el nivel óptimo en los desenlaces de ATP 500, Masters 1000 o Grand Slams. Curioso que Ruud, alguien que llegó a estar a un solo partido –concretamente, a dos sets– de ser Nº1 del mundo tenga todavía que demostrar su valía, pero así es el deporte. Además de no tener memoria, te obliga constantemente a mejorar y romper techos si no quieres quedar reducido por tus rivales.
Lo más duro del proceso fue ver a Casper sufrir de vértigo en 2023. Al castigo de no haberse apuntado ninguna de las grandes finales disputadas (Miami, Roland Garros, US Open, ATP Finals), se sumaba ahora un peaje en su rendimiento, dando un paso atrás acusado por la nueva expectativa, el miedo a fallar y un poco de síndrome del impostor. Así llegaron las derrotas inesperadas, pequeñas decepciones que llevaron a Ruud a estar contra la pared, pero manteniendo siempre esa nota mínima en la competición para no descolgarse del grupo de los mejores. Fue un año para apretar los dientes y saber sufrir, necesario para arrancar 2024 desde una buena rampa de lanzamiento. Aquí es donde se inicia la reconstrucción del noruego: calentando motores en Estoril, cogiendo el tono en Montecarlo y floreciendo finalmente en el Conde de Godó. Por supuesto, tenía que suceder sobre tierra batida, venciendo al mismo rival que le había inclinado siete días atrás.
Hoy tomé la decisión correcta, fue algo que entrenamos esta mañana”, reconoció el de Oslo en la rueda de prensa posterior a la final en Barcelona. “A nivel táctico eso me ayudó bastante: jugué más rápido y fui más agresivo, ya que cuando Stefanos (Tsitsipas) tiene tiempo para golpear la pelota y controlar el partido es alguien muy peligroso y muy difícil de batir. Ojalá que este título suponga un salto para mí, aunque el sueño sigue siendo volver a jugar una final de Grand Slam. Si vuelvo a disputar otra final de un ATP 500, espero que haberme llevado este partido marque la diferencia entre ganar y perder a partir de ahora. Nunca se sabe, de todos modos, pero ojalá que pueda ser un gran paso adelante en mi carrera, un partido que me haga tener más confianza en mí mismo en los grandes partidos y los grandes torneos”, resolvió el actual número 6 del ranking ATP.
Pese a ser actualmente el jugador con más triunfos del calendario, si algo bueno tiene Casper no son sus victorias. Vale que no es el más expresivo dentro de la pista, ni el más extrovertido dentro del vestuario, pero a día de hoy resulta imposible encontrar una persona a la que le caiga mal el escandinavo. Imposible, no lo intenten. Demasiado respetuoso, amable hasta decir basta, incapaz de poner una mala cara y siempre atento con cada rival y cada miembro de su equipo. Por una vez me van a permitir que deje a un lado su palmarés, que aún siendo fantástico, se queda en nada si lo comparamos con los valores de su dueño. Miren su reacción tras conquistar Barcelona tres días, ¡si parece que pida perdón! Ante nosotros tenemos a un jugador realmente único, una personalidad encantadora que sobrepasa cualquier estadística. Por eso el domingo todos nos alegramos por él, hasta Tsitsipas. Qué le vamos a hacer, nos gusta que a la buena gente le vaya bien.
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