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Blog Murciego: El último deseo de Serena

Fernando Murciego

Publicado 27/09/2021 a las 09:45 GMT

La estadounidense cumplió ayer 40 años inmersa en una etapa de poca transparencia donde nadie sabe cuáles serán sus próximos pasos. Tras caer lesionada en primera ronda de Wimbledon, no volveremos a verla en pista hasta 2022. ¿Estamos ante el final de la mejor tenista del siglo XXI?

Serena Williams salta a la pista en su última participación en Wimbledon

Fuente de la imagen: Getty Images

Cumpleaños feliz, una de esas frases hechas que se presuponen cada vez que llega tu aniversario. Cumpleaños sí, de eso no escapa nadie, ¿pero feliz? Ayer, 26 de septiembre de 2021, le tocó a Serena Williams soplar las velas, un total de 40 velas, edad con la que el 99% de los tenistas profesionales ya ven el tenis por televisión. Pero ella no, no todavía. Con las dudas razonables de si el físico le permitirá volver a poner los pies en una pista de tenis, son varios expertos los que se empiezan a posicionar en el otro bando, el de una retirada inminente que bien podría llegar esta misma temporada. Un termómetro que se mueve entre la realidad y la fe, como si de un debate religioso se tratara.
Por un parte tenemos la realidad, que nos muestra la tendencia de Serena a desaparecer paulatinamente del circuito. Por ejemplo, de su 39 hasta su 40 cumpleaños, la de Michigan solamente ha competido en siete torneos, disputando en ellos 18 partidos. Cerró el curso 2020 retirándose en segunda ronda de Roland Garros, allá por finales de septiembre, para luego retomar la actividad en 2021 con unas semifinales en Yarra Valley, semifinales en el Open de Australia, primera ronda en Roma, segunda ronda en Parma, octavos de final en París y primera ronda en Wimbledon. El material es tan escaso que apenas podemos sacar conclusiones deportivas; en cambio, si nos centramos en el apartado físico, sí se puede leer entre líneas.
Con 40 años, el cuerpo de la menor de las Williams ya no está preparado para grandes giras. De hecho, esta afirmación se podría anteponer desde el momento en que fue madre (2017), donde su calendario comenzó a recortarse hasta el punto de jugar únicamente los Grand Slam y algún evento previo de preparación. Por mucho talento que uno tenga, por muy superiores que sean tus genes, es utópico imponerse en el circuito con una mecha tan corta, imposible en una era donde el talento está más repartido que nunca dentro del vestuario femenino. Al final, entre derrotas y ausencias, el ranking de Serena también ha terminado pagando ese peaje, situándose esta semana en el puesto número 40 de la clasificación. Curiosamente, coincidiendo con su edad.
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Pero en esta mesa redonda también hay lugar para aquellos soñadores que todavía no pierden la esperanza, grupo donde debería posicionarse la propia Serena Williams. Por muy en contra que parezcan todos los móviles, no hay que olvidar que enfrente tenemos a la mejor jugadora de tenis del presente siglo, quizá la más implacable de la era moderna y, sin lugar a dudas, la de más vigencia. Una mujer que cuenta con 23 Grand Slam individuales en la maleta, diez de los cuales fueron conquistados una vez superada la treintena. Vamos, que el problema no está en la fecha de nacimiento, sino en las limitaciones físicas que han ido apareciendo y quedándose en su camino. La razón nos empuja a dudar de una leyendas, pese a habernos equivocado tantas veces en el pasado.
¿Y qué hay de las limitaciones mentales? Esas que le llevaron a perder grandes finales ante Angelique Kerber, Simona Halep, Naomi Osaka o Bianca Andreesu. Que sí, todas ellas grandes rivales, pero en los ojos de Serena vimos por primera vez el peso de la historia, ese último salto tan elevado hasta igualar los 24 majors de Margaret Court. Y es que no se ha hablado de otra cosa desde 2018 en adelante, de Williams y el dichoso récord por el cuál debía seguir entrenando. ¿Dónde quedó aquello de disfrutar del trayecto? ¿Del cariño de la gente? ¿De la experiencia de ser madre en activo? En los periódicos, la tinta solo pedía el récord, el récord, algunos incluso lo exigían. Como si no fuera suficiente todo lo cosechado hasta ahora, como si no ganar esa copa le fuera a privar de ser feliz. Una condena con la que no supo lidiar estando al 100% físicamente y que ahora, prácticamente fuera de combate, parece ya un objetivo inverosímil.
"No creo que se detenga hasta que, al menos, gane otro Grand Slam”, llegó a admitir su entrenador, Patrick Mouratoglou. Lo dijo tras caer en semifinales del último Open de Australia, aprovechando que su pupila se había quedado a tan solo dos pasos de la meta. “Para eso regresó, para ganar Grand Slams, así que mientras no lo logre, dudo que renuncie. Ahora mismo no creo que se esté planeando la retirada, no en este momento. Lleva dedicando toda su vida al tenis, desde que era una niña, el día que se jubile sentirá que está poniendo fin a una etapa que ha durado los 40 años de su vida. Sé que será una decisión muy difícil de tomar”, añadió el galo, siempre tan franco en sus respuestas.
Pero aquellas palabras que sonaron tan firmes en febrero, hoy suenan más vulnerables en septiembre. Después de un 2021 donde Serena solo pudo ganar 12 partidos, su aterrizaje en la cuarentena abre de nuevo el debate sobre lo real y lo ficticio. El sueño que se convierte en pesadilla. La heroína que recupera su condición humana. Viendo su situación, ¿sería una locura presagiar una retirada inminente? ”Sinceramente, no lo sé, no hablamos de eso”, volvió a responder Mouratoglou hace unas semanas, cuando se dio a conocer la noticia de que Williams no volvería a competir más este año. “Sólo nos habíamos centrado en el US Open, que era el último objetivo de la temporada. Ahora habrá que digerir esta situación y luego nos sentaremos a hablar. Hoy por hoy, no estoy seguro de nada, en ningún sentido”.
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El puzzle tiene cada vez más piezas y no todas están en la mano de la oriunda de Saginaw, horizonte similar por el que está pasando también Roger Federer, un mes mayor que la norteamericana. Siendo completamente honestos, creo que lo más saludable sería dejar de mencionar el maldito 24 Grand Slam, porque así es como se recordará, como el título que más veces fue anunciado sin nunca llegar a ganarse. Si el deporte fuera justo –que no siempre lo es–, lo único que esperamos es que Serena tenga una despedida majestuosa, acorde a una de las mejores tenistas de todos los tiempos. Ganando o perdiendo, eso ya no importa, pero en la pista, donde tantas veces demostró ser la número uno. Seguro que ayer, ella pidió el mismo deseo.
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