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Blog Murciego: Evaluación final a Garbiñe Muguruza

Fernando Murciego

Publicado 22/04/2024 a las 08:30 GMT

Ahora que la española hizo oficial su retirada, muchas son las voces analíticas que buscan dar una evaluación a la trayectoria de Garbiñe Muguruza. Tanto la prensa como los aficionados dan rodeos sobre la misma pregunta: ¿tuvo una buena carrera o pudo haber sido mucho mejor?

Un día para el recuerdo: Así fue el triunfo de Muguruza en París que puso fin a 18 años de sequía

Cuando me enteré que Garbiñe Muguruza iba a ofrecer una rueda de prensa este sábado, algo dentro de mí descansó. Veníamos de quince meses de espera, más de un año desde su último partido, demasiado tiempo para confirmar una decisión que ya estaba totalmente tomada. Un secreto a voces, que se suele decir. Por lo que sea, quiso esperar la española a un gran evento, como son los Premios Laureus. Una ocasión inmejorable para cerrar el capítulo más importante de su vida, ese que le llevó a tocar el cielo y a convertirse en una atleta legendaria. Allí, rodeada de periodistas que tenían la noticia escrita desde primera hora de la mañana, puso el punto y final a su viaje profesional. Con tan solo 30 años, ya sin nada que demostrar, pero dejando para siempre una duda razonable: ¿Pudo haber dado más sobre la pista? ¿Por qué bajó tanto el rendimiento en los dos últimos años? Y la más complicada: teniendo en cuenta el potencial que poseía, ¿podemos decir que tuvo una buena carrera?
Si ponemos algo de contexto, sorprende ver que el tiempo de Muguruza en el profesionalismo apenas supera la década de duración. Aún recuerdo aquel torneo de Miami en 2012, con tan solo 18 años, todavía fuera del top200 mundial y de la mano de Alejo Mancisidor, el técnico que la llevaría a irrumpir en la élite, aunque luego no fuera él quien recogiera los grandes frutos en Grand Slam. Se veía desde un principio que Garbiñe era diferente, un prototipo de tenista que rompía con todos los esquemas de la jugadora española clásica. Bajo esa visera naranja y una envergadura portentosa se escondían las armas más peligrosas para hacer estragos en la época moderna, una fórmula de éxito que nos traería momentos impagables sobre todas las superficies. Esa jovencita de mirada risueña sería quien volviera a ilusionar a todo un país, desterrando algunos sueños del pasado que toda la generación nacida en los 90 desconocíamos. Ya solo por esto empezó a ganarnos el corazón.
Luego llegarían las tardes de gloria, aquella final de Roland Garros 2016 con Muguruza tumbada en la arcilla parisina, con ese vestido amarillo que nos quedaría marcado para siempre. Un año después, sobre la hierba del All England Club, el más difícil todavía: conquistar Wimbledon de la mano de la primera mujer de nuestro país que había levantado ese título. Vayan apuntando: única tenista que puede presumir de haber ganado finales de Grand Slam a las dos hermanas Williams.Tiempos oscuros se la llevaron a una segunda línea durante un tiempo, pero su México lindo y querido se encargaría de vestirla de maestra a finales de la temporada 2021, coronándose como la única española en la Era Open capaz de reinar en unas WTA Finals. ¿Cómo lo ven? ¿Todavía queda alguna persona desorientada en la sala? Me falta decir que también fue número 1 del mundo durante cuatro semanas, tras ganar en Cincinnati uno de los tres WTA 1000 que acumuló en su carrera individual. ¿Ahora sí? ¿Ya lo veis más claro? Vamos a guardar el hate por un momento, escuchamos a la caraqueña y rematamos el artículo.
Han sido 25 años desde que empecé jugar al tenis. Si me hubiesen dicho que conseguiría tanto lo hubiese firmado, sin dudarlo. De lo que más orgullosa me siento es de haberlo conseguido, de haber resistido a todo lo que me ha sucedido. Cuando te pones un objetivo, resistir a los momentos de dificultad y duda es lo que más orgullo me da. Estos meses han sido claves: cuando dejé de competir y volví a casa, descansé, quería ver cómo me encontraba. Recibí ese descanso con los brazos abiertos, y cada día que pasaba me sentía mejor. No echaba en falta la disciplina y la dificultad de la vida que llevaba antes. Ha sido progresivo: poco a poco me he ido dando cuenta de que lo que más me apetece es mirar a mi siguiente capítulo y no tanto al tenis
Jamás entenderemos lo que supone llegar a lo más alto de la pirámide, el coste de oportunidad que uno va dejando atrás para hacer realidad un imposible. El mérito que tiene llegar a ser el mejor en lo tuyo, aunque sea por un día, no tiene precio. No importa si eres tenista, pastelero, paseador de perros o ladrón de guante blanco. Sea cual sea tu especialidad, si además le has dedicado toda la vida en ese empeño, ya puedes marcharte tranquilo a la cueva porque solo unos poquísimos elegidos han comido en esa mesa. En el caso de Garbiñe, solo existen 29 mujeres que hayan tocado en algún momento el Nº1 mundial. Si ponemos el foco en España, solo Arantxa Sánchez Vicario presenta un palmarés más rico que el suyo. Como veréis, son muchas más las que han quedado por debajo de Muguruza que las que puedan observarla desde el piso de arriba, pero aún así nos siguen llegando comentarios acerca de su irregularidad, su falta de ambición, sus portadas en revistas o su mala cabeza. Si ella lo ha hecho tan mal, cómo lo habrán hecho las demás.
Sinceramente, a mí lo único que me duele es el final. Alguien que ha sido tan especial merece irse por la puerta grande, disfrutando de la competición y con una sonrisa en la boca. Merece marcharse en paz y no repleta de lamentos y demonios en su cabeza, tal y como sucedió en sus últimas participaciones en el circuito. Demasiada presión, demasiada expectativa, demasiadas críticas recibidas en cada paso en falso. Debe ser agotador cuidar el factor mental cuando estás continuamente expuesta, sabiendo que cuanto mayor sean tus aspiraciones –y las de los demás–, mayor será la caída. En esto es en lo único que nos parecemos a Garbiñe, en que cada noche al irnos a dormir la vida nos recuerda lo vulnerables que somos, nuestra condición humana, con sus júbilos y sus pesares. Pero la solución no es aguantarte las lágrimas mordiendo la almohada; la solución está en lo que hagas a la mañana siguiente.
Totalmente superada por una situación competitiva donde la balanza ya no salía rentable, la hispano-venezolana curó su ansiedad de la única manera posible: cortando por lo sano. Porque en esta vida hay pocas cosas que merezcan la pena y el sufrimiento, a no ser que desees algo con tanta fuerza que estés dispuesto a tragar tantos sapos y culebras como Dios quiera enviarte. Garbiñe llevaba tiempo sin encontrarle sentido a tanto sacrificio, por eso ha preferido colgar la raqueta para siempre y elegir el camino de la felicidad, una senda que nunca se debería abandonar. ¿Y tú? Párate a pensar en la vida que llevas, ¿eres feliz con lo que haces? ¿Lo que estás haciendo hoy te llevará mañana al lugar que deseas? ¿Serías tan valiente como para romper con todo y empezar de cero? Muguruza, como tantas veces demostró en la pista, nos ha enseñado que la determinación no solo es meter un resto en la línea con bola de break en contra. También es taparse los oídos, buscar en tu interior y regalarte un final imperfecto. A partir de aquí, el que pueda que le empate.
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