Ferrer-Djokovic, el crédito de la duda

Hay una verdad inherente a Ferrer. Él demuestra cada día que el éxito no es patrimonio exclusivo del talento. Lo suyo es pundonor y sacrificio. Ese el botín de su tenis: el saberse capaz de cualquier cosa.

Ante la ausencia de siete veces ganador de Roland Garros, Ferrer es la bandera del tenis español. Lo ha sido en la Copa Davis, en los Juegos de Londres y en el US Open del 2012. Su presencia en la penúltima ronda del primer Grand Slam vuelve a sorprender algunos. Incrédulos de lo que es capaz el tenista de Jávea.

Ferrer ganó el año pasado su primer Masters 1000, en París, cerrando el mejor año de su carrera. Un hito para un tenista que sigue al rebufo de los cuatro grandes del circuito ATP: Federer, Murray, Nadal y el propio Djokovic. Atento a cada oportunidad y presto a presentar siempre batalla.

Esta será la quinta vez que Ferrer llegue a las semifinales de un Grand Slam (Open de Australia 2011, Roland Garros 2012, US Open 2007 y 2012) cayendo ante Djokovic (2), Nadal y Murray, mientras los cara a cara con Federer hablan por sí mismos: 14 a 0 para el suizo. Los números ante el serbio no son mucho mejores: con un balance de 9-5 favorable al balcánico, con un 8-2 en pista dura y 4-0 en Grand Slam.

Explicaba Conchita Martínez a los usuarios de eurosport.yahoo.es que sus opciones pasan por “intentar ser más agresivo de lo habitual, por atreverse a subir a la red. Necesita buenos porcentajes de primeros saques y ser capaz de llevar la iniciativa en los puntos clave”.

“Ferrer es un trabajador nato. Un jugador que siempre quiere mejorar y que lo hace año tras año. También tiene mucho talento, aunque es verdad que delante (Djokovic, Nadal, Federer y Murray) tiene jugadores que son excepcionales. Al igual que lo es él, aunque es evidente que ganar a estos es muy complicado”, apuntaba.

Es decir, Ferrer se acoge a su mejor versión y espera un golpe del destino. Una situación que cambie el guión de un partido donde el tenista alicantino llega, pese a todo los precedentes, con el crédito de la duda que le da saberse capaz de cualquier cosa.