Berdych-Nadal: El mentalista, a la final

El test ya está superado. Pase lo que pase en el partido por el título, sea ante Novak Djokovic o Juan Martín Del Potro, Rafa Nadal está de vuelta. En California no solo los hoteles le dan la bienvenida, el mundo del tenis también lo ha hecho. Recuperado casi del todo el tono físico, ya está aquí el Nadal que gana los partidos porque su cabeza funciona mejor en los momentos más decisivos.

Todo lo anterior no valía. Las victorias en torneos menores, ni siquiera los apuros pasados ante la mejor versión de un tenista del talento de Ernests Gulbis. Mucho menos la victoria ante un Federer renqueante. Tomas Berdych en pista dura son palabras mayores. Para Rafa Nadal no. Le bastaba con ser el de antes para ganar, y se llevó una victoria trabajada y sin adornos. Ya habrá tiempo de florituras.

Ante Berdych se imponía la pragmática, ciencia que domina como nadie, tenísticamente hablando. Marcó los tiempos del partido a la perfección. En el primer juego del mismo, con Berdych al servicio, no pudo llevar a cabo la rotura, pero le llevó al límite para dejarle claro que iba a estar esperando la oportunidad. ¿Por qué? Muy sencillo, porque sabía que acabaría llegando.

Seis juegos después la ocasión llegó. Con el 3-3 en el marcador, y sin que ninguno de los dos jugadores hubiese tenido ninguna opción de rotura, Rafa se encontró con tres juntas casi sin querer. Berdych pudo con dos, pero el abismo tenístico que le separa del español se le hizo demasiado grande. Y sucumbió a la tercera. Se aferró a su saque y solventó la primera manga por la vía rápida.

La segunda tuvo más misterio. Desde el principio Tomas pasó al ataque y Nadal bajó ligeramente el nivel, lo que provocó un punto de inflexión en el partido. De nuevo se llegó al 3-3 con saque de Berdych, al que no le tembló el pulso. Todo lo contrario que a Nadal. El manacorense falló el primer saque, y suspiró cuando vio que el segundo caía en el cuadro tras tocar la cinta. El tercero también se escapó, confirmando el ‘break’. Primer lapsus.

Con 5-3 y Berdych sirviendo para cerrar el set, apareció la otra versión clásica de Rafa Nadal. La del héroe incansable que solo piensa punto a punto, por lo que no le importa ir 40-0 o viceversa. De nuevo se plantó con tres bolas de rotura, y esta vez lo logró a la segunda, devolviendo la manga a su cauce habitual. Igualó a cinco con su saque y volvió a romper. Ahora sacaba él para cerrar.

Segundo lapsus, aún más comprensible que el primero. Tras alcanzar el 30 iguales, tuvo que salvar –eso sí, por separado- tres opciones de rotura. Aunque parezca mentira, salvó las tres solo con el saque. Berdych no puso en pista ninguno de los restos, y Nadal no da cuartas oportunidades. Cerró el puño como lo haría un tenista que alcanza la final del primer torneo importante que disputa tras más de medio año en el dique seco.

La final será otra cosa. Nadal necesitará algo más, especialmente si es ‘Nole’ el que está enfrente. Tendrá que acudir a la pragmática que le ha acompañado en Estados Unidos, donde ha elevado su nivel según lo ha ido necesitando. El problema es que, si la final es ante Djokovic, tendría que elevarlo una barbaridad. Nada que no haya hecho en decenas de ocasiones. Rafa sabe que todo está en la mente.