Nadal y su rodilla: una nueva demostración de fortaleza mental

Por desgracia, no es un escenario nuevo para el número dos mundial, cuya ausencia en Miami no le reportará ninguna pérdida en el ránking de la ATP, ya que también estuvo ausente en 2018. Lo mejor de todo, parece que esta vez el problema no ha llegado al extremo que le supuso su retirada en las semifinales del pasado US Open, cuando dijo adiós en su partido contra Juan Martín del Potro. El argentino es otro tenista del club de los incansables, de los que a pesar de las dificultades siempre se levanta.

Con la temporada de tierra batida ya asomando en el horizonte del calendario ATP, Nadal toma la decisión más lógica. Llega el momento cumbre del año para un tenista que domina con mano de hierro el polvo de ladrillo y cualquier riesgo tiene que ser minimizado por completo. Quizás algunos esperaban que esta decisión se tomara antes de que acabara venciendo a Karen Khachanov en cuartos de final de Indian Wells, pero aquí entró en juego otro aspecto muy importante a la hora de analizar la manera de afrontar las dificultades del balear, su gen competitivo.

El partido estaba en marcha, tenía el marcador a favor y Rafa no quería dejar la pista sin luchar. Un dilema al que ya se había enfrentado en dos grandes ocasiones en 2018, en Melbourne y Flushing Meadows, donde no pudo acabar a pesar de sus intentos, partidos que a buen seguro se le volvieron a pasar por la cabeza. Además había otro aliciente, Roger Federer, al que llevaba año y medio sin medirse y que le había ganado en las últimas cinco ocasiones en las que el binomio hispano-suizo apareció en una pista de tenis para repetir un duelo con tintes épicos. Nadal mantuvo esa posibilidad hasta el último momento abierta, esperando que su dolor en la rodilla remitiera y ello pasaba por pasar el mal trago del segundo set, que acabó superando a pesar de todo, y el reposo posterior.

Una vez tomada la decisión de la retirada en California el calendario de Nadal quedará suscrito a la máxima de llegar en las mejores condiciones posibles a la arcilla de Mónaco en un primer término, jugando posteriormente en Barcelona, Madrid y Roma antes de afrontar el reto de volver a conquistar Roland Garros, una empresa siempre complicada, aunque el balear siempre haya acostumbrado a los aficionados a verle muy superior a sus rivales durante una parte de campaña donde acumula una buena parte de sus puntos en la clasificación mundial. En la rueda de prensa posterior a su adiós en Indian Wells lo dejaba claro, para él, no llegar al primer torneo en tierra dentro de aproximadamente un mes no es una opción, "siendo honesto, no tengo dudas de que estaré listo para Montecarlo. Pero al mismo tiempo, necesito confirmar con mi equipo cuál es la mejor manera de proceder ahora. Es una situación que no esperábamos en este momento, así que ahora hay que ajustar un poco el resto del calendario".

Y es que si por algo se ha caracterizado la manera de afrontar las dificultades en los últimos años de Nadal y su equipo, con Carlos Moyà y Francis Roig al frente, es la cabeza fría. Lo primero es la salud y si Rafa está sano es capaz de luchar por todo. Los resultados le dan la razón y no hay duda de que el manacorí volverá a levantarse de un nuevo contratiempo en forma de problema físico.

El número dos mundial es plenamente consciente de lo que implica llevar a su cuerpo al límite, un aspecto del deporte de alto nivel que si por los propios atletas fuera, quedaría fuera de la ecuación, sin embargo, no depende de ellos poder desterrar las dolencias, sino encontrar la mejor manera de llevarlas para regresar más fuertes si cabe. En eso Nadal es un auténtico especialista, ya que desde muy temprano en su carrera los dolores han intentado que no pudiera seguir empuñando una raqueta dentro de una pista. Por desgracia para las lesiones, Rafa siempre ha salido victorioso y aunque la rodilla siga dando guerra, tiene en frente al guerrero más duro del mundo del tenis.