Imbencible Nadal

Sin adjetivos. Nadal y Djokovic firmaron uno de los mejores partidos que podemos recordar. Intenso, duro, maratoniano, épico e increíble. Para que el balear dejara esa sensación de imbatibilidad que le acompaña cuando la pista se tiñe de marrón.

Sin palabras. Por qué salvó hasta tres bolas de partido, jugó mermado físicamente, tuvo que remontar un set en contra y salvó hasta tres bolas de partido. Todo en más de cuatro horas de batalla, donde el nº 1 del mundo mostró una fortaleza mental y una capacidad de sufrimiento fuera de lo normal.

El serbio, que salió derrotado de las finales del Masters 1000 de Montecarlo y Roma 2009 ante el español, llegaba a este envite con esperanzas renovadas y ganas de dar la sorpresa. No en vano las condiciones de juego, la altura y su buen estado de forma parecían darle fuerzas renovadas. Y la puesta en escena no pudo ser más evidente. Nadal no jugaba cómodo y Djokovic entró en el partido como un huracán: una doble falta del mallorquín le puso las cosas de cara (2-0) con break a favor. A partir del sexto juego, el español mejoró, pero no fue suficente y el serbio acabó llevándose la manga por 6-3.

La segunda manga fue otra historia. Nadal jugó más agresivo y dejó de cometer errores no forzados que facilitaban el trabajo de su rival; pese a todo Djokovic no bajó el nivel de su tenis ni un ápice. Dos horas tardó el español en tener bola de break y no la aprovechó. El set se fue a la muerte súbita, donde jugó mejor y más tranquilo que su rival. Un mini-break le permitió ponerse 4-2 y con su siguiente saque se puso 6-3, para gozar de nuevas bolas de set, no pudo rematarlas con el saque de Djokovic (6-5), pero con el suyo cerró la manga por 7-5.

En el tercer y definitivo set las cosas empezaron bien para Nole. Cobró ventaja (3-1) con break a favor. El contrabreak de Nadal fue inmediato y el set avanzó con Djokovic recibiendo la asistencia médica por problemas en su muslo izquierdo. El tenista de Belgrado lo puso todo, pero el mallorquín aguantó y llevó el desenlace del choque a la muerte súbita. Y allí todo siguió igual: igualado. Hasta el 6-5, donde Novak tuvo hasta tres bolas de partido, que no pudo concretar. Nadal cerró el duelo, al resto, con su segunda pelota de partido, después de que el balcánico estrellara la bola contra la red. Fue entonces cuando un niño saltó a la pista para celebrar el triunfo con su ídolo y poner el colofón a un partido increíble.