Victoria de Nadal

Pocas veces han tratado a Nadal de tú a tú en tierra batida. Pocas veces han medido su dominio desde la línea de fondo con tanta valentía. Ferrer lo hizo todo y lo hizo todo bien, en un partido en el que dominaron los restos, los intercambios eléctricos y la sensación de que poco más se puede hacer para ganar al número uno del mundo sobre arcilla.

El alicantino fue agresivo, incansable y supo medir con sus armas cada punto. Jugó inteligente, castigando el revés del rival y buscando bolas largas y altas para impedir el mazazo del balear desde la línea de fondo. Trató de estamparlo contra la valla publicitaria y lo puso a correr de lado a lado. Llevó el duelo al músculo y a la fuerza. Y ni por esas.

Por ponerle un pero a Ferrer, el alicantino estuvo impreciso desde la línea de saque, donde sólo consiguió un 47% de primeros servicios. El resto fue todo mérito del número uno del mundo. Nadal no fue el de tardes memorables porque no le dejaron serlo, pero poco importó. Las soluciones llegaron a veces con pundonor, otras sabiendo sufrir, las menos recurriendo a derechazos o grandes puntos. De una u otra manera siempre encontró la salida, siempre fue ese tenista letal que sabe cómo ganar finales.

Si en la ronda previa Murray supo robarle un set al balear, Ferrer tuvo su oportunidad en el segunda manga tras recuperar un 4-3 en contra: restó con 4-5 para llevarse el set, pero una vez más el mallorquín supo manejar la situación para ganar los últimos tres juegos y levantar su séptimo título consecutivo en Montecarlo, con lo que suma 30 títulos en tierra batida, igualando a Bjorn Borg y a Manuel Orantes y poniéndose a la estela de Thomas Muster, con 40 y el argentino Guillermo Vilas, con 45.

"Ha sido un partido muy largo, muy duro físicamente. Ha sido una victoria complicada. Lo siento por Ferrer porque por el nivel de juego que tiene merece ganar un torneo de esta categoría y está muy cerca de conseguirlo", aseguró Rafa sobre la pista. "El año pasado alcancé aquí las semifinales, este año la final. A ver si el año próximo cae", explicó poco antes entre risas David. Tras el partido, una vez más, reinó la deportividad entre dos amigos, dos tenistas españoles que firmaron una final memorable y de poder a poder.