Ivanovic, reina en París

La tenista serbia afirma que: "todavía no me creo esto", minutos antes de recibir el trofeo Suzanne Lenglen de manos de la belga Justine Henin, que la derrotaba en la final del año pasado antes de retirarse esta temporada. a

La ceremonia de entrega de trofeos aguraba un relevo en la cima del tenis mundial. La cabeza de serie número dos tenía ya asegurado antes del inicio de la final el número uno del mundo, un puesto que será efectivo a partir del próximo lunes, debido a la retirada semanas atrás de Justine Henin.

Todavía con lágrimas en los ojos, Ivanovic, de 20 años, escuchaba el himno de Serbia que, por primera vez, sonaba en la pista Philippe Chatrier, la central de Roland Garros. "Algunos han atravesado toda Europa para llegar a esta final, se lo quiero agradecer. Ha sido increíble para mi, cuando iba en bicicleta a mis entrenamientos soñaba con este momento y con este ambiente ha sido todavía más maravilloso", ha asegurado ante un estadio lleno a reventar.

Por su parte Safina, decimocuarta del mundo, aseguraba con humor que "le tocaba ganar" a la serbia, porque disputaba su tercera final de un Grand Slam, al tiempo que se quejaba de que el clan de Ivanovic había sido un poco ruidoso durante el partido.

La rusa, que nunca había jugado una final de un grande, llegaba hasta la de París tras levantar dos bolas de partido, una en octavos y otra en cuartos, y dejar fuera de la pista a la principal favorita, la rusa Maria Sharapova, y a las cabezas de serie cuatro y siete por el camino.

Por octavo año consecutivo, la final femenina se ha resuelto en dos sets, aunque el duelo entre Ivanovic y Safina ha sido mucho más vibrante que los librados en los últimos años en los que Henin había aniquilado a sus rivales.

La serbia se ha mostrado bastante superior ante una rusa que no tiraría el partido en ningún momento y que desplegaba un duelo de gran calidad entre ambas. Ivanovic rompía el saque de la rusa en el primer juego del partido y volvía a hacerlo en el quinto del parcial, lo que auguraba una final tan desequilibrada como las de las últimas ediciones.

Pero Safina, fiel a su estilo, ha sabido reponerse y volver al partido, romper dos veces el saque de su rival, igualar la contienda a cuatro juegos y dar emoción a la final hasta el final.

La rusa enseguida volvería a perder su saque y, aunque se aferraba al encuentro -dispuso de dos bolas de ruptura en el noveno juego- cedía el parcial a la segunda oportunidad.

La segunda manga era más igualada, aunque Ivanovic siempre gozaría de ventaja desde que rompió el saque de su rival en el tercer juego. El partido entraba así en una fase intensa, pero cada tenista lograba mantener su servicio pese a que ambas disfrutaron de oportunidades para arrebatárselo.

La clave del partido ha estado en los errores no forzados cometidos por Safina a lo largo de las dos mangas. Fallos que ella misma se reciminaba para sí a lo largo de todo el encuentro.

La presión era en cada momento más insoportable para Safina, que servía con 5-3 en contra. Ivanovic disponía de tres bolas de partido en ese juego, una más de las que la rusa había levantado antes de llegar a la final.

Su cupo de milagros se había agotado e Ivanovic cerraba el partido a la primera oportunidad y se abría las puertas de la gloria.