Nadal, campeón en París.

No hay calificativos para definir lo que Rafa ha hecho esta tarde en la arcilla roja de la Philippe Chatrier: Un partido perfecto donde Nadal ha vuelto a revindicarse como el mejor tenista del mundo sobre la tierra batida desde la retirada de Björn Borg. Con esta victoria el discípulo de Toni Nadal iguala los cuatro títulos consecutivos del 'sueco de hielo' y se queda a sólo dos de los seis entorchados que posee. Esta tarde en la Philippe Chatrier el español ha desarmado a Roger Federer con la insultante facilidad del que se sabe muy superior: No ha celebrado los puntos con la efusividad que lo suele hacer, no hemos oído su 'vamos' característico que acompaña a sus ganadores, no le hemos visto lamentarse tras errores no forzados, en definitiva, no le hemos visto sufrir. Pero lejos de volverse loco Rafa ha mantenido la calma de los campeones y la compostura de un caballero que no infringe a su rival más daño del que necesita para ganar.

La grada de la Philippe Chatrier de Roland Garros no ha parado de animar al suizo, aplaudiendo los errores de Nadal como puntos ganadores de Roger, pero el español, impertérrito, no ha dejado escapar un mal gesto. Lejos de hacerlo, Rafa les ha dedicado unas palabras de agradecimiento tras recoger el título. Seis de los últimos siete entorchado masculinos en Roland Garros tienen color español. Quizás esta sea la razón por la que a Rafael Nadal no se le trata en Roland Garros con el respeto con el que a Federer se le venera en las pistas de Wimbledon, aunque tiempo al tiempo, por que el manacorí tiene sólo 22 años y no parece tener techo. Su límite sólo lo conoce él, pero su capacidad de superación no deja de sorprender, mientras bate récords año tras año. Este cuarto título supone su vigésimo octava victoria seguida sobre la arcilla roja parisina, donde se mantiene invicto desde su debut en 2005. Algún día perderá, pero mientras tanto a nosotros sólo nos queda disfrutar.

El español saltó a la pista como un huracán. El guión del partido lo traía aprendido de casa y lo puso en práctica desde el primer golpeo: Buscó el revés del suizo, alargó los peloteos, no cometió errores no forzados y estuvo muy seguro con el servicio. Pero si convincente fue la salida de Rafa, la de Roger fue un desastre. El suizo cedió el servicio en el primer juego del partido y entró en una dinámica de errores impropia de él: Falló con la derecha bolas a media pista, erró con el servicio en los momentos claves y se desesperó al primer contratiempo. En sólo media hora de partido Nadal cerró el primer set 6-1 y dejó muy claro que si Federer no tenía algún 'as' escondido aquello iba a durar muy poco.

El segundo sert comenzó por los mismos derroteros. Tras una rotura de servicio inicial para Nadal, en apenas diez minutos, el español mandaba dos juegos a cero. Y fue aquí donde hizo acto de presencia el jugador helvético para romper el servicio del español con el consecuente regocijo de la Philippe Chatrier. Fueron los únicos apuros que pasó Nadal, después de salvar una bola de break ya no volvió a dar concesiones. Mentalmente, el insular fue muy superior y volvió a demostrarlo con una nueva rotura en el octavo juego (5-3), que le permitió cerrar con su siguiente saque la segunda manga.

El tercer set sólo sirvió para dejar claro que esta final tenía un nombre propio, el de Rafa Nadal, y dejó datos para la estadística por la importancia que supone que el español haya conseguido el primer 'rosco' ante el helvético. En 27 minutos, el joven pupilo de Toni Nadal cerró el encuentro tras enfilar nueve juegos consecutivos, entrando en la historia junto a Borg, ganador de 1978 a 1981. Esta tarde Rafa disputó un encuentro casi perfecto, tal vez el mejor de su carrera, con sólo 7 errores no forzados, por los 35 de su rival. Fuerza, poder, convicción fueron sus armas, en el mejor de los 17 duelos que han mantenido con el de hoy el número uno y el dos del mundo, ahora con 11-6 para Nadal, que lleva con ésta cuatro victorias sobre el suizo en la capital francesa.

En París, el cementerio más famoso que existe es el de Pere Lachaise, situado en el barrio XX, donde reposan los restos de muchas celebridades, entre ellas el cantante del grupo "The Doors" Jim Morrison, el novelista Victor Hugo, o los premios Nobel Pierre y Marie Curie. La pista Philippe Chatrier se convirtió, una vez más para Roger Federer en un camposanto de donde no sabe o no puede resucitar. Rafael Nadal es su carcelero.

Por cuarto año consecutivo sonó el himno español en esta pista la Philippe Chatrier de Roland Garros. El español tuvo palabras de agradecimiento para todos: "Lo siento Roger, has hecho un gran trabajo y eres un gran compañero, tanto cuando ganas como cuando pierdes. Hay que felicitarte por tu actitud, a la hora de ganar y perder, y por todo lo que estás haciendo para el tenis. Todos los tenistas le debemos estar agradecidos. He jugado un partido casi perfecto", dijo Nadal en la pista, al lado de Borg a quien dirigió unas frases: "Estar aquí con un gran campeón como Borg es un honor para mi. Ganar cuatro veces aquí era algo impensable".

El español explicó: "Ni yo mismo me podía imaginar jugar tan bien. Al principio estaba nervioso como él, pero luego me centré y jugué muy bien, y al final mucho mejor. En el 2-0 del segundo set, notaba que era demasiado fácil y quizás ahí me despisté algo".