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Wimbledon 2019, Kyrgios-Nadal: Al tenis no se juega hablando (3-6, 6-3, 6-7 (5) y 6-7 -3-)

Enrique Sánchez

Actualizado 04/07/2019 a las 19:07 GMT

Rafa Nadal se clasifica para la tercera ronda de Wimbledon al vencer al australiano Nick Kyrgios en un partidazo por ambas partes. El balear se impuso por 3-6, 6-3, 6-7 (5) y 6-7 (3) en un encuentro que duró tres horas. En la próxima ronda Nadal se medirá al francés Jo-Wilfried Tsonga.

Rafa Nadal celebrando un punto ante Nicky Kyrgios, Wimbledon 2019

Fuente de la imagen: Getty Images

Personajes

Rafa Nadal: Absolutamente concentrado desde el primer punto del partido y muy consciente de la guerra psicológica que podía enfrentar (ya le desquició Kyrgios en Acapulco). Teniendo tantas tablas y habiendo sufrido hace años a otro genio de los juegos mentales como era Djokovic en sus inicios, la tarea era exigente y también asumible.
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Nick Kyrgios discutiendo con el juez de silla Damien Dumusois durante su partido contra Rafael Nadal, Wimbledon 2019

Fuente de la imagen: Getty Images

Nick Kyrgios: Motivado y sin perderse en discusiones sin sentido es un jugador excepcional. Lo mostró cuando pudo, pero su talento (29 aces) no fue suficiente para superar a quien tenía enfrente, que al talento le suma trabajo y mentalidad.

Nudo

Nick Kyrgios vive como si nada le inquietase. O al menos eso es lo que él quiere hacer creer a todo el mundo. Sus comentarios fuera de la pistas siempre llaman la atención, no por la supuesta honestidad que vende en un mundo hipócrita, más bien por la cantidad de tonterías que dice, muchas de ellas faltándose el respeto a sí mismo y a su forma de ganarse la vida, es decir, al tenis.
Es una apuesta constante por el doble o nada. Una actitud kamikaze ante todo que en los últimos tiempos le ha llevado a atacar a la mejor generación de tenistas de la historia y probablemente el trío (Nadal-Federer-Djokovic) de competidores que jamás será igualado en ningún deporte. El caso es que mientras unos siguen ganando títulos el australiano solo consigue titulares y últimamente los busca todos apuntando a Rafa. Su perla más reciente aseguraba que no tenía claro si se tomaría una cerveza con el de Manacor, pues no le conocía tanto como persona, solo como jugador de tenis.
Entrar a cuestionar su sinceridad sería una estupidez, aunque viendo los antecedentes, nada parece casual. A lo mejor no conoce a Nadal a fondo. Mientras, él sí se ha hecho conocer y seguramente habría pocos que le invitasen a una caña, puede que ni a un vino peleón de Valdepeñas.
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Rafael Nadal vs Nick Kyrgios, Wimbledon 2019

Fuente de la imagen: Getty Images

El caso es que el duelo Kyrgios-Nadal no comenzaba con ambiente de guateque. El balear mostró su seriedad desde el primer momento. Saques certeros y agresividad al servicio, sin fallos, pasó por encima de Nick. No tuvo demasiada historia la primera manga, se esperaba que en algún momento comenzase el show del de Canberra y así fue.
Saque estilo cuchara y quejas constantes al juez de silla por esto y lo otro. Rafa no perdió en ningún momento la paciencia, al contrario, sus tiempos al servir sacaban de quicio al rival. El australiano canalizó positivamente su demonio interior en el segundo set. Le dio pocas opciones a Nadal cuando sacaba (mejoró con el primer servicio) y se aprovechó de la bajada del balear en dicho arte. Una manga para cada uno y a empezar de nuevo.
Con ambos al máximo nivel el tercero fue un intercambio honesto del mejor tenis. Sin excentricidades de Kyrgios ni cabreos llegaron al tie-break. Nick seguía explotando al máximo su excelente servicio y Nadal maravillando en los intercambios y elaborando más los puntos. Revés cortado, passing-shot, saque y derecha, derechas repetitivas para sacar de sitio… En definitiva, un recital por los dos lados. Pocos restos eran fructíferos para el español, así que los eligió bien, demostrando en el desempate porque tiene una mentalidad especial.
Era magnífico ver cómo aprovechaban cada saque y también cómo a duras penas conseguían rascar puntos al resto. Kyrgios enmudeció, ya no tenía ni ganas de quejarse porque estaba realmente concentrado, honrando como toca algo que para lo tiene casi todas las cualidades requeridas. Y es que al tenis no se juega hablando, y muchos menos se gana. Si hay además un momento para estar callado es en el silencio sepulcral y respetuoso del All England Club.
Toda la concentración y buen tenis que había mostrado en el set, desapareció en el tie-break. Allí donde imperan los mejores, es donde Nadal decidió que su aventura en esta edición de Wimbledon todavía tiene más capítulos por escribir.
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