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Blog Murciego: La WTA no se merece esto

Fernando Murciego

Publicado 30/10/2023 a las 14:33 GMT

En una semana donde tenía que primar la celebración y la satisfacción tras una gran temporada, las WTA Finals de Cancún están sacudiendo por todos lados a un circuito femenino que sigue sin estar a la altura de sus jugadoras. Una organización tan lamentable que señala directamente a las altas esferas.

Las jugadores que disputaron las WTA Finals 2023

Fuente de la imagen: Getty Images

Cómo me duele la WTA. Como si se tratara de un órgano más, me sangra cada vez que pienso en lo que estamos viendo esta semana. Como espectador la disfruto igual que el primer día, pero reconozco que como periodista hay veces que es insoportable, o mejor dicho, indefendible. Un circuito plagado de talento, de estilos, de rivalidades que empiezan a agarrar cuota de pantalla, a liderar el cambio generacional… todo tirado por tierra debido a una mala gestión empresarial. Porque la WTA, no se nos olvide, es una empresa que lleva mucho tiempo sin encontrar el rumbo correcto, sin dar con la tecla, aunque la culpa no siempre está en las que entrenan seis horas al día y dan sentido a la competición. A pocas horas para que llegue noviembre y se lleve por delante esta temporada 2023, el desastre organizativo de las WTA Finals 2023 ha agitado de nuevo el avispero de los medios de comunicación para que crezca el protagonismo del circuito femenino en sus espacios. Desgraciadamente, no en el sentido que nos gustaría.
Pero claro, si a falta de cinco días para que comience el quinto torneo más ilustre del circuito todavía estaba todo por construir, ¿cómo no vamos a sacar las antorchas? Si en una semana donde conviven las ocho mejores jugadoras del mundo, solo cuentan con dos pistas de entrenamiento y una persona para encordar, ¿cómo vamos a callarnos? Si la Pista Central solamente está operativa 24 horas antes del primer partido oficial, ¿cómo no estar del lado de las perjudicadas y disparar directamente contra los despachos? No era suficiente con volver a llevarse el torneo a la otra punta del mundo, maltratando directamente a las BJKC Finals y, consecuentemente, a las jugadoras que quisieran disputar este torneo la semana posterior. El caramelo de Cancún, un lugar ideal para enlazarlo luego con unas merecidas vacaciones (o así nos la colaron), venía con letra pequeña y una serie de catastróficas desdichas en su catálogo. Pero calma para el pueblo latino, porque el problema tampoco es de los mexicanos. Esto viene de mucho más atrás.
Viene, por ejemplo, de no saber dónde se van a disputar las WTA Finals a falta de dos meses para el torneo. Envidia sana de ver cómo en el circuito masculino aparecen varias sedes peleando por tener los derechos de la Copa de Maestros. Pero no por tenerla un ratito, nada de eso, allí los contratos son de larga duración. ¿Londres? Once años de contrato. ¿Turín? De momento han firmado cinco. Mientras tanto, en la WTA llegamos a septiembre con la incertidumbre de no saber si tendríamos o no torneo de fin de temporada. ¿Por qué ningún país se desmarca y lucha por obtener estos derechos? ¿Acaso es tan poco rentable el producto? ¿O quizá el máximo mandatario tampoco está jugando bien sus cartas? Y cuando hablo del producto me refiero sobre todo a sus requisitos y condiciones, a lo que uno exige en el trato. Aunque la imagen mejore año a año, sabemos que el consumo del tenis femenino está lejos de alcanzar al masculino, por eso desde arriba deberían poner todas las facilidades para exponer a sus jugadoras, sus torneos y la historia de un circuito que cumple ya 50 años. Querido Steve Simon, o espabilas en estos asuntos o pronto te veremos salir en una canción de Bizarrap.
De poco sirve que las jugadoras se esfuercen cada día para dar su máximo, o que los periodistas entreguen su vida para cubrir el circuito, si luego en los despachos no se hacen bien las cosas. Lo voy a decir más claro: de poco sirve que tantas personas pidamos atención y tiempo para el circuito femenino, si luego es la propia WTA quien no se respeta a sí misma. Ni a la propia entidad, ni a las jugadoras que la conforman, empezando por las ocho maestras presentes esta semana en Cancún. Cada una de las ruedas de prensa debía haber tenido preguntas y comentarios acerca de la temporada, los éxitos de cada una o el sueño de conquistar un título tan importante como son unas WTA Finals. La realidad es que la nota vinculante de cada conferencia estuvo en las críticas feroces hacia todas las carencias que han sufrido desde que habían puesto un pie en Centroamérica. Un mal chiste contado en el peor momento posible. Ni siquiera alguien tan risueña como Aryna Sabalenka, tras ceder un solo juego en su partido de debut, pudo morderse la lengua en redes sociales.
Estoy muy decepcionada con la WTA y la experiencia que estamos teniendo con las WTA Finals. Como ya dije en mi última rueda de prensa, como jugadora he sentido que la WTA me faltaba el respeto, creo que la mayoría lo hemos sentido así. Este no es el nivel de organización que una espera para un torneo así. Honestamente, no me siento segura moviéndome sobre esta pista durante mucho tiempo, el bote de la bola no es consistente del todo, además de no haber tenido la opción de practicas en la pista central por primera vez hasta un día antes del comienzo del torneo. Esto no es aceptable para mí en una situación donde hay tanto en juego”, valoró la bielorrusa esta madrugada en un comunicado donde expone la alianza de todo el vestuario contra la manera que han tenido de proceder y los resultados obtenidos a deshora.
Por una parte, duele tener que leer cosas así y no estar disfrutado de una semana de tenis tan esperada como esta, pero más les debe doler a ellas no ser valoradas como se merecen y estar tragando con unas condiciones tan dantescas que rozan la humillación. Hace bien Sabalenka en hablar en voz alta, ejerciendo como la Nº1 del mundo de un vestuario que está cansado de no recibir lo mismo que entrega. Con los años estamos viendo cada vez más jerarquía entre las favoritas, los carteles de las grandes finales ya no nos pillan por sorpresa, incluso a nivel ‘afición’ se van generando nuevos adeptos que entienden que el circuito WTA está en ese momento trampolín donde algo muy bonito está a punto de suceder. Qué lástima que nada de esto se esté premiando a estas alturas del año y que la mala gestión empresarial haya ensuciado el último acto. Las mejores del mundo en las peores manos, ojalá que en 2024 veamos el cambio que tanto tiempo llevamos esperando, uno que nada tiene que ver con lo que sucede sobre la pista.
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