A por el sueño olímpico

Aunque el combinado nacional está presente en esta competición como campeona de Europa, en el ámbito internacional sigue sin tener un prestigio y un historial dignos de ser tenidos en cuenta a la hora de los favoritismos y de eso quieren aprovecharse los chicos de España.

En el autocar, camino de los entrenamientos, se gastan bromas preguntándose a cuanto están las apuestas a su favor y en la "pasta" que podrían ganar caso de apostar a su favor y de conseguir la victoria y/o la clasificación para Pekín.

La selección española esta integrada casi por el mismo bloque que ganó, de forma sorpresiva, el pasado campeonato de Europa en el mes de septiembre. Sólo hay tres cambios: el del seleccionador Marcelo Méndez por el italiano Andrea Anastasi y los de Alexis Valido y Alfonso Flores por José Luis Lobato y Guillermo Hernán.

Nadie contaba con ellos para el triunfo en Rusia pero a base de esfuerzo, ganas, una defensa a ultranza y a un trabajo colectivo espartano, además de esa pizca de suerte siempre necesaria, consiguieron el objetivo.

Ahora, los jugadores se sienten cómodos con esa ausencia de favoritismo y esperan explotarlo. Existe el mismo buen ambiente en la selección y los chicos quieren volver a saborear las mieles del éxito, al que le han cogido gusto.

Por delante tienen once partidos en quince días y rivales más que cualificados y laureados por delante, con Bulgaria, Brasil y Estados Unidos para comenzar el menú en la sede de Matsumoto.

La historia, la lógica y el potencial físico-técnico de la mayoría de los equipos juegan en su contra, pero ya han demostrado que saben luchar contracorriente y salir airosos. Y no seré yo el que les contradiga, al menos de momento.

La selección española de voleibol se ha ganado, como poco, el beneficio de la duda. Los Juegos Olímpicos de Pekín están, en primera instancia, a un paso. Basta con quedar entre los tres primeros de la Copa del Mundo.