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¿Cómo pasar cinco horas en el pit lane y no morir en el intento?

José Luis Prados

Actualizado 14/06/2018 a las 22:41 GMT

Llegó el gran día. Tras mi estreno en las 24 Horas de Le Mans y después de haber pasado el briefing de seguridad necesario por la FIA, pisé el pit lane o calle de boxes. Un santuario. Creo que poco más puedo añadir para definir lo que ese lugar representa en la madre de todas las carreras.

Pit lane, 24 Horas de Le Mans

Fuente de la imagen: Eurosport

Lo primero que llama la atención al verlo en vivo por primera vez son las dimensiones. El 'pit' del circuito de La Sarthe es todo lo contrario que la pista: Estrecho, muy estrecho, lo que provoca un estrés con el que es difícil lidiar.
Me lo había avisado previamente Tomás Saldaña, que de esto sabe, pero cuando te enfrentas al reto estás solo ante el peligro. En mi caso la prueba fue doble. Nada más llegar, Fernando Alonso se bajó del Toyota #8 y se subió en él Sebastien Buemi, por lo que la mayoría de cámaras y reporteros estaban allí. Pero también porque coincidió con la entrada del Porsche.
Superado ese examen, cuya reválida tendré cada vez que alguno de los bólidos nipones entren en boxes (el año pasado el coche ganador (Porsche) entró nada menos que 29 veces a boxes), me quedo de mi primera experiencia en boxes con el rugido de los coches. Los tapones ayudan, pero el petardeo es pura sinfonía. Los que no suenan nada son los Toyota, que hacen esa primera arrancada con el modo híbrido.
Sin bajar la guardia y mirando una y otra vez al inicio de la calle de boxes, me decidí a cruzar al muro. Allí, por fortuna para mí, estaba Fernando Alonso dándole el feeling a los ingenieros y al gran jefe de la escudería, Pascal Vasselon. Se le veía concentrado, pero le pregunté por sus sensaciones y me contentó seguro: "Bien, bien". Palabra de Fernando Alonso.
También me llamó una atención fue el silencio que se hizo en el circuito y en los boxes con el duro golpe del coche número 47, el Dallara P217, que provocó la suspensión de la segunda sesión de clasificación a falta de media hora para el final. Todos, absolutamente todos, los mecánicos de los equipos no quitaban ojo de las pantallas de televisión en busca de buenas noticias del piloto accidentado. Y es que Las 24 Horas de Le Mans y todo el motorsport es una gran familia.
Esta suspensión obligó a los pilotos a volver de la pista a boxes y a mí me permitió dar un 'paseo' hasta el final. La actividad era frenética en los 59 de los 60 coches que disputan este año las 24 Horas de Le Mans. En todos, salvo en el del LMP2 accidentado y cuyos mecánicos esperaban ansiosos la llegada del coche para intentar arreglarlo.
La tercera y última sesión de clasificación fue aún más espectacular y encima con una invitada esperada: la lluvia. Cayó la noche en Le Mans y el contraste de luces y colores acentuó todo lo anterior. Lo dicho, un absoluto privilegiado. Lo mejor para mí, esto ha sido un entrenamiento y lo de verdad llega el sábado con la carrera de las 24 Horas de Le Mans. A disfrutarlo como un enano.
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