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Blog Uría: El adiós del 'León de San Fernando'

Rubén Uría

Actualizado 30/03/2017 a las 22:04 GMT

Antes de Monchi, el Sevilla FC ganó cuatro títulos. Con él en los despachos, logró nueve. Se va del club un alquimista ideal. El tipo con la piedra filosofal.

Monchi parades another new signing

Fuente de la imagen: AFP

Antes de que Ramón Rodríguez Verdejo ‘Monchi’ llegase a ser director deportivo del Sevilla FC, el club había ganado una Liga y tres Copas del Rey. Durante la etapa del León de San Fernando en los despachos, el club hispalense ha levantado 5 Europa League, 2 Copas del Rey, una Supercopa de España y otra Supercopa de Europa. Conclusión: antes de Monchi, cuatro títulos; con Monchi, nueve. Después de una vida como sevillista, primero en la portería, luego como delegado de campo, después como consejero y más tarde, como secretario técnico, Monchi ha paladeado la gloria deportiva con la que apenas soñaban los seguidores más optimistas de Nervión. Antes de oficiar en los despachos, el club estaba en Segunda. Hoy, después de años de servicio a la causa, Monchi se va con seis títulos europeos en el morral. Sí, el fútbol es un deporte de equipo, pero Monchi, en muchas ocasiones, hizo goles sin jugar. Sí, Monchi no habría logrado nada de no ser por el respaldo del club, pero nadie arriesgó tanto como él y nadie acertó tanto como él. Sí. el Sevilla no se autodestruirá sin Monchi, pero nadie en sus sanos cabales podría negar la enorme y determinante influencia de Monchi en las páginas más brillantes de la historia del sevillismo.
Alquimista ideal, Monchi descubrió la piedra filosofal para hacer crecer a un club que bordeaba la bancarrota. Su varita mágica particular: más trabajo y más horas que nadie. Su libro de estilo: vender caro, comprar barato. A canteranos como Reyes, Ramos, Moreno o Navas, los vendió por un ojo de la cara, 24, 27, 18 y 25 millones de euros. Y en operaciones de compraventa, cual mago, sacó decenas de conejos de su chistera: compró a Baptista por 3 M€ y lo vendió por 20; fichó a Dani Alves por 800.000 euros y metió en la caja del club 35 kilos; Compró a Bacca por 7 y lo traspasó por 30; trajo a Rakitic por 2.5 kilos y le sacó 18 al Barcelona; firmó a Aleix para sacar 18 por él; fichó a Keita por 4 obteniendo un retorno de 14 y en el caso de Kondgobia, el Sevilla le compró por 4, vendiéndolo por más de 20. Monchi, que no es infalible aunque lo parece, también cometió errores: Mosquera, Immobile o Marko Marin, por ejemplo. Sin embargo, el índice de sus aciertos, más que aplastante, ridiculiza el de sus errores. Por el mismo dinero por el que Madrid o Barça fichaban un jugador, Monchi armaba todo un equipo. Año tras año, temporada tras temporada, cambiaba de cromos con éxito. En los últimos cinco años, sin contar con la presente temporada, Monchi vendió más de 120 jugadores , generando ingresos por valor de más de 250 M€. Y el equipo, lejos de resentirse, siguió alcanzando finales.
Apoyado por Roberto Alés para regresar a la máxima categoría, impulsado por José María Del Nido – que hizo un excelente trabajo en la gestión del club mientras fue presidente- y respaldado después por Pepe Castro – que recibió una gran herencia y la está sabiendo administrar-, Monchi se supo ganar la admiración del negocio del fútbol. Su modelo siempre fue atrevido, convertir en rendimiento ordinario lo que era extraordinario: vender jugadores. Su Sevilla FC no vendía para sobrevivir, sino para vivir, deportivamente, por encima de sus limitaciones económicas. Rendimiento deportivo más plusvalía. Él convenció con números, caja y títulos, a directivos, jugadores y aficionados de que ese modelo, vender caro y fichar barato, traía éxitos deportivos. Y de la mano del León de San Fernando, durante esta década, no ha parado de llover en Sevilla. Han llovido millones de euros por las ventas. Y al mismo tiempo, han llovido los títulos. Uno detrás de otro.
Su olfato para los fichajes, su perfil de duro negociador y su sofisticado sistema de seguimiento de jugadores le convirtieron en un referente europeo. Su cualidad, detectar oro molido donde otros veían chatarra oxidada. Suficiente para que los grandes clubes europeos, o mejor dicho, los más ricos, le tentasen. Cien ofertas y varios años después de lo que parecía, el Messi de los despachos, deja su casa. Se va sabiendo que su próximo destino le deparará nuevos desafíos profesionales, pero no podrá competir con la emotividad de su SFC. Generador de recursos económicos y descubridor de talentos ocultos, Monchi se va sabiendo que la vida sigue, que el Sevilla seguirá creciendo y que hay gente capacitada en el club para seguir su gran labor. La directiva, honrando a quien lo merece, le ha abierto la puerta abierta en un acto de generosidad. Se va con la gratitud del club y con el cariño eterno de una afición que, incluso dolorida por perder a uno de sus referentes, le desea todo lo mejor después de tres décadas de aciertos, milagros y éxitos como sevillista. No es un adiós. Es un hasta pronto. Uno lleno de gratitud.
Rubén Uría / Eurosport
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