El análisis | Favoritos a nada: Luis Enrique se enroca en la pizarra

España tropezó ante Grecia en un partido que dejó sabor a improvisación, amistoso y desajustes. Luis Enrique se inventó a Marcos Llorente como lateral, pero ni él ni Gayá crearon un solo desequilibrio en la banda. Tampoco lo hicieron Dani Olmo y Ferrán Torres, que estaban por delante de ellos.

De inicio Luis Enrique hizo acopio de jugones con Dani Olmo y Ferrán Torres por fuera, mientras Canales y Koke hilvanaban por dentro. Torres estuvo desaparecido, Olmo cacheteó una pelota en el larguero y Koke pisó mucho el área con varios remates mordidos por la zaga rival. Pero más allá de eso, España no peligro en un partido que fue plácido en la primera parte. Sobre todo después del gol de Morata.

Fue un gol con sabor atlético. Koke, que fue el mejor de los españoles, además del más activo, levanto la cabeza y regaló un pase a la espalda de la defensa griega que Morata controló con el pecho y clavó en la red con la izquierda sin dejarla caer. Golazo del juventino para desatascar un partido plomizo con los helenos atrincherados descaradamente en su área, hasta el punto de solo acumular el 20% de la posesión.

Morata es un jugador con mala prensa, pero los números dicen que es el máximo goleador desde que Villa dejó de vestir la zamarra de la Selección. 19 goles lleva, 6 con la derecha, 6 con la cabeza y 7 con la izquierda. Es un delantero que va bien al espacio, que tiene presencia en el área y que tiene recursos para buscarse la vida solo arriba. Pero siempre le ha perseguido el sanbenito de delantero con poco gol. Sea cierto o no, es el 9 de la Selección y lo va a ser en la Eurocopa. Lo será por maniobras como la que desplegó en el área de Grecia en el gol español. Un gol majestuoso resuelto con una calidad suprema.

Andando, sin colmillo y con poca agresividad, el partido de España era un trámite peligroso por lo exiguo del marcador. Y entonces Iñígo Martínez, que entró por un Ramos que Luis Enrique reservó en la segunda mitad, se pasó de frenada y se llevó a un griego por delante tras despejar. Un penalti extraño, pero pitable. Luis Enrique echó mano de Pedro y Bryan Gil, pero el equipo español se perdió en posesiones largas e intrascendentes. Ni un balón largo, ni una pelota al extremo rápido para que encarasen, ni un disparo lejano... España era previsible en su juego e inexplicable en el dibujo.

Luis Enrique se enredaba en un caos táctico al que ayudaba el autobús griego. Los helenos sabían el partido que tenían que hacer y España les dejó vivos en el partido. La suerte le favoreció con el extraño penalti de Íñigo, pero un dato resume el mal partido de España: el portero griego realizó dos paradas entre palos en los 90 minutos. España ha ganado uno de los últimos cinco partidos que ha jugado. ¿Favoritos a qué?