Man.United 2-0 Q.P.Rangers

Después de pasar la primera mitad de temporada a la sombra de sus vecinos del City, el Manchester United de Sir Alex Ferguson se está mostrando como el equipo más sólido del tramo final de temporada en la Premier League. Una vez más, ha sacado adelante un partido sin demasiados alardes, pero con una comodidad casi insultante.

Desde el pitido inicial se fue a por el partido sin ningún tipo de especulación, y si la actitud de ambos equipos ya le señalaba como claro favorito a la victoria, el penalti señalado por agarrón de Derry sobre Ashley Young al cuarto de hora se antojaba decisivo. El árbitro señaló la pena máxima y expulsó al capitán visitante convirtiéndose, sin saberlo, en cómplice de su asistente, que no señaló una clara posición de fuera de juego del extremo del United.

Rooney ajustó el lanzamiento al poste y prácticamente finiquitó el partido. Los hombres de Mark Hughes se quedaron muy tocados, y parecían encomendarse a la suerte para no salir goleados. El United llegaba y llegaba pero no hacía el segundo, y el encuentro se marchó al descanso con el marcador abierto, pero con la sensación de que solo un milagro evitaría una victoria de los 'red devils'.

La falta de pegada ante un equipo moralmente hundido podría haber hecho mella en el ánimo de los jugadores del Manchester, pero la apatía de sus rivales les daba un plus de tranquilidad. David De Gea se convirtió en un espectador de lujo en Old Trafford, y a buen seguro la mayoría de los aficionados que se dieron cita en las gradas no serían capaces de decir si estaba jugando el español o no.

El sinfín de ocasiones sobre la portería de Kenny empezaba a inquietar a Ferguson, que no podía creer que la ventaja fuese solo de un gol. Pero cuando el escocés se aproximaba al infarto apareció su alumno más aventajado, Paul Scholes, para establecer el 2-0 con un potente derechazo desde fuera del área. Un gol que el eterno mediocentro ha repetido en numerosas ocasiones a lo largo de su carrera, pero que hacía mucho que no podía verse por Old Trafford.

El tanto terminó de hundir al Queens Park Rangers y relajó al United, que empezó a dormir el partido sin descartar la búsqueda del tercero. Al final no llegó, aunque Carrick estuvo a punto de marcar uno de los goles de la temporada con un tremendo derechazo que se estrelló en el poste.

Pero el 2-0 era suficiente para restarle tres puntos más al calendario, y volver a pasar la presión al City, que deberá ganar al Arsenal en el Emirates si no quiere dejar pasar el último tren al título.