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Opinión | Serial 'Olímpicas doradas': El oro de los chubasqueros

Fernando Gómez

Actualizado 01/04/2024 a las 18:18 GMT

La Selección de España de hockey sobre hierba logró en Barcelona 1992 una de las grandes proezas de la historia del olimpismo y sin duda la de carácter colectivo más importante del deporte femenino nacional. Nos cuenta la historia nuestro periodista Fernando Gómez en el tercer episodio de la serie 'Olímpicas doradas'.

Equipo de hockey hierba - Medalla oro Barcelona 1992

Fuente de la imagen: Eurosport

Comenzamos el tercer artículo correspondiente al serial 'Olímpicas doradas' con dos preguntas. En primer lugar, ¿cuál ha sido el primer equipo español en lograr una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos? y le añadimos ¿Cuál es hasta el momento el único conjunto femenino español que compitiendo en un deporte tradicional de equipo ha ganado un torneo olímpico? La respuesta es la misma en ambos casos. Se trata de la Selección de España femenina que ganó la competición de hockey sobre hierba en Barcelona 1992. La aclaración de la segunda pregunta se debe a que hubo otro conjunto español dorado, el que subió a lo más alto del podio en gimnasia rítmica en Atlanta 1996. No solo la conquista real de la medalla de oro, sino la de cualquier otra presea o el acceso a las semifinales de la Selección, cuyas componentes han pasado a la historia como "las chicas de oro", ya hubiera supuesto una de las sorpresas más agradables de la delegación española.
Los países que son anfitriones de unos Juegos Olímpicos reciben la invitación de participar con su equipo nacional en el torneo de cada deporte. En algunos casos este hecho puede suponer una oportunidad de crecimiento o un mal trago. Quizás aquí hubo parte de ambas situaciones al principio. El que sigue es el contexto del momento. Aunque la Selección masculina contaba siempre con una opción de competir bien e incluso lograr medalla en los torneos olímpicos, la Selección femenina había estado ausente en las tres presencias del hockey femenino (Moscú 1980, Los Ángeles 1984 y Seúl 1988). El seleccionador nacional, el vigués José Manuel Brasa, solo contaba con una base de apenas 430 licencias en todo el país para elegir a las 16 jugadoras finales que estarían en el torneo olímpico. Él y su ya amplio y avanzado equipo de trabajo comenzaron a preparar la cita con una treintena de jugadoras seleccionables para la cita final. Fue en 1991 cuando ofrecieron con una pizarra tres opciones al grupo de jugadoras. Así se desprende de las distintas versiones que han contado los protagonistas. La primera de ellas consistía en disfrutar del desfile de inauguración y de la experiencia de jugar frente a las mejores del mundo sin ningún objetivo marcado. La segunda, la posibilidad intermedia, se definió como la realización de un papel digno en busca de ser las mejores de los equipos que no se clasificaran para semifinales. La tercera opción llevaba nombre, el de pacto inhumano, y consistía en luchar por subir al podio. El grupo decidió el camino más complicado, que, de entrada, les cambiaba su vida hasta Barcelona'92. Pasaron de entrenar dos o tres veces por semana en sesiones únicas a hacerlo a diario en tres ocasiones, las dos primeras dedicadas a la preparación técnica, física y mental y cuando se encendían las luces disputaban partidos.
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Llegado el momento de seleccionar a las 16 jugadoras, Brasa y su equipo repartieron de modo absolutamente equitativo el protagonismo en cuatro equipos. Cada uno de ellos aportó cuatro jugadoras. La Real Sociedad de San Sebastián envío a Mari Carmen Barea, Maider Tellería, Teresa Motos y Nagore Gabellanes. El Club de Campo Villa de Madrid estuvo representado por Mariví González, Silvia Manrique, Natalia Dorado y la capitana de la Selección, Mercedes Coghen. Otras cuatro jugadoras pertenecían al Club Junior 1917 de Sant Cugat del Vallès. Se trataba de Anna Maiques, Celia Corres, Núria Olivé y Eli Maragall, la autoría del gol que les otorgó la medalla de oro. Por último, otro equipo madrileño, el San Pablo, actual Club Sanse Complutense, de San Sebastián de los Reyes, tuvo en la Selección a un cuarteto formado por Maribel Martínez, Virginia Ramírez, Sonia Barrio y Masa Rodríguez.
España inició la competición el 27 de julio frente a Alemania y el empate a 2 no dejó buenas sensaciones en el conjunto anfitrión, a pesar de tratarse de una Selección que le había ganado 8-0 y 4-0 en sus anteriores choques oficiales. Alemania Occidental, ahora se trataba ya del equipo unificado, obtuvo la medalla de plata en la segunda cita olímpica del hockey femenino en Los Angeles1984, tras ceder solo en la final frente a Países Bajos. Los 8 equipos estaban divididos en Barcelona en dos grupos. Germanas y anfitrionas eran las representantes de Europa en el A, donde también fueron ubicadas Australia (vigente campeona tras imponerse en la final de Seúl a Corea del Sur) y Canadá, que no entraba en los pronósticos para alcanzar la segunda fase de la competición, las semifinales, a las que llegaban los dos primeros clasificados de cada liguilla. En la del grupo B convivieron las otras dos Selecciones del Viejo Continente: Reino Unido y Países Bajos, junto a Nueva Zelanda y las surcoreanas. El calendario deparaba que el segundo duelo de las jugadoras de Brasa llegara dos días después frente a las norteamericanas. La victoria era precisa para que España llegara con las posibilidades intactas a la tercera jornada. El triunfo por 2-1, unido al de Alemania sobre las campeonas olímpicas, dio valor al primer empate, pues las luego llamadas 'chicas de oro' dependían de sí mismas e incluso les bastaba empatar con Australia, algo impensable hasta entonces, para acceder a semifinales. Ese tercer compromiso comenzó muy bien para las anfitrionas, pues a los 4 minutos se adelantaron con un gol de Silvia Manrique. La jugadora del Club de Campo marcó de penalti córner un valioso tanto, cuya renta supo mantener España hasta el final del encuentro y así acabar segunda de grupo, empatada a 5 puntos con Alemania, pero con menor diferencia de goles a favor. En consecuencia, España se cruzaría en semifinales con la primera del Grupo B, Corea del Sur, y las germanas contra las subcampeonas, Reino Unido. Esta liguilla tuvo la curiosidad de que Nueva Zelanda no puntuó, pero los otros tres conjuntos empataron a cuatro puntos al vencerse entre ellos. La peor parte se la llevó Países Bajos. De modo que habría nuevas campeonas olímpicas. Las dos últimas no pasaron la primera fase y la primera, Zimbabue no participó en este torneo.
Solo una victoria separaba a España de ocupar un lugar en el podio. Ya se sentía que había merecido la pena el tremendo esfuerzo, que incluyó concentraciones y giras por todo el mundo. En la neerlandesa de Papendal coincidieron en 1990 con el equipo de fútbol masculino del Barcelona. Comprobaron que las sesiones de entrenamiento de Johan Cruyff eran menos exigentes que las suyas. También estuvieron en Cuba, Alemania y Bélgica, pero el viaje que les marcó fue el realizado en 1989 a Lituania. Por error en la información enviada desde una Unión Soviética, que vivía sus últimos momentos, la expedición aterrizó en Moscú, pero tuvo que realizar unos 1500 kilómetros en un autobús incómodo y a través de unas carreteras en condiciones infames. Llegaron a pasar hambre y otras penurias que no solo no olvidaron, sino que tuvieron muy presentes en el momento de enfrentarse en la semifinal el martes 4 de agosto a Corea del Sur, Las asiáticas vistieron de rojo, las españolas con camiseta y medias blancas y falda azul. En el anterior Mundial de mayo de 1990 en Sídney Corea goleó a España 7 a 0. Esta vez España golpeó primero dos veces. El 1-0 llevó la firma de Natalia Dorado y hubo que esperar a la prórroga para que se deshiciera el empate a 1 con el que se llegó al descanso. El gol de penalti córner de Mari Carmen Barea fue definitivo para asegurar la medalla. Tres décadas después no existe unanimidad sobre qué momento fue más feliz si este triunfo que aseguraba medalla o el de la final en Tarrasa el 7 de agosto cuando 12000 aficionados celebraron otra victoria por 2-1 en la prórroga y también de penalti córner. España iba a cerrar el torneo olímpico ante el mismo rival con el que había comenzado. Hasta allí un empate y tres victorias por la mínima. Germanas y españolas eran los dos únicos equipos que no habían perdido un solo encuentro. En su semifinal, Alemania pudo con Reino Unido también por 2-1. Las británicas obtuvieron la consolación de hacerse con el bronce al final del alocado choque ganado ante Corea por 4-3. En la final la alegría por el tanto de nuevo de Barea, a los 8 minutos, les duró duró solo cuatro minutos a nuestras protagonistas, hasta que Franziska Hentschel equilibró el marcador. El fin de fiesta y tercer tanto de penalti córner de la final lo consiguió Eli Maragall. Un gol que ya no encontró respuesta alemana y que en opinión de Mercedes Coghen, quien participó como consejera delegada en el fallido intento de la candidatura olímpica de Madrid 2016, hubiera podido marcar también Natalia Dorado, pues se trataba de una jugada ensayada al máximo con unos métodos muy particulares que consistían en ponerse chubasqueros para no sufrir quemaduras al lanzarse al suelo a golpear la bola.
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