Algo está cambiando en los Nadal-Djokovic

Este evidente cambio de tendencia se ha puesto de manifiesto en sus últimos tres duelos directos: la final del ATP de Pekín en 2013 (6-3 y 6-4), la final de la Copa Masters de Londres del 2013 (6-3 y 6-4) y la final del Masters 1000 de Miami del 2014 (6-3 y 6-3). En estos tres envites, Nadal ha caído con una facilidad impropia dentro de la rivalidad que enfrenta a estos dos tenistas.

El jugador español fue incapaz de sumar un solo set de los seis que disputaron, y tampoco fue capaz de llevar a Djokovic al tie break en alguno de ellos. Además, solo consiguió firmar un break y apenas pudo hacer daño a su rival desde el resto. Otro dato muy clarificador fue la duración de sus partidos. En Pekín apenas se llegó a los 87 minutos, en Londres a los 96 minutos y en Miami se quedó en 84 minutos. Por encontrar una comparación, la final del Masters 1000 de Miami de 2011 entre Rafa y Novak duró 202 minutos y la de Indian Wells del mismo año 145 minutos.

Al margen de la pura estadística, las sensaciones que dejó Nadal en estos duelos es a todas luces muy distinta a la de partidos anteriores. En su juego ha faltado ritmo, fuerza, chispa, explosividad en incluso lucha. El tenista español se ha mostrado nervioso en muchas fases de los partidos y ha estado muy lejos de mostrar su mejor nivel. Por otro lado, Djokovic ha encontrado su mejor tenis. Preciso desde la línea de fondo, firme con su servicio e inteligente en la táctica y en los momentos claves del partido, recordando al jugador que fue capaz de vencer al español en siete finales de modo consecutivo en el 2011.

A pocas semanas de que arranquen los grandes torneos de la temporada de tierra batida europea, la situación es claramente favorable para el jugador serbio, pero si hay un terreno dónde Nadal puede retomar la senda de la victoria e invertir esta situación. Ese es el Masters 1000 de Montecarlo. Y los posteriores torneos que están por llegar. Allí Nadal suele reinar con autoridad. Y allí todo podría volver a cambiar. O no.