Victoria de Federer

El debate sigue y seguirá siempre abierto, pero los números ya han dictado sentencia. La capital francesa ha coronado a Roger Federer como el mejor tenista de todos los tiempos al levantar la Copa de Mosqueteros.

El suizo ya tiene el único torneo del Grand Slam que le faltaba, con lo que iguala el récord de títulos 'grandes' del estadounidense Pete Sampras (14), que sin embargo nunca consiguió vencer en Roland Garros.

El número dos del mundo también entra en la lista más exclusiva de este deporte: sólo Fred Perry, Don Budge, Rod Laver, Roy Emerson y Andre Agassi se anotaron todos los Grand Slams, aunque ninguno sumó más de 12.

París amanecía lluviosa, pero engalanada para la ocasión. En la Philippe Chatrier la cámara buscaba las caras conocidas de la mode francesa, en una grada abarrotada, que se presentaba salpicada por gorros, paraguas y chubasqueros bajo unos inquietantes nubarrones.

El partido defraudó y mucho, aunque en cierto modo se esperaba. Robin Soderling fue un muñeco de trapo en manos del tenista helvético, que manejó a su antojo los ritmos del choque e impuso su saque desde el primer juego, no perdió el servicio en todo el duelo y sólo tuvo que defender una bola de break.

Tampoco hubo ritmo, ni lucha. El choque fue frío como la climatología, que ralentizó el juego, lo que auguraba más opciones de las que en realidad tuvo el sueco. Los peloteos siempre tuvieron dueño en la derecha del número dos del mundo y sólo en el segundo set se atisbó alguna opción de sorpresa; al margen de la irrupción en la pista del catalán Jimmy Jump, que puso en evidencia a la organización del torneo y dio un extraño abrazo a Federer, único sobresalto que tuvo el suizo en todo el partido.

Soderling se llevó una buena reprimenda en la primera manga. El sueco comenzó el partido perdiendo su saque, lo cedió nuevamente en el tercer juego y cedió la manga por 6-1 en 20 minutos. En el segundo set no hubo roturas. Cada uno de los oponentes guardó su servicio y Soderling subió su nivel de juego: la manga se fue hasta el 'tie-break', donde Federer le fulminó (7-1). El helvético venció en el tercero por 6-4 con idéntica facilidad que en el resto del envite y cayó de rodillas con lágrimas en los ojos; tras tres finales perdidas ante el español Rafa Nadal, se había cumplido un sueño.